9 de julio 2018
El histórico barrio indígena de León, Sutiaba, permanece este sábado 7 de julio sitiado por paramilitares. En un acto de rebeldía y en medio del constante asedio paramilitar, los pobladores volvieron a levantar la noche anterior las barricadas de adoquín que días antes las fuerzas de choque del Gobierno de Daniel Ortega desmontaron a balazos, y que para los leoneses ha sido uno de los más cruentos desde que inició la resistencia.
Danny Ezequiel López Morales, de 21 años, fue uno de los cuatro jóvenes que murió en la “operación limpieza” que las fuerzas paramilitares ejecutaron la mañana del jueves 5 de julio, en Sutiaba. Una bala le impactó en la espalda mientras andaba en su bicicleta. Recibió el disparo cuando iba de regreso a su casa, mientras capeaba el ataque de los paramilitares que había iniciado desde las 06:00 de la mañana. Fue trasladado inmediatamente al centro de salud de Sutiaba, donde no recibió la atención médica adecuada, según afirma su familia.
“Ese es el plan de limpieza de ellos, no solo los adoquines, también a todo lo que encuentren en la calle”, exclama Ileana Morales, la madre de Danny López, quien es una mujer robusta y de mirada penetrante. Sus ojos permanecen brillantes, al borde de las lágrimas que nunca salen. Cuenta que aunque quieran desmontar las barricadas de Sutiaba, la gente las volverá a levantar, porque “es la única defensa para la juventud, para los niños y para los ancianos”.
“Todo el mundo sabe quién es el que mata, quién es el que tiene armas de fuego, porque los muchachos aquí sus armas son piedras. Ellos no caminan armas de fuego. Usted sabe quién es el único que es carnicero. Para la defensa de la gente es que los jóvenes las levantan (las barricadas)”, sentencia.
Morales afirma que su hijo no estaba en las trinchera. Lo mataron mientras trabajaba. Danny López vendía chicharrones a domicilio, que ofrecía por encargo a través de Facebook. Así se ganaba la vida, cuenta su madre. Sin embargo, para el joven de 21 años la resistencia de su barrio no le era indiferente. El 4 de julio escribió en su perfil de Facebook: “Hay causas por las que merece la pena morir, pero no por las que merece la pena matar.-nicaragua unida jamás será vencida!!! (transcripción original)”. Al día siguiente, López sería asesinado.
Esa mañana, también fallecieron Alex Enrique Machado Vázquez, de 24 años y Junior Alexander Núñez Rojas, de 21 años. Ambos “cayeron” en la misma cuadra, en una esquina conocida como “el alacrán”. Hoy solo queda en el lugar unas cruces hechas con ramas de árboles, un par de velas y una larga mancha roja de sangre seca.
La madre de Junior Alexander, Aura Marina Rojas, afirma que a su hijo o mataron policías. El joven recibió un disparo en la cabeza cuando más de 20 camionetas cargadas de agentes y paramilitares ingresaron al barrio, el 5 de julio.
El día que enterraron los cuerpos de los tres jóvenes asesinados aquella mañana, Mario Antonio Martínez Peralta, de 18 años, se sumaba a lista de víctimas. El viernes en la madrugada recibió 18 disparos. Los familiares denuncian que paramilitares abordo de un vehículo blanco y dos patrullas le dispararon.
En estos tres días de ataques, más de 20 jóvenes fueron “secuestrados” y detenidos arbitrariamente, pero el sábado por la noche fueron liberados por una "mediación" entre la Iglesia Católica y las autoridades de León.
“Sutiaba levantará una y otra vez sus barricadas”
Para Marviel Padilla, miembro del Movimiento Autoconvocado Azul y Blanco de León, este fue “uno de los peores ataques” que le ha tocado vivir a los leoneses en los últimos meses de protestas cívicas.
Al ver el número de secuestros y de fallecidos en un solo día, quien no es de la zona se preguntaría por qué tanta saña contra esta comunidad. Ante esta interrogante, Padilla responde que esto tiene un trasfondo y que León fue “la cuna de la revolución” y por eso “el orteguismo está dolido”.
En León se levantaron más de 400 barricadas, las cuales 195 estaban en Sutiaba. También los leoneses fueron los primeros en revelarse; los primeros en ser reprimidos el 18 de abril, cuando un grupo de ancianos y activista se plantaron en las instalaciones del Instituto de Nacional de Seguridad Social (INSS), en protesta a las reformas impuestas por Ortega; y también fueron los primeros en decratar paro, dos días antes de que el gran capital en Managua se sumara. Por estas razones, Marvelian cree que “el orteguismo se siente dolido”, como una fiera herida. Casi todos los días los medios locales reportan ataques constantes en la ciudad, por parte de paramilitares y policías.
Esta tarde del sábado 7 de julio, Marvelian Padilla planeaba llevar comida a Sutiaba. La noche anterior fue la última vez que entró a la zona. Después que enterraron a sus muertos, los pobladores del barrio volvieron a levantar la barricadas. Pero la zona amaneció sitiada y desde las 06:00 de la mañana la “operación limpieza” del Gobierno volvió a ejecutarse, esta vez con más detenciones arbitrarias.
La Calle Real, una de las vías que bordea Sutiaba, permaneció sitiada por paramilitares armados de fusiles, quienes además hacían la labor de agentes de tránsito. Mientras tanto, los pobladores del barrio se escondían en sus casas. Esa tarde, un grupo de simpatizantes del FSLN caminaron hacia el Fortín de Acosasco, uno de los últimos reductos de la Guardia Nacional de Somoza Debayle que fue liberado el 7 de julio de 1979. Pero no entraron a Sutiaba, pese que en anteriores años esa era la ruta.
A pesar que "la bota del orteguismo" presionó duro durante tres días a Sutiaba, Marvelian Padilla cree que León seguirá en la resistencia y que ya no hay vuelta atrás. “Ellos no entienden que esta es una lucha de resistencia y las veces que quiten las barricadas se van volver a levantar”.