4 de diciembre 2017
Londres.– ¿El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es lo que los maoístas solían llamar un tigre de papel o deberíamos tomar en serio sus amenazas ruidosas? En su gira de 12 días por Asia, Trump planteó una amenaza y el mundo tiene todos los motivos para tomársela en serio. En el segundo año de su presidencia, el gobierno de Trump probablemente ponga su mirada en el comercio, lo que sugiere que la perspectiva de más guerras comerciales aumentará sustancialmente.
Tump tiene un interés político imperioso en conservar el respaldo de sus seguidores más fieles. Después de Twitter, la retórica comercial de Trump es su arma más poderosa. Nunca es demasiado pronto para empezar a montar un caso para la reelección en 2020.
El comercio está en el centro de la estrategia “Estados Unidos primero” de Trump que, según él, protegerá y hasta recuperará los empleos norteamericanos perdidos. Si bien algunos en el gabinete de Trump podrían rechazar los esfuerzos por aplicar el eslogan a las cuestiones que supervisan, el secretario de Comercio Wilbur Ross, el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lightizer, y el director del Consejo Nacional de Comercio, Peter Navarro, comparten la visión de Trump sobre el comercio.
Cada uno de ellos coincide en que los grandes déficits comerciales bilaterales de Estados Unidos con países como China, Japón, Alemania y México son prueba de que los competidores le están tomando el pelo a Estados Unidos. Trump y sus asesores comerciales creen que al reducir o inclusive eliminar esos déficits, pueden crear empleos bien pagos para los trabajadores norteamericanos.
Trump dejó en claro su postura en un discurso en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Da Nang, Vietnam, el 10 de noviembre. “No vamos a permitir que sigan aprovechándose de Estados Unidos”, dijo. “Ojalá los gobiernos anteriores en mi país hubieran visto lo que estaba sucediendo y hubieran hecho algo al respecto. No lo hicieron, pero yo sí lo haré”.
Ahora bien, ¿qué acciones concretas tomará Trump realmente? Hasta el momento, ha abandonado el Acuerdo Transpacífico de 12 países y abrió negociaciones con México y Canadá para actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que el presidente Bill Clinton transformó en ley en 1994. Esta es una cuestión menor.
Sin embargo, el año próximo, se puede esperar que Trump transforme la retórica en acción en dos frentes principales. El primero es China, a quien Trump ha señalado como el mayor explotador comercial de Estados Unidos. A menos que el enfrentamiento con Corea del Norte escale de manera crítica, Trump probablemente tome medidas anti-dumping contra las industrias chinas –principalmente en la industria del acero– que, a su entender, están vendiendo sus productos por debajo del costo; y probablemente lance un ataque amplio contra las violaciones de la propiedad intelectual en China.
Estas medidas casi con certeza provocarán una represalia de parte de China, que se siente más fuerte que nunca en la era Trump y, a los ojos de los cuadros chinos, no responder enérgicamente sería un signo de debilidad.
El otro frente principal para Trump es la Organización Mundial de Comercio, que Estados Unidos ayudó a establecer a comienzos de los años 1990 como un sucesor de posguerra del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio. Lightizer ha declarado oficialmente que el sistema de resolución de conflictos de la OMC perjudica a Estados Unidos. Y la administración Trump está bloqueando el nombramiento de nuevos jueces en los paneles de arbitraje de la OMC. Si mantiene esa política, todo el sistema de resolución de conflictos de la OMC estará paralizado en cuestión de meses.
Con la OMC básicamente fuera del panorama, Estados Unidos lanzará una nueva iniciativa para cerrar acuerdos bilaterales sobre reglas comerciales -una estrategia que Trump defendió en su discurso de la APEC-. Considerando que Estados Unidos sigue siendo un mercado vital para la mayoría de los exportadores, una iniciativa de esas características tendrá influencia.
Los países asiáticos y europeos, en particular, deberían prepararse para lo peor si negocian sus propios acuerdos comerciales entre sí para anticiparse al mercantilismo norteamericano. Después de todo, tomar la iniciativa para impulsar el comercio y otros contactos comerciales es la mejor manera de hacer frente a una guerra comercial.
Bill Emmott es exredactor jefe de The Economist.
Copyright Project Syndicate, 2017.