15 de agosto 2018
Me preguntas por qué nos persiguen,
matan, encarcelan y desaparecen.
Respondo a la eternidad de tu asombro:
Por el delito de tomar la vida en serio.
Por querer hacerte caso compartiendo
tu Reino con los niños, con los desheredados de la tierra,
por ya saber adónde vamos y de dónde venimos
cuando sentimos tu presencia
para reclinar nuestras cabezas,
y lo más peligroso, a criterio de nuestros perseguidores,
por prepararnos para una gloriosa resurrección
donde estaremos autoconvocados vivos y muertos
exigiendo justicia.
Ciertamente la vida es un aprendizaje constante.
Tres veces en las cárceles de Somoza
me enseñaron que la libertad es una cátedra sin rejas
y que las ergástulas de los dictadores
tienen autonomía universitaria.
Por eso soy un delincuente consuetudinario.
Nunca he ocultado ni ocultaré
que desde mi infancia y adolescencia
tuve de cómplices a dos héroes que nunca me abandonan:
El de la Cruz, es tu hijo, y el otro,
un nica de Niquinohomo,
su hermano.