22 de noviembre 2017
La Regenta está triste, ¿qué tendrá la Regenta?
(…) Que ha perdido la risa, que ha perdido el color,
que le han dado un premio al de Masatepe,
que le han dado el Cervantes al escritor.
Si no fuera por la reacción miserable del Gobierno supuestamente nacional, este artículo se enfocaría en exclusiva en resaltar la trascendencia del otorgamiento del Cervantes a Sergio Ramírez, para gloria de las letras nicaragüenses y centroamericanas. Pero el intento oficial de ignorar semejante acontecimiento histórico hace que el ridículo merezca los magros minutos que llevará leer este texto.
En una mañana soleada y fría de Madrid nos llegó la noticia a dos nicas que nos habíamos citado para celebrar otro premio, el Reina Sofía a Claribel Alegría. Destacábamos que la ausencia del supuesto embajador de Nicaragua lo situaba con mayor claridad como comisionado de la Regenta, que como emisario del pueblo nicaragüense. Comentábamos que el desaire del comisionado al Estado español se debería a las órdenes de la matrona orteguista de no homenajear a una poeta nica que no goza de la aprobación de la dinastía. Además -hábrase visto- ¿cómo se le ocurría a la Reina madre de España desairar por segunda vez a la reina madre de Nicaragua y que para más Inri es la más poeta entre las poetas de nuestro país? Todo ello justificaba hacerle el vacío a Claribel, al igual que a Ernesto Cardenal cuando fuera galardonado años atrás.
Y como a quien no le gusta la sopa le dan dos tazas, el 16 de noviembre le repitieron la dosis aumentada a la doña de El Carmen. Como es difícil superar los elogios ya vertidos a Sergio por personas mejor calificadas para ello que mi persona, quiero transmitir lo que un nica vivió las 24 horas que siguieron al anuncio del tribunal del Cervantes.
Primero fueron los mensajes llegando al teléfono en cascada de las amistades españolas de todos los rincones de la península, de tanta gente para quien Nicaragua sigue siendo un recuerdo entrañable y que al igual que los nicas tenían ganas de celebrar –por fin- una buena noticia. Luego los medios de comunicación. Nicaragua de nuevo en las radios, en los telediarios y al día siguiente en las primeras planas de los diarios principales, de los que desapareció por una vez el monotema catalán. Más tarde los vecinos que te detienen en las calles para felicitarte, que te piden que les recomendés un libro del autor y que te abrazan con ganas de compartir la alegría.
Tantas enhorabuenas a los nicas de esta orilla del charco nos fue poniendo de un humor festivo, una borrachera inédita de premios en menos de una semana, ciertamente como si acabásemos de ganar el mundial de futbol. Al fin de cuentas el premio a Sergio ha sido también un reconocimiento a nuestra forma de hablar de quienes utilizamos el vos en vez del tú, a quienes acentuamos la última sílaba de los verbos en la segunda persona del singular, y a quienes hemos inventado infinitas variaciones del vernáculo ahlagranputa.
Desde el gran Rubén nuestras letras no recibían un reconocimiento tan universal, porque además al de Metapa no le tocó vivir en esta era la globalización instantánea. Por ello no es exagerado afirmar que nunca antes nuestra cultura había recibido una distinción urbi et orbe.
En medio de esta exaltación de lo nica, el comentario de una vecina (“Supongo que declararán fiesta nacional este día tan importante para Nicaragua”) me hizo comprender si la Nicaragüita real estaba de fiesta, la oficial estaba de luto. Tuve que emplearme a fondo para explicarle por qué el gobierno “no estaba ni se le esperaba” en la fiesta, y que con toda seguridad el supuesto embajador en Madrid -esta vez con mayor razón- tampoco estaría presente el próximo 23 de abril en la Universidad de Alcalá de Henares.
Resulta difícil explicar a una persona normal de un país normal que las autoridades nacionales omitan cualquier referencia al acontecimiento más relevante de nuestra historia reciente, que se ausente de los honores que se le rindan a un conciudadano y que, más aún, se tomen como una afrenta personal la concesión de la distinción.
Por eso hay que escribir también sobre estas omisiones ruines del Estado de Nicaragua, para mostrar a qué extremos llegan sus comportamientos ilegales y sectarios. En ninguna parte de nuestras manoseadas leyes está escrito que las autoridades sólo representarán los intereses de quienes con total mansedumbre laman sus botas. Toda conducta que exprese un desempeño sesgado de las responsabilidades que juraron cumplir y por los cuales se les paga, es una dejación de funciones y por ende un comportamiento que las instituciones de control tendrían que reprobar.
Pero si el reduccionismo del Estado a un partido político es condenable, su jibarización a brazo ejecutor de la Regenta es aún peor,ya que ni siquiera pueden argumentarse razones de interés colectivo porque se ha convertido en un dispositivo de uso personal. Ello explica que un poder del Estado se convierta en caja de resonancias de los despropósitos de su retórica, que los ministros suban y bajen el ritmo de sus caprichos y que una embajada sea la extensión internacional de su capacidad punitiva.
Es innegable que el silencio oficial sobre el Cervantes a Sergio Ramírez lleva la firma de la Regenta, la persona que dirige el Estado nicaragüense desde 2007 por omisión de quien fuera electo para hacerlo y por sumisión de los demás poderes. El arrebato de la señora ha arrastrado consigo incluso a quienes no le deberían ninguna servidumbre, como el gremio de los empresarios.
Con esta nueva cruzada la Regenta pretende seguir construyendo su realidad paralela, en la que se ha instalado su régimen a base de monólogos, verborragias en Courier y la opacidad ante la prensa independiente. Al igual que trató de vendernos que había caído un meteorito en las cercanías del aeropuerto de Managua, hoy quiere hacernos creer que no pasó nada el 16 de noviembre. Pero es imposible que logren ocultar que Nicaragua está en la boca de todos, dentro y fuera de sus fronteras, por méritos de un escritor al que han tratado de expulsar del espacio público.
Hasta el 16 de noviembre de 2018 le espera a madame un año muy difícil. Esa otra realidad, la que mora más allá de las murallas de El Carmen, le recordará todos los días que Nicaragua y Centroamérica tiene su primer premio Miguel de Cervantes. Aunque se les invite a la fiesta no irán, por rencor y por tristeza, pero sobre todo por la ruindad que anida en su alma.