Guillermo Rothschuh Villanueva
30 de septiembre 2018
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El 19 de abril tiene para los universitarios del siglo XXI, el mismo significado sociopolítico que el 23 de julio de 1959 tiene para los del siglo XX
Tlatelolco es el gran trauma y parteaguas de la historia política mexicana. ¿Qué representa la rebelión de abril de 2018 en Nicaragua? Lea: Dos masacres: México 1968
(Managua, Rivas, Bluefields y León)
Un acierto notable de los antropólogos ha sido determinar con agudeza los referentes que apuntalan nuestra identidad. Otro logro importante está ligado con la forma que identificamos los rumbos de la ciudad, los nexos que guarda con los acontecimientos históricos y sus relaciones con nuestras vidas, la de nuestros amigos y familiares. La esquina de El Hormiguero, centro penitenciario ubicado sobre la Avenida Roosevelt, la arteria más importante de la capital antes del terremoto de 1972, jamás podrá ser olvidada por quienes estuvieron presos en esos calabozos. La manera con que identifican la Roosevelt los miles de personas que marcharon hacia la loma de Tiscapa el 22 de enero de 1967, arengados por Fernando Agüero, líder carismático del Partido Conservador, será igualmente dramática para quienes sabemos que en las inmediaciones del Campo de Marte fue detenido Augusto C. Sandino y los generales Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor, la noche aciaga del 21 de febrero de 1934. Un día funesto en la historia de Nicaragua.
El maestro Enmanuel Mongalo y Rubio, continúa siendo referente nacional. Su gesta patriótica en Rivas, el 29 de junio de 1855, nos fue contada de manera profusa durante nuestros años de formación inicial. Se ofreció como voluntario para prender fuego al mesón donde se encontraban las huestes filibusteras comandadas por William Walker. Consideró un deber cívico enrolarse en la contienda militar. Se negó a recibir la recompensa económica ofrecida por el bando legitimista. Los rivenses se jactan de su hazaña. Violeta Barrios Torres (1929), primera mujer en ocupar la presidencia de Nicaragua (1990-1997), nació en Rivas. Los nicaragüenses admiran su empeño por encontrar la paz dentro del contexto político heredado después de ganar las elecciones el 25 de febrero de 1990. Para los cuatro promotores de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), los boaqueños Jaime Ampié Toledo, Julio Ampié Machado, William Picado y Reynaldo Lira Luques, sentenciados el 1 de septiembre de 2018, por la juez capitalina Nancy Aguirre, Rivas tiene una connotación negativa en sus vidas.
Además de ser la capital latinoamericana con el mayor número de árboles por kilómetro cuadrado, Managua tiene un significado especial para todos los nicaragüenses. Lo relevante son las causas por las cuáles cada uno de nosotros se identifica con esta urbe. Su elección como capital de Nicaragua en 1852, está vinculada por las desavenencias históricas entre leoneses y granadinos. La inflexión que marcó su ascenso continúa influyendo en la vida del país. Al ser convertida en eje de gravitación de la política nacional, determinó cambios sustantivos en el discurrir cotidiano de todos los nicaragüenses. Managua se convirtió en ciudad imantada. Centraliza todos los poderes del Estado. El terremoto que la puso de rodillas el 23 de diciembre de 1972, además de asestarle un golpe mortal, estremeció los corazones y movilizó a la infantería de marina estadounidense. Con la intención de proteger a Anastasio Somoza Debayle, acantonó tropas donde hoy se levanta Plaza Inter, en las vecindades de Casa Presidencial, destruida por el sismo. A partir de ese día dejó de ser sede de la Presidencia de la República.
El 21 de abril de 2018 fue trágico para Ángel Gahona. Bluefields se sintió apesarada al conocer su destino, murió mientras cubría las protestas ciudadanas realizadas ese día en la ciudad. Dejó en la orfandad a su mujer, la periodista Migueliuth Sandoval y a sus dos pequeños hijos. Esa noche la guardarán en su memoria para siempre. Salió a cumplir con el oficio más bello del mundo. Migueliuth lo despidió con un beso sin saber que estaba a solo unos pasos de la muerte. Gahona realizaba en vivo la transmisión para el canal televisivo El Meridiano. Mientras enfocaba la cámara hacia un cajero automático cayó abatido. No se percató que su muerte quedó registrada en tomas hechas por otros periodistas, quienes dejaron constancia de la forma artera que fue liquidado. Este mismo día —21 de abril— tiene también un significado simbólico para los jóvenes costeños Brandon Cristofer Lovo Tayler y Glen Abraham Slate, señalados como culpables del asesinato de Gahona. Ni los blufileños ni los deudos del periodista aceptan la condena emitida por Ernesto Rodríguez, titular del Juzgado Sexto Distrito Penal de Managua. En Bluefields la sentencia contra Lovo Tayler y Slate, forma parte de la historia local. Son considerados como los dos primeros presos políticos legalmente sentenciados.
Managua para millares de nicaragüenses es el lugar donde falleció su padre o detuvieron a su hermano por razones políticas. El sitio donde nació su hermana. Sigue atrayendo hacia su ratonera a millares de nicaragüenses en busca de trabajo. La Plaza de la República se convirtió en centro de disputas políticas. Escenario donde se concentraron triunfantes las huestes guerrilleras el 20 de julio de 1979. Su centro fue transformado. A iniciativa del presidente Arnoldo Alemán, se instaló una atractiva fuente cantarina. La devastación de la obra arquitectónica por instrucciones del comandante Daniel Ortega, acción recriminada por el alcalde Nicho Marenco, le valió críticas de su antiguo compañero de luchas y precipitó su desplome de la gracia presidencial. El significado de esa fuente no será igual para estos actores de la política vernácula, pero tiene un denominador común para los tres miembros de la clase política. Se erige como lugar de desencuentro en sus vidas y por más que lo deseen, ninguno puede obviar sus repercusiones personales.
La noche del 20 de abril de 2018 León ardió en llamas. Esa misma noche Radio Darío fue quemada, Aníbal Toruño evocó las cinco veces anteriores que había sido calcinada. Las instalaciones del Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) y casas adyacentes fueron consumidas por el fuego. Una patrulla de la Policía Nacional fue incinerada. Los efectos de las protestas tuvieron un significado adverso para trece estudiantes universitarios —Diurbel José Altamirano Palacios; Carlos Ismael Aguilar; Geral Antonio Luna; Kevin Francisco García; Zuri Sadaí Cuevas; Lesly Calderón Aburto; María Nela Guevara; Wintney Lazo Ñurinda, Karen Mayela Espinoza, Maxel Harmalch Lam, Bismarck Reymundo Escoto y Carlos Ismael Aguilar— expulsados de la UNAN-León por demandar un cambio de rumbo en el país. Marcia Lorena Montes, su bibliotecaria, tuvo la misma suerte, fue despedida por participar en las marchas. Para los universitarios de la UNAN-Managua, la iglesia Divina Misericordia forma parte de sus luchas libertarias. En ella encontraron refugio y protección, la noche del 13 de julio de 2018, cuando el Recinto Universitario Rubén Darío fue atacado a balazos por fuerzas paramilitares.
El monumento a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, levantado en el mismo lugar donde segaron su vida gatilleros a sueldo, el 10 de enero de 1978, rememora la personalidad del periodista inclaudicable. La casa donde murió en combate desigual Julio Buitrago, el 15 de julio de 1969, cañoneada por la gendarmería de la Guardia Nacional, tiene un significado diferente para los sandinistas que para los miembros de la extinta corporación militar al servicio de la familia Somoza. Las placas puestas en los distintos barrios capitalinos, donde cayeron combatiendo centenares de jóvenes por la desaparición del somocismo, son un recordatorio permanente del oprobio de la guerra. El 19 de abril de 2018, tiene para los estudiantes universitarios del siglo XXI, el mismo significado sociopolítico que tuvo para las generaciones universitarias del siglo XX, el 23 de julio de 1959. Como sostiene Erasmo de Rotterdam, la guerra es dulce solo para quienes no la sufren. Un axioma que jamás deberíamos olvidar. En pleno siglo XXI seguimos atrapados por la violencia institucional.
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Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
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