27 de julio 2018
Nosotr@s, activistas de la solidaridad internacional o ciudadan@s unid@s por razones profesionales o familiares con Nicaragua, much@s de los cuales hemos estado comprometid@s con la Revolución Sandinista de 1979 y su defensa contra la contrarrevolución liderada por Estados Unidos, afirmamos nuestra solidaridad con el pueblo de Nicaragua.
Desde el surgimiento del movimiento popular hace tres meses, y con el inicio de la represión desatada por el gobierno Ortega-Murillo, más de 300 personas han muerto y se estima que la cantidad de heridos es de cerca de 2000. La represión desatada por un gobierno que utiliza métodos cuya brutalidad trae a recuerdo las peores dictaduras de América latina (grupos paramilitares armados hasta los dientes actuando al lado de la policía, asesinatos selectivos, secuestros) se ensaña contra de los líderes y actores del movimiento popular. La magnitud de la represión ha sido confirmada en sendos informes de organizaciones de defensa de los derechos humanos, incluso por la oficina del Alto Comisionado de la organización de las Naciones Unidas por los derechos humanos (OACNUDH).
El pueblo nicaragüense que durante 40 años padeció y enfrentó la dictadura somocista, así como el imperialismo estadounidense en los años 1980, se merece nuestro apoyo. La indignación, el dolor, el sentimiento de frustración histórico se ven multiplicados al ver que quienes hoy perpetran tal aberración política son dirigentes de un gobierno que se proclaman de izquierda.
En realidad, el régimen Ortega-Murillo, recurriendo a una fraseología antiimperialista, se sostuvo gracias a una alianza con la oligarquía nicaragüense, el capital internacional (incluso el de Estados Unidos) y los sectores religiosos más reaccionarios. Sobre todo, está al servicio de la oligarquía tradicional y de una nueva casta vinculada la familia presidencial y al aparato de Estado controlado por ella. Es cómplice de la degradación del patrimonio ecológico del país y arquitecto de la entrega de la soberanía nacional a intereses extranjeros como se ha visto en el caso del proyecto de gran canal interoceánico. Tras haber progresivamente desnaturalizado el carácter democrático de las instituciones, impulsa ahora un rumbo político de devastadoras consecuencias.
Las fuerzas de la izquierda en el mundo no pueden, por razones geopolíticas mal interpretadas, hacer caso omiso o convertirse en cómplices de una represión que denuncian enérgicamente, y con toda la razón, cuando se da en países vecinos, como por ejemplo en Honduras (donde desde hace unos días el paro nacional contra el alza del precio de transporte y las manifestaciones estudiantes han sido violentamente reprimidas). Cuesta determinar quién de ambos jefes de Estado se inspira del otro, lo cierto es que el sentimiento de total impunidad es un poderoso incentivo para imponer más autoritarismo y amordazar las aspiraciones democráticas de la ciudadanía.
Condenamos las masacres orquestadas por el régimen Ortega-Murillo y sus esbirros y apoyamos las reivindicaciones del movimiento popular: exigimos el cese de las violencias, la apertura de una investigación internacional sobre de la represión y los crímenes cometidos así como la toma de sanciones contra los responsables, nos unimos al clamor por la renuncia del gobierno actual y de la dirección de la policía nacional, y apoyamos la conformación de un gobierno de transición en el cual los movimientos sociales estén ampliamente representados, y la organización de elecciones libres.
Hacemos un llamado a desarrollar, la tan necesaria solidaridad internacional con el pueblo nicaragüense.
Firman
Fieux Bernadette y Fernand, Orgelet, padres de Joël Fieux, asesinado por la Contra en 1986 Abbet Sébastien, Lausana, estudiante Aldebert Line, París
Alonso Lormand María Jesús, Ginebra
Amasse Théo, Marsella, Francia América latina (FAL) Amzallag Michel, París
Andréani Fabrice, Marsella, doctorando en ciencias políticas, docente en la Universidad Lyon 2 & Science Po Lyon
Más firmantes aquí