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¿Hacia adónde va el diálogo?

Para Almagro –personaje ciertamente incoherente– la salida de la dictadura no significa la salida de Ortega

En el siglo XXI al monstruo de las dictaduras le han crecido nuevas cabezas. No se engañe pensando que todas son iguales. Lea: ¿Qué decirle a Luis Almagro sobre Nicaragua?

Fernando Bárcenas

22 de mayo 2018

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Esta pregunta no se responde con una profecía. Se trata de reflejar cuál es la tendencia de desarrollo del conflicto, que se manifiesta en la mesa de negociación para unaeventual salida pacífica de la dictadura. Es un problema de conciencia política y, por lo mismo, de organización y de capacidad combativa en las calles.

Plan de lucha

No se trata de encontrar coincidencias mínimas en una concertación o diálogo, como insisten quienes intentan desmontar el proceso de cambio, sino, de lograr una supremacía en la correlación de fuerzas, en los términos en que la lucha lo requiera.

Una revolución, que cambie por completo la naturaleza del Estado dictatorial, que extirpe la corrupción y el crimen, para refundar la nación sobre nuevas bases económicas y políticas para el desarrollo de las fuerzas productivas, tiene sólo una oportunidad de avanzar por medios pacíficos si la dictadura acepta la pérdida del poder, o si el ejército saca al tirano del poder. Lo que no es el caso por ahora. Por desgracia, el cambio por vía pacífica no es una opción unilateral de parte del pueblo. Y en la lucha vence, no quien tiene la razón o quien representa el interés de la nación, sino, aquel que consigue, mediante un plan de lucha, mayor capacidad combativa en los hechos.

Ortega, a pesar de su aislamiento, podríaaplastar terriblemente las movilizaciones, pero, su victoria seguramente llevaría al país al abismo.No sería una victoria pírrica, sino, una tragedia infernal que hundiría a la nación. El problema es que Ortega no es un estratega, sino, un mesías ridículo sin escrúpulos.

Ilusiones burocráticas


Hay sectores que intentan, con el diálogo, imponer una visión ambigua, a la que llaman aterrizaje suave, que es la misma visión de Almagro, que ve en Ortega un factor de democratización. Para Almagro –personaje ciertamente incoherente -la salida de la dictadura no significa la salida de Ortega.

Pero, nuestra economía en crisis no resiste un aterrizaje suave sin que se produzca un descalabro social.El diálogo no es una salida, sino, la posibilidad de caer en una trampa desmovilizadora que, por un acuerdo incierto que mantenga a Ortega en el poder, nos constriña a vivir continuamente en crisis, sin inversión directa, con fuga de capitales, con inseguridad, con desempleo, con recesión e inflación, con pobreza extrema y hambre. Un diálogo frustrante, en lugar de llevarnos a un aterrizaje suave, nos conduciría a la anarquía, a una sociedad fallida.

Significa que el diálogo no puede, al puesto de la lucha, ser el medio de democratización del país. Su función, bien dirigido, es la de descartar ilusiones sobreun posible acuerdo racional con la dictadura, para avanzar, en cambio, hacia nuevas etapas de lucha.

Las ilusiones son un recurso sutil del status quo, que se infiltra en el seno no sólo del pueblo, sino, primeramente, que se inculca en la conducción del movimiento revolucionario para dispersar la voluntad de lucha de quienes rechazan a la dictadura.

El diálogo es una lucha que se desarrolla en el terreno de las ilusiones,de prejuicios que apelan sólo a los buenos deseos, a las tradiciones, a las creencias, a la inercia, frente a la necesidad de una dirección metodológica, que no se improvisa. En esta etapa, el diálogo es una lucha en un pantano, en que se corre el riesgo de la desmoralización, del estancamiento, del aflorar de discrepancias internas. SunTzu recomienda, en el arte de la guerra: si atraviesas un pantano, hazlo rápidamente.

El formato del diálogo disminuye el rol de vanguardia del estudiantado

Todo el formato del diálogo, consensuado entre la Conferencia Episcopal y Ortega, está diseñado para aislar a los estudiantes, para minimizarlos, para circundarlos por quienes están lejos de la lucha y, peor, aún, para estrangularlos por quienes defienden al régimen sin cambio alguno.Para una conducción revolucionaria de la lucha no basta que los estudiantes y los campesinos sean extraordinariamentevalientes, honestos, incorruptibles, inteligentes, dispuestos al sacrificio, se requieren, en especial, principios políticos revolucionarios, es decir, teoría revolucionaria que oriente la praxis. Lo que está en juego es el destino de la patria.

Primera sesión del diálogo como parte de la rebelión de masas

La primera sesión del diálogo, el miércoles 16 de mayo, fue una clara expresión, en medio de la divagación de Ortega, de la decisión del régimen no sólo de no considerar su salida, sino, de no ordenar siquiera el cese de la represión, y deno dejar depromover losincendios, el vandalismo,el saqueo.Ortega, en esa ocasión, dio una patada al diálogo.

En un monólogo incoherente,se refirió, al fin, a Israel que,en estos días, en un instante mató a 53 palestinos con bala viva, y no le pasó nada. ¡Cómo irá la injusticia en el mundo!, parecía decir, aquí yo asesiné a 63 estudiantes, a bala viva también, pero,no en un instante, sino, en tres días… ¡Ya mí se me arma un escándalo!

Esta primera sesión, transmitida en circuito abierto de televisión a toda la población, favoreció indiscutiblemente a la lucha de masas por la confrontación directa entre Ortega y los estudiantes, graciasal asalto dela palabra de parte de los estudiantes. Favoreció a la lucha por la relevancia política de desnudar a Ortega, directamente, con las razones de la rebelión ciudadana. Fue una victoria agitativa superba, a la que contribuyó la torpeza política de Ortega de improvisar incoherencias, sin propuesta alguna. Posiblemente, el diálogo debió terminar allí, sellándolo con la estupidez de Ortega.

La segunda sesión fue una encerrona desmovilizadora

En la segunda sesión del diálogo, que empezó sin Ortega, pero, cuando Ortega quiso, con dos horas de retraso, en una encerrona que censuraba a la televisión, se logró una tregua entre las partes. La tregua, en este caso, es un término infame con el cual se iguala a los estudiantes, víctimas de la represión, con la policía asesina, las turbas y los paramilitares que son quienes reprimen criminalmente al pueblo.

La dirección estudiantil jamás debió consignar en un acuerdo que el derecho humano más elemental, el derecho a no ser reprimido criminalmente por la dictadura, sea un compromiso efímero del diálogo, en un plazo de sólo dos días, y que se finja que esa amenaza latente del régimen, queseguramente resurgirá con posterioridad,sea una conquista.

La represión criminal ha quedado legitimada

Ortega,luego de ese plazo, queda libre, por el mismo acuerdo, de desatar la represión más terrible contra lo que ellos llaman plaga delincuencial. Una tregua, además, indica que no ha habido una masacre, o un asesinato criminal unilateral de parte del gobierno, sino, un enfrentamiento entre dos fuerzas beligerantes, que ahora deciden detener actos igualmente ofensivos. Los términos de un acuerdo tienen consecuencias jurídicas y políticas. No es lo mismo un acuerdo con la fiscalía bajo el cargo de asesinato, que un acuerdo bajo el cargo de homicidio. A una tregua no es posible darle un significado a voluntad, como si se tratara de compromiso, etc. Es un término miserable que altera los hechos, y que da al asesinato y a la tortura criminal de la policía y de las turbas una falsa perspectivacomo si fuese uncombate entre adversarios.

También es un error que el comunicado suscrito en la segunda sesión,diga que es importante alcanzar acuerdos en el diálogo en el marco constitucional.

Significa que acuerdos democráticos son posibles en el marco constitucional actual, diseñado a la medida de Ortega, con una sala constitucional orteguista. El orden jurídico dictatorial no es neutral. Si el marco constitucional es aceptable, en consecuencia, no habría absolutismo, y la salida de Ortega del poder se descarta, el desmantelamiento de la dictadura se descarta. Significa, contradictoriamente, que tales acuerdos no serían válidos si se ejecutan por fuera de las instituciones constitucionales, controladas por Ortega. Con lo cual, el diálogo se ve reducido a una instancia consultiva.

En el comunicado debió quedar consignado que no participará en el diálogo ni UNEN ni el CUUN, porque son simples marionetas que inducen al desorden.

También es un error que en el comunicado se diga que lo que se busca es crear un clima de estabilidad y de convivencia. Contrario a esa ilusión absurda, una revolución política es, precisamente, una rebelión contra el orden constituido. Bajo esa óptica, el diálogo sólo tiene sentido cuando conduce a una rendición de la tiranía porque el pueblo cuenta ya con la fuerza suficiente para imponer esa rendición, no sólo porque apela a un espíritu conciliador que la dictadura no tiene. Mientras no sea el caso, un diálogo debe servir, únicamente, para desenmascarar a Ortega, no para negociar con él, sino, para preparar propagandísticamente, en el seno de la población,la necesidad de pasar a las siguientes etapas de lucha.

Por ello, por su función propagandística, se debió consignar en el comunicado que las sesiones sucesivas del diálogo serán transmitidas, obligadamente, en directo al público.

La noche del sábado 19 de mayo, un día después de la tregua, la policía orteguista atacó la UNA hiriendo a varios estudiantes. Así,violentando los acuerdos,Ortega dio una nueva patada al diálogo. Posiblemente, el diálogo debió terminar nuevamente allí, sellándolo con la incapacidad de gobernar de Ortega.

El diálogo no es la instancia donde se pueda gestar una alternativa de poder. Una alternativa política de poder nacional transitorio debe emanar, en cambio, de los luchadores, no de gremios, sino, de delegados de obreros, campesinos, estudiantes y pobladores, que estén en pie de lucha.

Habrá que hablar, en adelante, no separadamente, los estudiantes por su cuenta y los campesinos por la suya. Sino, a nombre de una Coordinadora del pueblo en lucha.

*El autor es ingeniero eléctrico.


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Fernando Bárcenas

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