12 de abril 2018
La empresa israelí-estadounidense Bean & Company, que planea sembrar 40,000 hectáreas de cacao por todo el mundo, eligió Nicaragua como uno de los 18 países del globo en los que hará realidad esa visión.
“Buscamos tierras en América y África”, pensando en la cercanía a los grandes mercados estadounidense y europeo respectivamente, explicó el ecuatoriano Gino Zambrano, director agrícola del proyecto, que planea cultivar 3,000 hectáreas en la zona del Pacífico. Específicamente, en los alrededores de Tipitapa y Malacatoya.
El proyecto está llamado a ser la mayor plantación de cacao (y quizás de cualquier otro cultivo) en el país, atendida con ‘fertirriego’, que es como se denomina a la técnica que integra los fertilizantes al agua que se aplica directamente en las raíces de cada planta.
Luego de evaluar las condiciones de cada propuesta, los ejecutivos de Bean & Company eligieron Nicaragua entre otros países. El proceso no fue sencillo, como suele suceder en este tipo de búsquedas.
Nicaragua fue parte de una preselección de países que debían contar con suficientes extensiones de tierra, con las condiciones climáticas y los suelos apropiados, de la que se fueron descartando nombres por diversas razones, hasta elegir al nuestro.
Zambrano explica que después de varias visitas a lo largo de tres años, se decidieron por Nicaragua, en virtud no solo de su nivel de seguridad ciudadana al compararlo con algunos países de Centroamérica, sino también de otras características que apuntaban en la dirección de fortalecer el desarrollo del proyecto.
Se refiere a la disponibilidad de mano de obra con experiencia y vocación agrícola; a la existencia de un ecosistema empresarial centrado en la comercialización de productos tales como fertilizantes, herbicidas y demás, amén de que hubiera la suficiente agua disponible para irrigar 3,000 hectáreas de tierra.
El proceso incluyó visitas a la Costa Caribe del país, descartada por el exceso de humedad, que les hubiera obligado a cuidarse de un enemigo indeseable: los hongos. También fueron a Chinandega, que terminó eliminada de la lista por el alto precio de la tierra, pero también, porque dudaron de poder encontrar las 3,000 hectáreas que requerían.
Al final, las adquirieron en las cercanías del río Tipitapa, donde se abren extensas llanuras que en días de excelente visibilidad, permiten divisar el ometepino volcán Concepción en una dirección, y el leonés Momotombo por la otra.
Esas tierras, ocupadas para cultivar algodón y arroz, y para pastar ganado a lo largo del siglo pasado, les resultaron útiles porque se trata de superficies planas (aunque se tuvieron que construir ‘camas’ (terrazas elevadas) para drenar el agua), con un 70% de arcilla.
Clave en toda esa labor fue el apoyo de PRONicaragua, “que estuvo pendiente de nuestras necesidades, y nos ayudó a cumplir los requisitos para producir acá”, lo que incluyó acompañamiento y gestiones ante el IPSA, ANA y Marena, entre otras instituciones oficiales, explicó el director del proyecto.
Crecer dos, tres, cuatro veces
María José Torres es la directora de Planificación de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN), y desde esa posición, hace notar la importancia de esa inversión binacional, más allá del simple hecho económico.
“Antes de que ellos comenzaran a trabajarlo, ese era un terreno baldío, abandonado por otros rubros, en el que ahora hay un cultivo perenne, y aunque no llega a conformar un sistema agroforestal, es bueno que en esas tierras ahora haya cacao, que es amigable con el medio ambiente, protege los suelos de la erosión eólica e hídrica, y captura los gases de efecto de invernadero”, valoró.
También resalta la generación de empleos, y aunque reconoce que no son tantos como ocurriría si se tratara de una finca menos tecnificada, sí agradece que se estén generando puestos de trabajo para agrónomos, que suelen tener difícil colocarse en un puesto acorde con su especialidad.
La también secretaria técnica de la Comisión del Cacao de Nicaragua, refiere que esa inversión no es única, ni mucho menos.
“En APEN hemos recibido visitas de inversionistas extranjeros (alemanes y franceses), y también nicaragüenses que quieren sustituir sus cultivos de arroz o café, rubro que está sufriendo mucho por el cambio climático”, todos ellos interesados en sembrar cacao.
Estos grupos inversionistas estaban buscando cantidades de tierra en medianas magnitudes: 50, 150, 175 y 500 hectáreas. Este último se refiere a una inversión de origen alemán, con intereses en Nicaragua y Guatemala.
Por razones como esas, el sector espera que las 5,195 toneladas métricas que se produjeron el año pasado en 13,000 hectáreas de tierra, se tripliquen en 2022, al pasar a 15,360 toneladas cultivadas en apenas el doble de esa extensión (26,000 hectáreas), gracias a mayores rendimientos, logrando que los ingresos se cuadrupliquen en el proceso, al pasar de 5.8 millones de dólares a 24.2 millones.
Tecnología israelí
El proceso comenzó en agosto de 2016 con la compra de tierras, adecuación de la hacienda para oficinas, talleres, bodegas y demás; construcción de pozos y desagües; elaboración de ‘camas’ y surcos; instalación de postes y cableado de electricidad, etc., con una inversión estimada de 60 millones de dólares.
El resultado es un primer lote de 500 hectáreas de tierra listas para ser sembradas, de las que 250 ya exhiben cultivos de plantas de 40 centímetros de alto, gracias a que recibieron una adecuada protección contra los elementos, así como las dosis necesarias de agua, por medio de una técnica israelí de microlocalización del agua.
Esta consiste en una tubería con perforaciones cada 50 centímetros, que suelta una gota de agua con fertilizantes directamente encima de la raíz de la planta a intervalos regulares, con lo que se cumple el objetivo de nutrir y humedecer los cultivos sin desperdiciar recursos, incluyendo la electricidad necesaria para bombear el agua.
Zambrano comentó la ironía de que a la empresa le resultara más barato importar desde Israel esa tubería perforada, que comprarla en el comercio local, por lo que no tuvieron más alternativa que hacerlo así.
En este momento, la empresa emplea a entre 120 y 150 personas, número que podría llegar hasta los 250 en los próximos dos a tres años, cuando alcancen la meta de sembrar 3,000 hectáreas, pensando mayoritariamente en el mercado estadounidense y europeo, con pequeñas opciones en Japón, sin descartar que China se transforme en un gran consumidor en los próximos cinco años.
En el apartado genético, Zambrano explicó que están importando clones de alta productividad, pensando en lo importante que es dar un buen proceso poscosecha a las semillas de cacao, sabiendo que un buen proceso de fermentación produce un cacao muy cotizado entre los chocolateros.
Todo el trabajo efectuado tiene como meta producir 2.5 toneladas de cacao por hectárea. Siendo que cada planta requiere de dos y medio a tres años para producir, esperan exportar las primeras cien toneladas en 2020, e ir aumentando año con año hasta superar las 7,500 toneladas en el séptimo año de operación. Con un precio oscilante de 2,500 dólares la tonelada, haga usted sus cuentas.