8 de marzo 2018
El niño todavía espera que llegue. Pero ella ya no llegará. Suyen González fue asesinada a balazos por Óscar Alberto Berríos Munguía en diciembre de 2017. A los adultos de la familia se les agotan las excusas para evitar contarle al pequeño que nunca volverá a sentir el arrullo de su joven madre. “Hasta el día de hoy esto ha sido muy doloroso”, relata Ivette González, hermana de la víctima.
Ivette, una joven con mucho parecido a Suyen, participó en la marcha que miles de mujeres protagonizaron este ocho de marzo en Managua en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. “Son tres meses y, hasta el día de hoy, no se ha hecho justicia”, reclama la familiar, mientras carga el rostro de su hermana impreso en una pancarta.
Suyen González fue una de las últimas víctimas de femicidio en 2017. La joven fue baleada en un aparcamiento de un centro comercial de Managua. El año cerró con 63 mujeres asesinadas. Junto a Ivette González desfilaron otros familiares de víctimas mortales que deja la violencia de género en el país, la mayoría madres, hermanas y sobrinas que sobrellevan el dolor de la pérdida y, en algunos casos, la responsabilidad de los huérfanos. Huérfanos como el niño de cinco años de Suyen González.
“Esto no se puede dejar pasar. Las mujeres no podemos seguir muriendo a causa de los machistas. Pido y exijo justicia por la muerte de mi hermana”, exigió Ivette, mientras contiene el llanto. Aunque el asesino Óscar Alberto Berríos Munguía enfrenta un juicio, la joven asegura que la resolución ha sido postergada una y otra vez –pese a las pruebas–, ya que el indiciado ha pedido revaloraciones médicas que han atrasado el proceso.
Más rostros sobre pancartas. Más mujeres que son una cifra trágica en Nicaragua. Luz Marina Estrada sostiene la manta con la mano derecha y con la izquierda el retrato de su hija, Karla, a quien un exmilitar la decapitó. Son testimonios en la que la saña es el común determinador.
“Tienen que hacer algo porque a muchas mujeres han estado matando”, pide Luz Marina.
Los últimos femicidios registrados en Estelí en el primer trimestre de 2017 “preocuparon” a la vicepresidenta Rosario Murillo. La funcionaria pidió un recuento de las mujeres asesinadas a la Policía Nacional en el último quinquenio.
Las cuentas de Murillo dan 322 mujeres asesinadas entre el 2013 y 2017, sin meter las de 2018. Nueve mujeres muertas entre febrero y lo que va de marzo. Para la vicepresidenta, Nicaragua es el país que menos “homicidios de mujeres” registra en la región centroamericana y República Dominicana. La vocera del gobierno del comandante Daniel Ortega lo destaca en medio de la alerta que organismos de mujeres independientes han lanzado, pero de inmediato dijo que “tampoco” la alegra “ni está celebrando”.
Las cuentas de Católicas por el Derecho a Decidir dan más de 334 femicidios. Magaly Quintana, directora de esa organización que lleva un conteo paralelo al oficial, criticó las declaraciones de Murillo. Primero porque las cifras resultan menores porque el gobierno sandinista modificó la Ley 779 y redujo al ámbito privado al femicidio. Y, segundo, porque las cuentas de Murillo son numéricas y pasan por alto la relación con la cantidad de habitantes y la densidad poblacional del país.
“No estamos celebrando. Estamos de duelo. Venimos a decirle a la primera dama basta ya de mentiras. El mensaje que está dando es un mensaje incorrecto, porque cualquier funcionario de su nivel, en vez de estar mintiendo, debiera de estar asumiendo la tragedia que viven las mujeres en este país”, afirmó Quintana.
María Teresa Blandón, fundadora del Movimiento Feminista La Corriente, dijo que ante la “preocupación” de Murillo ellas se declaran “indignadas”. Sostuvo que las feministas tienen once años reclamando al Estado para cumpla con la ley, y tome las acciones pertinentes para prevenir la violencia machista.
“Podríamos creer que es una especie de insulto, no solo a las mujeres y a las hijas, hijos de esas mujeres, sino a toda la sociedad que se ve afectada con esta ola de femicidios, de asesinatos crueles contra las mujeres nicaragüenses”, afirmó Blandón.
Según las mujeres que marcharon, Murillo pretende invisibilizar la violencia de género en Nicaragua. El hecho de haber “reformado y arrancado su espíritu a la Ley 779”, y cerrado las Comisarías de la Mujer, evidencia la falta de voluntad política real por parte del gobierno de Ortega y Murillo en esta materia.
“La preocupación de la vicepresidenta se debería expresar en hechos y no palabras. Es una falsedad, una forma de manipular a mujeres humildes, sencillas que puedan creer lo que ella dice”, afirmó la feminista y periodista Patricia Orozco.
La marcha partió desde el Colegio Teresiano, en Carretera Masaya, y finalizó frente a la Universidad Centroamericana (UCA). Miles de mujeres jóvenes, de organismos no gubernamentales abarrotaron la avenida. Por primera vez en los últimos años la Policía Nacional no movilizó a las fuerzas antidisturbios para impedir el paso de las mujeres. Sin embargo, la Policía de Tránsito no se hizo presente para regular el tráfico y que las mujeres pudieran marchar sin obstáculos y con seguridad.
Para las madres de las víctimas de los femicidios el miedo sigue. No confían en el sistema de justicia. “Esos asesinos pueden salir cualquier día. ¿Y a nosotros quién los defiende? Son vengativos”, expresó Carmen Crespo, madre de Ángela, a quien su verdugo la asesinó, la envolvió en plástico negro y la arrojó en el cauce del barrio San Judas, en Managua.
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