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"No matarás": Miles caminan por la paz en la peregrinación convocada por obispos

Conferencia Episcopal advierte que después de un mes de diálogo evaluarán si el Gobierno cumple las condiciones pactadas y le informarán al pueblo

Anagilmara Vílchez

29 de abril 2018

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Un sacerdote llora al ver los nombres de los asesinados durante las protestas. Están impresos en cartulinas negras que unos jóvenes alzan para que la multitud las vea. El padre les da la bendición y se limpia las lágrimas con la estola. Los mira desde una tarima ubicada frente a la Catedral de Managua. El mismo templo que, el 20 de abril, soportó el ataque de los antimotines y miembros de la Juventud Sandinista. En la Catedral, nueve días después de esa tarde de angustia y terror, los obispos hablaron a los miles, miles, miles de peregrinos, ateos, laicos y religiosos, que llegaron a la peregrinación por la paz convocada por la Conferencia Episcopal

Este sábado hubo estallidos de alegría, indignación, esperanza y tristeza. La misma multitud que eufórica cantó las mañanitas a Monseñor Silvio Báez, es la que gritó “asesinos” a los policías reunidos en Plaza El Sol.

La Catedral estaba tan llena que hay gente que no pudo entrar. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

La caminata, convocada a las dos de la tarde, partió desde tres puntos de la capital. A la Rotonda El Periodista, Colegio Teresiano y Rotonda Cristo Rey, llegaron los nicaragüenses en buses, carros y a pie. Párrocos consultados por CONFIDENCIAL, afirmaron que la cantidad de personas reunidas en el atrio y terrenos que rodean la Catedral, fue mucho mayor a la que se consigue en un Viernes Santo o en cualquier otra gran solemnidad. “Hay gente que ni siquiera pudo entrar”, confirmó uno de ellos.

Se gritaron consignas, se cantaron himnos marianos, se exigió justicia y se oró por la paz. En la tarima, Monseñor Báez abrazó a Francisca Ramírez, “Doña Chica”, la líder que entró en una caravana de 20 buses que llegó con cientos de campesinos que querían solidarizarse con los más de 30 asesinados durante las manifestaciones en Nicaragua.


Hoy nos unimos al dolor, yo como madre, me uno al dolor que deben sentir sus familias saber de la manera en que los asesinaron, saber de la manera en que hicieron esa masacre, pero hoy aquí sentimos que estamos haciendo algo por la patria, estamos también exigiendo justicia y que en este país no queden impunes sus asesinatos”, aseguró la líder.

La líder campesina Francisca Ramírez, junto al Obispo Auxiliar de Managua, Silvio Báez. Foto: Carlos Herrera | CONFIDENCIAL

El Cardenal Leopoldo Brenes, que presidió la ceremonia realizada al final de la marcha, dedicó los dos primeros misterios del rosario a los jóvenes asesinados y a las familias que lloran su muerte. “Qué difícil consolar a una mamá cuando de una forma violenta ha perdido a un hijo. Cómo consolarla cuando ha tenido entre sus brazos a su hijo muerto”, lamentó.

"Yo ando pidiendo justicia porque los policías del Distrito V me mataron a mí hijo", aseveró Jessica Rivas, madre de Jesner Rivas, un adolescente de 16 años asesinado el domingo 22 de abril. Jesner era un chavalo vivaz al que le gustaba el futbol y que murió por un disparo en el hombro izquierdo. La familia de este estudiante de secundaria también estuvo en la peregrinación. "Él no era vago. Nosotros no confiamos en la Policía Nacional, todas las madres a las que les han matado a sus hijos queremos justicia, que se hagan investigaciones fuera de Nicaragua", afirmó.

Por el amor que le tenemos a este pueblo”

Rosa Argentina Morales, de 63 años, llegó desde el barrio El Riguero para “hacer” la paz. “No tenemos miedo, quien está con Cristo no tiene miedo”, sentenció.

Álvaro Mondragón, de 40 años, asistió para “respaldar la lucha de los estudiantes y hacer saber al Gobierno que Nicaragua quiere paz, que ya estamos cansados de tanta represión, de tanta muerte que causaron y esa es la lucha, como católicos y como personas fuimos testigos de todas las injusticias que se cometieron contra los estudiantes, con toda la población civil y no estamos de acuerdo”.

Uno de los campesinos que llegó con la caravana. Foto: Carlos Herrera. Confidencial

Los peregrinos de la Iglesia San Francisco de Ciudad Sandino, no alcanzaron en los cinco buses que habían dispuesto para la marcha, unos se movieron a Managua por su cuenta. Ada Villarreal sí llegó con la caravana. "Lo que nosotros necesitamos realmente es que el Gobierno pida perdón y haga la paz. Creo que necesitamos justicia en Nicaragua y para que exista justicia hay que construir la paz y la paz se edifica con la participación de todos los nicaragüenses", afirmó.

“Soy ateo, pero hoy peregrino con la Iglesia”

En el colegio Teresiano la gente se multiplicaba en segundos. Donde cabían cien, luego alcanzaban mil. Carretera Masaya no tenía espacios vacíos, la calle estaba llena de peregrinos vestidos de blanco, con banderas de Nicaragua o de la Iglesia, entonando canticos esperanzadores, sin discriminación de raza, orientación sexual, ideología política, género o religión.

Letreros como “soy ateo, pero hoy peregrino con la Iglesia”, llenaban la avenida.

Los rezos a la Virgen María y las consignas revolucionarias se encontraban y se hacían una. El Salve, fue un arrullo para las madres que perdieron a sus hijos en las protestas universitarias. El “somos miles, pero nos faltan 63”, ubicaba a los manifestantes en el contexto actual.

Los feligreses caminaban con imágenes de la Virgen, pero también con fotos de los jóvenes asesinados. De vez en cuando leían la lista con sus nombres. “Prohibido olvidar”, repetían.

Muchos preguntaban por Silvio Báez, el sacerdote que se ha convertido en sinónimo de justicia y heroísmo en Nicaragua. “¿Dónde está el Silvito? Quiero desearle feliz cumpleaños”, decía una anciana, que apoyada en un bastón peregrinó los casi tres kilómetros de un punto al otro.

Báez ha retado al poder desde que iniciaron las protestas en contra de las reformas al Seguro Social. Él ha apoyado y acompañado a los jóvenes dentro de la lucha y, junto a otros miembros de la Conferencia Episcopal, será mediador y parte de la mesa del Diálogo Nacional con el Gobierno.

El Cardenal Leopoldo Brenes, como pastor a su rebaño, dirigía a los feligreses hacia la Catedral. Repetía: "La Iglesia quiere la paz”.

Una vez en el templo, se respiraba paz. En cada portón estaban campesinos del movimiento anti canal, recibiendo a los peregrinos con consignas y cantos: “Aquí está el pueblo. Nosotros queremos a los managuas”, afirmaban.

La unión del campesinado con los estudiantes, dos grupos que le han dado la cara directamente al régimen, fue sellada con un choque de puños y un minuto de silencio para recordar a los caídos. Cuando los jóvenes gritaban “¡qué vivan los campesinos!”, ellos les respondían “¡qué vivan los estudiantes!”.

Campesinos dentro de los camiones que usaron para trasladarse a la capital. Foto: Carlos Herrera | CONFIDENCIAL

Paralelamente, en otros departamentos del país como Granada y Matagalpa, también se organizaron peregrinaciones que tuvieron una convocatoria multitudinaria.

Un mes

Después de reafirmar su posición ante el diálogo, los obispos pusieron una fecha límite: “Si en un mes no vemos interés del Gobierno, no funcionará”, afirmó el Cardenal.

Silvio Báez expresó a CONFIDENCIAL, que si una vez iniciado el diálogo no se ve interés ni avance, los obispos se retirarán. No obstante, tanto Brenes como Báez, enfatizaron que cualquier decisión, el pueblo tiene que saberla.

“No más misas negras, no más arreglos debajo de la mesa, no más arreglos de cúpula. El pueblo va a estar informado de lo que ocurra”, alegó Báez.

Aunque los temas no han sido escogidos, serán referentes para el presente y futuro de Nicaragua, aseguró el obispo auxiliar. “Debería de haber representación de todos", agregó Brenes quien en su intervención fue enfático al afirmar que los templos deben ser respetados, haciendo alusión al ataque sufrido por la Catedral.

Decenas de jóvenes alzaban cartulinas con los nombres de los asesinados durante las manifestaciones en Nicaragua. Foto: Carlos Herrera. Confidencial

Brenes instó a la población a ser “la semilla” de una nueva Nicaragua y la alentó citando el evangelio de Marcos: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”, sentenció.


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Anagilmara Vílchez

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