13 de agosto 2018
El domingo a las once de la mañana la parroquia de San Miguel Arcángel de Masaya está llena a reventar. Los parroquianos han llegado temprano para escuchar el sermón del padre Edwin Román, considerado en esta ciudad un héroe cívico después de haber abierto las puertas de la parroquia para atender a heridos durante la brutal represión desatada por paramilitares de Daniel Ortega contra los civiles atrincherados en las barricadas que retaban el poder del dictador en esta ciudad de folclor y artesanías. Organizaciones de derechos humanos estiman al menos en 35 el número de fallecidos por el asedio a Masaya de parte de las huestes armadas de Ortega.
Masaya, tensa y todavía tomada por los escuadrones de la muerte de Ortega, tiene en esta cita semanal un alivio frente al dolor que la enluta. Los feligreses escuchan atentos a Román, de 58 años. Algunas señoras lloran, mientras él, desde el púlpito, critica sin eufemismos ni circunloquios a quienes encarcelan, matan y denuncian a sus vecinos. Falsos cristianos, los llama y acusa incluso a quienes llegan a la misa a grabar vídeos de sus sermones. “Me gusta que graben para que a ellos les llegue directamente el mensaje y tal vez así se logra su conversión”, afirma Román en referencia a Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
Román denunció acoso por su postura valiente y cuenta ahora con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Estuvo refugiado en Managua, pero el domingo pasado decidió regresar a su ciudad, para ofrecer misa.
Al terminar la misa la gente se ubica en una larga fila para hablar con el sacerdote, besarlo y abrazarlo. Después de haber expuesto su vida, de involucrarse en la defensa de los derechos humanos junto a activistas de la organización ANDPH de Masaya, Román se ha ganado el cariño de sus feligreses y de su ciudad.
Alto, delgado, de piel blanca ahora curtida por el sol y mirada entristecida, el sacerdote recibió a CONFIDENCIAL en la iglesia, un edificio blanco, de madera, fresco y modestamente decorado. No oculta su repudio al hombre que ha desatado la peor matanza en Nicaragua en tiempos de paz. Critica lo que define como mentiras, cinismo y manipulación. No solo de los datos, sino del cristianismo y hasta de Sandino, héroe nacional del que Edwin Román es descendiente directo, porque su abuela, Manuela Calderón, era hermana de Sandino. “La imagen de Sandino fue robada por Ortega”, afirma. “Aquel guerrillero que combatió a un dictador ahora se ha convertido en un dictador. Hemos visto como él mismo ha hundido a su partido”.
En los momentos más crudos de la represión usted abrió las puertas de este templo de San Miguel. ¿Qué lo llevó a tomar esa decisión?
Siempre recuerdo ese 10 de mayo, un jueves. Estaba en mi habitación y escuché disparos, bombas, gente que corría y gritaba y no me sentí bien al mantener cerrada la casa cural, por lo que abrí el portón, abrí las puertas e inmediatamente empecé a atender jóvenes heridos, les puse agua y esa noche, desde las siete hasta las tres de la mañana, estuvimos con unos vecinos atendiendo a los jóvenes. El siguiente día hubo más represión y hubo más de 25 heridos, dos de ellos de gravedad, que fueron trasladados a un hospital privado a Managua. Y también hubo muertos: el primer fallecido que entró fue un niño de 15 años con un disparo de AK en el pecho. Y luego hubo la muerte de tres personas más. La casa cural se convirtió en una especie de morgue, se le dio refugio a gente y fue el centro de denuncias para la ANPDH de madres que buscaban a sus hijos. La convertimos en un dispensario con alrededor de 14 paramédicos y cuatro médicos que estuvieron atendiendo.
¿Cómo fue para usted ver a estas personas muertas aquí en la casa cural?
Fue algo muy duro. Yo me he enfrentado a la muerte muchas veces, cuando tengo que auxiliar a personas enfermas, pero nunca verla en esa otra realidad, con gente que ha sido ejecutada; ver a un niño con disparo en el pecho, de apenas 15 años. Como ser humano me quebré en llanto. Fue muy duro ver ese cuadro de una madre que está en estado de shock y que no haya qué hacer con su hijo, a quien quiere despertar, lo sienta, lo abraza. De un padre que besaba a ese niño con ternura. La madre me decía que ella lo enllavaba en la casa y él quebró el gavetero para sacar la llave, porque decía que tenía que salir a defender a Nicaragua. Es el heroísmo de este niño que defiende a su patria con una tiradora. Fue ejecutado cruelmente por un policía: el niño está de rodillas en el mercado de artesanías diciéndole a un oficial “no me matés”. Pero a sangre fría lo ejecutó.
También lo vimos en las calles junto a activistas de la ANDPH intercediendo por los detenidos incluso en momentos de balaceras. ¿Qué lo movió a arriesgar hasta su vida?
Es una nueva misión que el Señor me tenía reservada, nunca me lo imaginé. Recuerdo que una mañana pasó una camioneta con paramilitares y atraparon a once jóvenes y sus amigos vinieron a pedirme ayuda. Entonces empecé esa misión de mediar para que liberaran a tantos jóvenes. También intercedimos por antimotines, gente de la Juventud Sandinista que según la ciudadanía de Monimbó llegaban de infiltrados y los atrapaban, nos los traían a la iglesia y junto a los derechos humanos los liberábamos. Era un trabajo de mediador. Como sacerdote, como pastor, yo trabajo para todos, no me interesa su bandera, su posición política, su religión. La gente no puede señalarnos de que nos parcializamos.
El presidente Ortega ha acusado a los sacerdotes y obispos de incitar a la violencia y hasta los ha llamado golpistas. ¿Qué opina usted de ese ataque de Ortega?
De ninguna manera. Hemos estado al lado de nuestro pueblo. El papa Francisco ha dicho que no debemos oler a incienso sino a ovejas y por eso hemos visto a una Iglesia de Nicaragua que va a las calles, sus obispos, el nuncio, el cardenal, tantos sacerdotes que hemos expuesto nuestras vidas, pero lo hacemos con esa misión, vocación, de ser un pastor que da la vida por sus ovejas. Exponer la vida es también un deber nuestro como pastores, porque si Cristo derramó su sangre nosotros no estamos exentos de dar la vida por las ovejas.
El presidente Daniel Ortega ha reconocido en entrevistas con cadenas internacionales que los muertos en Nicaragua son 197 y ha dicho que la mayoría son policías o simpatizantes del Frente Sandinista.
Es cinismo, un discurso de pura mentiras. Hemos visto en las cuatro entrevistas que ha dado cómo se contradice. Yo he estado muy cerca de la ANDPH y ellos contabilizaban 22 oficiales muertos. El resto formaban parte de la ciudadanía. En Masaya se contabilizaban 35 fallecidos, pero hubo un momento en el que se pierde el dato por los hechos de violencia, cuando la gente se replegó a la laguna. Ahí iban heridos, mucha gente quedó muerta. La gente escapó a como pudo.
¿Qué información tiene usted sobre esa gente que escapó hacia la laguna de Masaya?
No hubo apoyo de parte del Gobierno. La Iglesia y la ANPDH estuvimos anuentes a rescatarlos. Ya teníamos a la Cruz Roja, había buses, las monjitas de Catedral de Managua tenían alimentos para más de 200 personas, porque serían trasladadas allá, como se hizo con los muchachos de la UNAN y la iglesia Divina Misericordia. El Gobierno no apoyó, querían que regresaran a Monimbó. ¿Cómo lo iban a hacer, si estaban huyendo de la represión de Masaya, de Monimbó, que es su tierra y la aman? Cada quien buscó cómo salir. Tengo el testimonio de un médico que estuvo ahí, que le extrajo una bala a un joven que se desangraba. Hay testimonio de que hubo muertos, hubo niñas de doce años, adultos, mujeres embarazadas. No era solo gente que estuvo en las trincheras, sino pobladores, más de 200 personas, que salieron en desbandada.
En su sermón de este domingo dijo: “nos están matando, nos están encarcelando, nuestros vecinos nos están denunciado, eso no es ser cristiano”. Sin embargo, el presidente Ortega se define como cristiano…
¡Imaginate! Ese ha sido su doble discurso desde que llegó al poder hace once años. Sin embargo aquí no vemos un Gobierno que es cristiano, porque está matando a la gente. ¿Dónde está el mandamiento de no matarás? ¿Cómo es que un Gobierno que se dice cristiano está ejecutando a su pueblo, los está maltratando, está contra sus derechos ciudadanos? Aquí fueron familias enteras las que estuvieron resguardándose, porque las barricadas en Masaya nos daban protección. Ahora no hay seguridad. Ser joven es un delito, ser médico es un delito, ser sacerdote es un delito.
¿Se siente perseguido como sacerdote?
Soy un ciudadano y como todos los ciudadanos estamos perseguidos. Todos los nicaragüenses que quieren democratización, que quieren justicia por tanto muertos, nos consideran enemigos. Yo soy parte de todos estos nicaragüenses a los que nos señalan. He tenido infiltrados en la parroquia, gente que viene a grabar. Me gusta que graben para que a ellos les llegue directamente el mensaje y tal vez así se logra su conversión.
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“Ortega robó la imagen de Sandino”
*“Aquel guerrillero que combatió a un dictador ahora se ha convertido en un dictador. Hemos visto como él mismo ha hundido a su partido”
Edwin Román se considera orgulloso de ser descendiente de Sandino y critica la manipulación que Daniel Ortega ha hecho de la imagen del Héroe Nacional. A inicios de mayo se acercó a Niquinohomo para mediar en una crisis que mantenía tensa a la cuna de Sandino: los vecinos habían rescatado el monumento del héroe nacional del control del FSLN, pero las huestes de Ortega pretendían atacar a los manifestantes e imponer la bandera rojinegra del partido a la estatua que se alza en la entrada del poblado. Román le arrancó a la alcaldesa de la localidad, Martha Pérez, el compromiso de que el monumento de Sandino nunca más sería secuestrado por el orteguismo.
Usted es descendiente de Sandino. ¿Qué es para usted el sandinismo?
Una cosa es Sandino y otra el sandinismo. No dudo que existen buenos sandinistas, yo mismo tengo amistades sandinistas, pero no son danielistas. La imagen de Sandino fue robada por el señor Ortega. El ideal y su bandera, porque lo que ha existido en Nicaragua es un orteguismo, un murillismo. Yo me siento muy orgulloso de que en mis venas corra sangre del general Sandino.
¿Se considera sandinista?
No militante sandinista. Mi líder es Jesucristo. Mis banderas sin la azul y blanco y la amarilla y blanco. No tengo ningún partido, no tengo ningún líder político. Me debo al pueblo de Dios, pero sí me siento muy orgulloso de ser familia de Sandino.
El presidente utiliza el símbolo de Sandino en sus discursos y en su Gobierno...
Ha sido un trampolín. Aquel guerrillero que combatió a un dictador ahora se ha convertido en un dictador. Hemos visto como él mismo ha hundido a su partido. Este matrimonio Ortega-Murillo hundió al sandinismo.