10 de junio 2018
Una multitudinaria caravana “azul y blanco” le dio vida a las calles de Managua este domingo, cuando una hora antes parecían estar desoladas. Partió desde el monumento de Alexis Argüello en carretera a Masaya y recorrió más de 20 barrios donde los pobladores salieron a su encuentro, y con banderas, pitos, cacerolas y consignas, gritaban: “¡Qué se vayan Daniel Ortega y Rosario Murillo!”
La caravana fue organizada y convocada por diferentes sectores de la sociedad civil con el fin de respaldar y solidarizarse con las personas que han estado al frente de los tranques y barricadas de distintos barrios de la capital y del territorio nacional.
Francisca Ramírez, líder del Movimiento Campesino, encabezó la kilométrica caravana. Para ella, la participación de la gente permitió medir “el pulso” de los capitalinos con respecto al apoyo a la búsqueda de justicia y democratización, pese a las acciones represivas del Gobierno en manifestaciones anteriores. “La caravana fue exitosa”, afirmó.
La caravana partió a las 9:30 a.m. yendo en dirección hacia la pista principal de Altamira para ingresar a la Colonia Máximo Jerez. Violeta Majano es arquitecta y fue una de miles que se unió a la convocatoria. Para ella, después de la masacre del 30 de mayo donde la policía atacó a los manifestantes, ha sido difícil continuar en las protestas, pero "el que tiene miedo pierde, no hay que tener miedo", asegura.
También se sumaron comerciantes de distintos centros de compras populares como el Mercado Oriental, y aprovecharon para llamar a la desobediencia civil con el no pago de tributos. "No pagarle impuestos al Estado es un gran tranque económico, las alcaldías no se van oxigenar de dinero que están utilizando para reprimir al pueblo de Nicaragua", reiteró Irlanda Jerez, odontóloga y comerciante.
Para Irlanda, la solución a la crisis es la salida de Ortega. El silencio de la pareja presidencial ante la petición de los obispos es una muestra clara: "la respuesta ha sido la represión... ellos jamás han amado este país, y no les interesa cuántos mueran", cuestiona.
Fausto Cabrera es un poblador "más" que se sumó a la protesta pacífica. Para él, la caravana permite "salir de la zona de confort" y de los mismos escenarios como la rotonda Jean Paul Genie y las inmediaciones de Metrocentro. "En estos momentos donde la represión y el uso de la violencia por parte del régimen ha aumentado, es clave conectar con los barrios, con la gente que se ha unido a la lucha", señaló.
Mientras la caravana se extendía por estrechas avenidas e intercecciones de los barrios, los pobladores, algunos tímidos, sacaban sus banderas desde el interior de sus casas, y otros gritaban consignas, coreaban canciones, ondeaban banderas y tocaban bocinas y vuvuzelas.
Durante el recorrido, sectores de la sociedad civil promovieron los "Comités Azul y Blanco", y repartieron un manual para explicar su funcionamiento. Estos consisten en la organización de la población barrio por barrio para proteger sus territorios de saqueos, hostigamientos y violencia. También para medidas ante posibles escenarios como un paro nacional y organizar movimientos de desobediencia civil. La propuesta plantea una organización de comisiones que se ocupen en temas de: abastecimiento, seguridad, salud, comunicación y administración del barrio.