1 de octubre 2018
La Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (Fideg) presentó los resultados de su séptima y su octava Encuesta de Hogares para medir la Pobreza, en las que se constata una diferencia de hasta 17 puntos porcentuales con los datos oficiales que aseguran que solo el 24.9% de los nicas vive en situación de pobreza.
Las encuestas de Fideg, que se realizan desde 2009 con el apoyo de Cosude, representan el único instrumento independiente de monitoreo de los principales indicadores sociales de pobreza, y presentan un reflejo de la situación en que vive la mayoría de la población.
En esta entrevista efectuada en el programa de televisión Esta Semana, que se transmite por Canal 12, Enrique Alaniz, director de Investigaciones de Fideg, explica por qué hay tanta diferencia entre los resultados de sus encuestas con las del gobierno; el riesgo que corren miles de personas de volver a caer en la pobreza con solo disminuir levemente su consumo, y el papel que juegan las remesas y los programas sociales en la vida de esas personas.
Los resultados de las encuestas de Fideg 2016 y 2017, se distancian de las mediciones oficiales por 16 a 17 puntos. Mientras el Gobierno dice que la pobreza afecta a menos del 25% de la población, los datos de Fideg dicen que afecta a un poco más del 40%. ¿A qué se debe esta discrepancia tan grande?
Enrique Alaniz: Este año nos dedicamos a tratar de entender a qué se deben esas diferencias, y llegamos a la conclusión que si bien el enfoque de la medición de ambas instituciones es similar, las metodologías tienen diferencias muy importantes que hacen que la comparación entre una y otra sea tan absurda como comparar peras con manzanas.
Por ejemplo, las líneas de pobreza general de Inide, son sustancialmente más bajas que las que usamos nosotros. La muestra de Inide tiene una distribución bastante distinta a la nuestra, y hay otros elementos que contribuyen a que la diferencia entre ambas mediciones sea tan grande.
¿En que se basa la credibilidad de la encuesta de Fideg?
Nosotros aplicamos una metodología que cuenta con todo el rigor que el caso amerita y está acorde con la práctica a nivel internacional que se utiliza para este tipo de trabajos.
¿En qué nivel de consumo fijaron esas líneas de pobreza?
En 2017, la línea de pobreza general era de 25,733 córdobas por persona al año. Si el hogar tiene un consumo per cápita por debajo de ese monto, automáticamente queda clasificado como pobre general, y como pobre extremo si tiene un consumo per cápita por debajo a los 12,733 córdobas por persona al año.
En términos de consumo diario, la línea de pobreza extrema representa el equivalente a USD1.15 al día, y la de pobreza general, a USD2.33 al día.
¿Cuántas personas significa eso en términos de población?
Unos 2.4 millones de habitantes que se estarían clasificando como pobres generales, pero estas encuestas están diseñadas para medir porcentajes de forma precisa, no para hablar de totales.
¿Cuáles son los principales factores que inciden en la reducción de la pobreza? Por años, se ha dicho que la economía tenía una tasa de crecimiento estable, cercana al 4.5 por ciento. ¿De qué forma ha incidido eso en la reducción de la pobreza?
El crecimiento no se da por igual en todos los sectores de la economía. En la medida en que el crecimiento se dé donde hay más pobres, en esa medida la incidencia de la pobreza se reduce más.
En primer orden de importancia, el factor que ha incidido en esta tendencia a la baja que hemos visto hasta 2015, (y que luego se ha venido atenuando), son los términos de intercambio favorables a los productores agropecuarios, porque es en el área rural donde se ha visto la mayor reducción. Cuando mejoran los términos de intercambio, baja la incidencia de la pobreza en las áreas rurales.
Estás hablando del precio de los productos, y del salario de los trabajadores del campo…
Me refiero al precio de los productos que ellos venden, en relación con el precio de los productos que consumen. Cuando esa relación de intercambio mejora, la pobreza disminuye porque aumenta el ingreso de estas personas y también aumenta su capacidad de consumo, que es la medida de bienestar que se utiliza en este estudio.
¿Qué nivel de cobertura tienen los programas gubernamentales, y qué impacto tienen en la reducción de la pobreza?
Programa por programa, no estamos en capacidad de responder esa pregunta, pero sí que en su conjunto, cerca del 20% de los hogares responden haber sido beneficiados por alguno de los programas que investigamos.
El impacto que tienen en la contención de la pobreza es de unos dos puntos porcentuales. Si estos hogares no hubieran sido beneficiados por esos programas, la incidencia de la pobreza general hubiera sido dos puntos porcentuales más alta que la observada.
¿Su investigación permite saber qué tan focalizados están esos programas en los sectores más pobres? Hay mucha controversia con relación a que si sus principales beneficiarios son partidarios del Gobierno.
La muestra no nos permite llegar a ese nivel de desagregación, por lo tanto, no podemos concluir que tal o cual programa está bien focalizado o no, sin embargo, cuando ves que el impacto es tan chico, por intuición se puede concluir que hay algunos errores de inclusión; que se están colando beneficiarios que son ‘no pobres’, y puede ser que haya gente pobre que no esté siendo beneficiada, así que hay cierto margen para mejorar.
Las remesas familiares son otro factor con una incidencia importante en la reducción de pobreza. ¿Qué porcentaje de los hogares que ustedes encuestan son receptores de remesas? ¿Cuál es el monto que reciben mensualmente?
El 25% de los hogares reportó haber recibido remesas procedentes del extranjero en 2017. El monto mensual de esas remesas es de $150. Hacemos el ejercicio de ver cuál sería el impacto de las remesas, y anda en alrededor de seis puntos porcentuales. Si esos hogares no hubieran recibido esos recursos, la pobreza general habría sido casi 47%, en vez de 41.2%, que fue lo que verdaderamente observamos.
Si se pudieran separar las variables ‘remesas’ y ‘programas gubernamentales’, ¿las remesas tendrían más incidencia que los programas del gobierno, en la reducción de la pobreza en las familias?
Sí, pero en el corto plazo, las relaciones entre recibir remesas y consumir, es bastante directa. El receptor de remesas va al banco, recibe el dinero, y consume. Compra medicinas, alimento o ropa.
En el caso de los programas, en el corto plazo no es tan evidente la relación, porque depende de muchos factores. Hay una cadena causal, y si se rompe un eslabón de esa cadena, el impacto de esa intervención se anula.
Diversos estudios pronostican que el PIB caerá en terreno negativo este año, lo que implicará que se siga reduciendo el consumo. ¿De qué manera afectará eso en la incidencia de la pobreza?
Hicimos un ejercicio para determinar cuánto cambia la pobreza cuando el consumo se reduce en 1%. Si la contracción del consumo fuera 10%, el incremento en la pobreza sería de 13%. Eso significa pasar de una incidencia de pobreza de 41.2% a 46.6%. Planteamos distintos escenarios sin inclinarnos por ninguno de ellos. Simplemente los dejamos ahí para que ustedes los analicen.
¿Cuáles son los otros resultados?
Si la contracción del consumo fuera de 20%, la incidencia de la pobreza general sería de 51.9%. Si la contracción fuera de 30%, la incidencia de la pobreza general sería de 57.3%. Incluso, podemos calcular un escenario donde el consumo decae hasta el 40% y en ese caso, la incidencia sería superior al 60%.