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Ortega se aferra al poder hasta 2021

No ordena cesar la represión y pide dos días a los obispos, para “reflexionar” sobre la “agenda de la democratización"

Una máscara de la danza tradicional "Baile de Negras" junto a la bandera de Nicaragua sobre el ataúd del joven Jorge Zepeda. Jorge Torres | EFE | Masaya

Colaboración Confidencial

Carlos Salinas, Yader Luna e Iván Olivares

8 de junio 2018

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La líder campesina Francisca Ramírez hizo un llamado la noche del jueves a arreciar los bloqueos de carreteras y el “paro ciudadano” en todo el país tras conocerse que los obispos no lograron ningún compromiso de parte del presidente Daniel Ortega para facilitar una salida a la crisis de desgobierno que afecta al país y que según cálculos del Centro Nicaragüense de derechos humanos (CENIDH) ha dejado ya 134 muertos.

Ortega, que se aferra al poder mientras mantiene la represión y se rehúsa a desarmar a los paramilitares, pidió a los obispos dos días de “reflexión” para analizar la agenda de “democratización” del país, que ha sido planteada en el diálogo nacional desde hace tres semanas.

La agenda de justicia y democracia contempla reformas constitucionales y electorales, un cambio total del Consejo Supremo Electoral, elecciones anticipadas y la reducción del mandato de todas las autoridades, así como una profunda reforma policial, refrendada a través de una Ley Marco. Pero la intransigencia de Ortega demuestra que no está dispuesto a ceder.

“Esperamos que estos días sean para reflexionar su salida”, dijo Francisca Ramírez. “No vamos a ceder, la gente no quiere que Ortega se quede en el poder, quieren que renuncie, estamos pidiendo que el pueblo salga a las calles”, agregó al líder del movimiento anti canal. La noche del jueves, tras pedir las 48 horas de “reflexión”, las huestes de Ortega atacaron la Universidad Nacional Autónoma de Managua. El ataque dejó un muerto, un joven identificado por sus compañeros como Chester Javier Chavarría.


Los obispos se reunieron la tarde del jueves por más de dos horas con Ortega. Aunque dijeron que el diálogo con el mandatario transcurrió en un “ambiente de serenidad y franqueza”, quedó claro que el caudillo no cedió sobre la principal exigencia de la población, que es su renuncia inmediata, ni siquiera sobre las elecciones anticipadas. “Le hemos entregado la propuesta que recoge los sentimientos de muchos sectores de la sociedad nicaragüense y expresa el anhelo de la inmensa mayoría de la población”, dijeron los obispos en un comunicado leído en el Seminario Nuestra Señora de Fátima de la capital. “Una vez que el presidente de la República nos haya respondido formalmente, convocaríamos a la Mesa Plenaria del Diálogo Nacional, para valorar si dicha respuesta y por lo tanto la factibilidad de continuar el mismo Diálogo”, informó la CEN.

La intransigencia de Ortega generó un sentimiento de indignación en el país, expectante ante la posibilidad que el mandatario cediera frente a una salida constitucional. “Ortega no quiere diálogo, ni a los Obispos de mediadores, ni  sentarse con la Alianza Cívica”, escribió en Twitter la ex guerrillera sandinista e historiadora Dora María Téllez. “Quiere jugar bola pasada con alguien que oficie un diálogo a su antojo para quedarse en el poder. Ahora recetará más represión. Y todos tendremos que responder con más resistencia”, advirtió.

Azahálea Solís, representante de la sociedad civil en el Diálogo, dijo que con su intransigencia Ortega demuestra que no le interesa la agenda de democratización presentada por la iglesia. “Aunque la mesa del diálogo aceptara que Daniel Ortega se quedara, el pueblo ha dicho que no. No hay posibilidades. Está inhibido política y moralmente para seguir siendo presidente de Nicaragua después de haber ejecutado la orden de matar, que está demostrada científicamente”, dijo Solís. "La posición de los obispos ha sido bastante consecuente alrededor de la agenda. Ortega no quiere salvar al país, Ortega va a querer gobernar sobre la destrucción de la institucionalidad y sobre la destrucción real del país”, agregó la abogada.

"La respuesta está en las calles"

Nicaragua cumplió esta semana 50 días de crisis que han provocado un frenazo en la economía del país. FUNIDES calculó que si la situación se mantiene, las pérdidas podrían superar los 600 millones de dólares y en el peor de los escenarios se podrían perder 150 mil empleos. La población, sin embargo, parece dispuesta a sufrir estas consecuencias en su lucha por libertad.

Enrieth Martínez, de la Coalición Universitaria, dijo que la respuesta de Ortega le generó "indignación y frustración" como al resto del país pero considera que eso se traducirá en mayor presión en las calles.

"Creo que la respuesta ya no solo está en el diálogo sino que se debe traducir en exigir su renuncia, y prueba de ello es que cada vez más sectores sociales se están articulando y organizando en los territorios", expresó.

Según Martínez, en estos dos días "debe salir la gente a las calles para hacerse escuchar" y resulta esperanzador que más actores nacionales e internacionales condenen al régimen de Ortega.

Pierde tiempo y crece indignación

El educador Carlos Tünnermann, miembro de la sociedad civil de la Alianza Cívica, dijo que el presidente Ortega se sigue "equivocando" y haciendo una "mala lectura" del reclamo ciudadano de todo el país.

"Un estadista responsable y consciente de todo el dolor por las muertes durante las protestas debió responder de inmediato a los obispos que se retomara el diálogo ya, pero él sigue equivocándose al no responder al clamor de la población n y entre más tiempo pasa, más se aumenta la indignación ciudadana", aseguró.

Para Tünnermann los obispos hicieron bien en expresarle la situación de crisis que vive el país y presentarle la agenda consensuada en la Mesa Plenaria del Diálogo Nacional, sobre la democratización del país. "Al pedirle su respuesta escrita podremos saber de una vez por todas lo que piensa", argumentó.

"Parece que Ortega no quiere leer lo que está pasando en el país, y mientras siga con esa actitud, los tranques auto convocados y las protestas ciudadanas irán en aumento", explicó.

Sobre si la estrategia del mandatario es ganar tiempo, Tünnermann opina que "más bien lo pierde" porque entre más pasan los días "se han ido incrementando los fallecidos y la represión" lo que le sigue generando mayor rechazo a nivel nacional e internacional. "Ortega debería ser el mayor interesado en encontrar una salida a la crisis de su Gobierno retomando el diálogo", insistió el académico.

Adelantar las elecciones

Sergio Maltez, presidente de la Cámara de Industrias, llamó la atención al hecho de que Ortega hubiera pedido tiempo para reflexionar en torno a los 40 puntos para lograr la democratización, lo que a su juicio “tiene muchas lecturas entre líneas”.

El problema es que “el tiempo sigue pasando, y no vemos de parte de Ortega una respuesta clara y concisa, sobre las acciones que piensa tomar” para satisfacer las demandas de la población.

“La expectativa general es que todo se normalice, se adelanten elecciones, y se tomen los pasos para la democratización, pero ya llevamos tres semanas de Diálogo, de un mes que dio la CEN, y no vemos avance”.

Su opinión es que existe un riesgo de anarquía total, porque nadie tiene el control total de la situación, por lo que llama al gobierno a tomar nota de esa posibilidad y tomar decisiones en pro de la democracia.

“No podemos esperar mucho tiempo más, porque las consecuencias, sobre todo sociales, pueden ser nefastas”, advirtió.

Llamado a la Policía Nacional

Sandra Ramos, del Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas ‘María Elena Cuadra’, optó por mantener el voto de confianza a la Conferencia Episcopal, pues “creemos que están haciendo todo lo que está a su alcance para reanudar el Diálogo Nacional, pero eso depende de la otra parte”, aseveró, en referencia a Daniel Ortega.

En este “momento difícil que atraviesa el pueblo nicaragüense, a causa de la represión”, Ramos aún confía en la opción del diálogo, pero también en que “se mantenga la presión de la gente y la presión internacional para volver a sentarnos a buscar cómo resolver este problema que agobia a todos los nicaragüenses”.

Al conocer los resultados de la reunión, y la petición de tiempo por parte de Ortega para “reflexionar”, indicó que “el pueblo tiene la última palabra”, por lo que vislumbra a la gente instalando más tranques e incrementando sus autodefensas como reacción a la indefensión en que viven, en especial cuando las camionetas de la muerte entran a los barrios.

“Hago un llamado a la Policía Nacional, a los policías que no quieren cumplir las órdenes de agredir a su pueblo, a que depongan las armas. Que recuerden que la Policía debe estar al lado del pueblo. Confiábamos en ellos. Son gente de los barrios. Son gente pobre, hijos de los pobres, que son los que están muriendo y por eso no hay presión más arriba, porque no ha muerto el hijo de ningún rico”, analizó.


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