9 de octubre 2018
Violeta Barrios de Chamorro asumió en 1990 el Gobierno de un país en bancarrota económica, política y social, tras siete años de guerra civil. “Ella se sorprendía cada día al comprobar la magnitud de los problemas que debía enfrentar y resolver”, recuerda el exasesor legal de la Presidencia, Juan Álvaro Munguía. Sin embargo, Chamorro logró conducir a Nicaragua hacia la paz, la recuperación económica y la transición democrática, que hoy, despues de once años de regresión autoritaria, están amenazados por una dictadura.
El trabajo no fue nada sencillo. “Una vez la vi cansada y agobiada y me dijo: 'Humberto, esto lo estoy haciendo por ustedes, no por mí’, y esa expresión le salió del fondo de su corazón y la sentí totalmente genuina”, recuerda su exministro de Educación, Humberto Belli.
Del camino difícil que se tuvo que recorrer, también sabe bien el general en retiro, Joaquín Cuadra Lacayo, a quien la entonces presidenta le confió la dirección del nuevo Ejército de Nicaragua, tras la salida del general Humberto Ortega, hermano del entonces exmandatario Daniel Ortega, empeñado en “gobernar desde abajo”, tras su derrota electoral.
“Tengo muchas anécdotas de ella que podría contar, porque es una mujer sin filtros y con mucho sentido del humor. En mi caso, lo que más me ha marcado es que nuestra relación que comenzó siendo difícil, en medio de muchas tensiones, terminó siendo una relación de un profundo cariño”, asegura Cuadra.
“Su legado —añade— se puede resumir en un solo concepto: un camino a seguir. El camino que lleva a la democracia, a la honradez y la transparencia para gobernar. El camino que lleva a la consolidación de la paz con tolerancia, a la institucionalización de nuestra sociedad, a una economía abierta al mercado”.
Para el general en retiro, “este camino sigue hoy vigente” y “seguimos los nicaragüenses luchando por alcanzarlo y sigue siendo la vía a seguir”.
“Respetaba la independencia”
“Doña Violeta es la dama de blanco que motivó al pueblo de Nicaragua a salir de una dictadura y a emprender la gran aventura de la construcción de la democracia”, opina Luis Sánchez Sancho, exjefe de información y prensa de la campaña de la Unión Nacional Opositora (UNO), que llevó a Chamorro a la Presidencia.
Para el académico Carlos Tünnermann, con Chamorro “se inicia el parto de la democracia que comienza a fortalecerse con una verdadera independencia de poderes”.
“Hubo un momento en que la Asamblea Nacional tomaba decisiones que no coincidían con las políticas del Gobierno, pero ella respetaba la independencia”, añade.
Belli recuerda: “Yo fui ministro de educación de ella, y vi a cantidad de maestros en protestas y ninguno de ellos fue despedido por participar. A mí como ministro me dieron total independencia y sentí que cooperaba con un Gobierno que tenía como objetivo fundamental sacar a Nicaragua del hoyo y dejar una Nicaragua mejor”.
Tünnermann resalta que Chamorro “con su carácter campechano, con sus modos de ser casi como la madre del país, gobernó sin distingo político”.
“Tengo de ella —agrega el general Cuadra— la imagen de una mujer con una gran intuición política, de una gran sencillez, con una gran humildad en el trato igualitario que nos da a todos. Es la imagen de una gobernante diferente al político tradicional al que estaba acostumbrado Nicaragua”.
“Ojalá encontremos otra Violeta”
Quizás no sea muy habitual que un ministro recién nombrado le imponga una condición al presidente que lo nombró, sin embargo, eso es lo que hizo en 1993 el abogado Juan Álvaro Munguía, poco después de ser nombrado en la Junta Directiva del Banco Nacional de Desarrollo.
“Yo le dije que nunca me enviara a alguien recomendado para que se le otorgara un préstamo. Ella me dijo: ‘Nunca vas a recibir una petición de ese tipo’, y la cumplió”, refiere Munguía, que estuvo dos años en esa institución (1993 y 1994), después de haber servido los dos primeros años del Gobierno como asesor legal de la Presidencia.
“Doña Violeta significó la esperanza de establecer un régimen de respeto, de libertad, de obediencia a la ley, de buenas relaciones con el sector privado, de observancia de las leyes laborales… En cinco años estábamos otra vez de pie, con exportaciones creíbles y buenas, pese a los que gobernaban desde abajo”, sintetiza.
Su Gobierno, asegura, “significó abrir el horizonte de Nicaragua. Los que estuvimos con ella trabajamos duro, y contamos con la confianza de los inversionistas, que creyeron que este país tenía un futuro. Las leyes que hicimos eran leyes para todos, para instaurar una democracia verdadera, con una mentalidad de servicio al país”.
Al analizar aquellos años, Munguía repite las palabras que dijo en el homenaje rendido al desaparecido exministro de la Presidencia, Antonio Lacayo: “Ojalá encontremos otra Violeta, y otro Antonio para seguir reconstruyendo Nicaragua”.