27 de septiembre 2018
La aprobación en primera instancia de la Ley conocida como Magnitsky Nica por parte del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, constituye una carta adicional en la manga del presidente de ese país, para tratar de lograr que Daniel Ortega vuelva a jugar al demócrata.
Según el excanciller de la República, Francisco Aguirre Sacasa, “esta ley es un factor adicional de presión”, en especial porque tiene una válvula de escape, que son los waivers, o dispensas, que se usaron en varios gobiernos a partir de los años 90 en adelante, para no aplicar sanciones relacionadas con temas de propiedad.
“Lo que se dice claramente con esta ley es que viene más presión, pero en la medida en que haya una respuesta positiva de Daniel Ortega y su Gobierno a esa presión, el Gobierno estadounidense -que ahora tiene el mandato de actuar de esta manera; ya no es a su discreción- podría ganar tiempo y volver a la táctica del ‘aterrizaje suave’, si hay una respuesta positiva de Ortega”, declaró el veterano diplomático.
Con todo, no es para que la administración Ortega se confíe, porque “la cosa en Washington está color de hormiga para Daniel Ortega”, reveló Aguirre Sacasa, al ser entrevistado para el programa de televisión Esta Noche, que se transmite por Canal 12.
Prueba de ello es la aprobación en primera instancia de esta Ley que “comunica la inconformidad de Washington con la situación política, económica y social de Nicaragua, pero sobre todo, con la política”, añadió.
Aguirre Sacasa destaca que ahora “Nicaragua está incluida en el universo de países como Rusia, que tiene su propia Magnitsky, o Irán y Venezuela, que han sido objeto de leyes parecidas”, que “no solo tiene acciones que podrían afectar a toda la economía nicaragüense, sino también sanciones teledirigidas a actores del Gobierno y del Estado”.
Aunque la situación tenga muchos puntos de coincidencia entre Venezuela y Nicaragua (caos, pobreza, autoritarismo, violencia), las similitudes no van más allá cuando se analiza el trasfondo económico de cada nación.
La diferencia la hace el millón y medio de barriles de petróleo que Venezuela produce todos los días, y si bien, buena parte ya está comprometida, recibir esos montos diarios “sigue haciendo la diferencia, porque les permite cierta capacidad de maniobra”, dijo Aguirre Sacasa.
“La situación de Maduro es sumamente delicada. ¿Podrá resistir Daniel Ortega el tipo de presión internacional que está recibiendo Maduro sin tener el petróleo venezolano? No lo creo”, aseguró citando como ejemplo que el anunciado viaje de Ortega a las Naciones Unidas “era para ver si se reunía con Trump, o al menos retratarse con él con fines de propaganda en Nicaragua”.
Al darse cuenta que ninguna de esas opciones se le cumpliría “hizo lo correcto al quedarse en Nicaragua”, sentenció el político.
Aislamiento total
El texto aprobado indica que no se condicionarían los préstamos de entidades multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y el BID, si estos están destinados a solucionar problemas básicos de la población, porque “la idea no es castigar al pueblo, sino a los responsables de la represión y la crisis que vive Nicaragua, que realmente ha calado en Estados Unidos”, aseguró.
En realidad, el tinglado continental aglutinado en la Organización de Estados Americanos no necesita de esa ley, porque “accionistas importantes en estas instituciones, como Estados Unidos, Brasil y otros del Grupo de Trabajo, tienen la capacidad de engavetar un proyecto de préstamo, antes que haya sido enviado al Directorio”, explicó.
El excanciller opina que las reuniones del Grupo de Trabajo con los altos directores del BID y del Banco Mundial -y del FMI en el futuro- sensibilizarán a estas organizaciones, para que asuman la visión política de sus accionistas principales, en cuanto a la situación en Nicaragua.
“El objetivo es tratar de rescatar a Nicaragua de la profunda crisis socioeconómica que está viviendo, cuya causa principal es la postura de Ortega de aferrarse al poder hasta el 2021 como mínimo, al continuar reprimiendo a la población, al rehusar sentarse de nuevo ante la mesa del diálogo con la mediación de la Conferencia Episcopal”, describió.
La intención es “enviarle un último mensaje a Daniel Ortega, que hay un consenso en Washington, en donde todos son halcones, contrario a la situación en los años 80, donde algunos apoyaban al sandinismo, y otros estaban alineados con Reagan en contra de él”, rememoró.
“En este momento, Daniel Ortega está enfrentando a un Congreso estadounidense y a una Casa Blanca, una OEA y una ONU, que ven con malos ojos lo que está pasando en Nicaragua”, dijo Sacasa.
El político liberal señala que el mandatario nicaragüense “cruzó el Rubicón cuando se lanzó con todos los fierros en contra del sector privado, la Iglesia, en contra del Diálogo Nacional, en contra de la propuesta que le hicieron, Caleb McCarry y el embajador Trujillo, para lograr un aterrizaje suave”.
“Lo que tengo que creer es que le ha dado un rotundo no, a la oportunidad que se le brindó. No sé qué está pensando Daniel Ortega, pero sí sé que en Washington solo hay halcones, y que la paciencia para con él, y para con los allegados a su gobierno, no es infinita”, ilustró.
Esa paciencia tiende a agotarse más rápidamente, en la medida en que el régimen continúa “amenazando a la población, al sector privado, como lo hizo el sábado, y con la represión del domingo. Ya hay casi 500 muertos, y ese es un número que se maneja en Washington”, confirmó.