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Obispos: “falta una conciencia ciudadana”

“Los obispos no hablamos de votar o abstenerse. Tampoco mencionamos las elecciones o la OEA”. Los problemas de 2014 más bien se han agravado

Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua. Carlos Herrera | CONFIDENCIAL.

Carlos F. Chamorro

30 de octubre 2017

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Los obispos de la Conferencia Episcopal de la Iglesia católica no están llamando a votar o a abstenerse en las elecciones municipales del cinco de noviembre, "ni siquiera hablamos del voto de conciencia, y tampoco mencionamos a la OEA", indica monsenor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, al analizar el texto. Según Báez, no se abordan esos temas porque el mensaje que desean resaltar ante la feligresia católica y la población es que "el problema en Nicaragua no es primeramente electoral, es institucional" y la raíz esta en "la falta de conciencia ciudadana".

El mensaje de la Conferencia Episcopal, adoptado de forma unánime, establece que a pocos días de efectuarse las próximas elecciones municipales del cinco de noviembre, “los obispos constatan que en su mayoría, las problemáticas en esta materia, siguen siendo las mismas que mencionamos en 2012, previo a las elecciones municipales de ese año, y en el documento emitido en el diálogo con el presidente de la República el 21 de mayo de 2014”.

En esa ocasión, el presidente Ortega se reunió con los obispos por primera vez, desde su regreso al poder en 2007, y los obispos leyeron en su presencia un documento en el que describen un fenómeno de “regresión autoritaria en Nicaragua” en el que ha sido determinante el rol del Consejo Supremo Electoral, “que no ha sabido ejercer sus funciones con responsabilidad y honestidad”.

Agregan que a partir del resultado de las elecciones del 2011 “la concentración de poder, la corrupción gubernamental, la confusión Estado- Partido, el sometimiento de los poderes del Estado a la voluntad del Ejecutivo, el irrespeto a las leyes, la falta de seguridad jurídica, el tráfico de influencias, la intolerancia política, el dominio sobre la casi totalidad de las alcaldías del país, hasta llegar a las últimas reformas constitucionales, han agravado en modo sumamente alarmante la situación actual del país y su futuro”.


Los obispos concluyen con dos propuestas concretas que presentaron al presidente Ortega. Le piden que convoque a un gran diálogo nacional en el que participen todos los sectores del país, y que dé inicio a una profunda reforma política de todo el sistema electoral. “Le pedimos con todo respeto que ofrezca su palabra de honor para garantizar en el 2016 para Nicaragua un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto, con nuevos y honorables miembros al frente del Consejo Supremo Electoral, en el que brille, sin ningún tipo de duda, la voluntad popular”, dice el documento.

Esa es parte del mensaje de los obispos en 2014, cuya vigencia siguen invocando hoy, tres años después, y según explica monseñor Silvio Báez, los problemas ahí descritos “más bien se han agravado”.

El documento de los obispos en 2014

¿Cómo respondió el presidente Ortega al planteamiento de los obispos en 2014? ¿Cuando la Conferencia Episcopal dice que los problemas descritos en ese documento siguen siendo los mismos de hoy, implica que no se han resuelto?

El encuentro del 21 mayo del 2014 fue realmente histórico. El documento fue fruto del trabajo conjunto de toda la Conferencia Episcopal, y realmente creo que la primera reacción del Ejecutivo fue de sorpresa. Creo que no se esperaban que el documento no pidiera nada para la Iglesia, nos presentamos realmente como pastores de la Iglesia hablando en nombre de todo el pueblo de Nicaragua.

Fuera de la reunión, aparte de algún diálogo en el campo de la pastoral familiar y la entrada de religiosos extranjeros al país, prácticamente no ha habido otro acercamiento oficial ni ninguna respuesta concreta a la gran cantidad de propuestas que con buena voluntad y pensando en el futuro de Nicaragua le habíamos hecho.

Han pasado tres años, y no solamente no ha habido respuesta, sino que, desde mi visión personal, las cosas que propusimos se han agravado más bien.

El comunicado del 21 mayo, la carta al Ejecutivo, ha permanecido en la memoria del pueblo, curiosamente aunque era una carta dirigida a la máxima autoridad del país, el pueblo la acogió y no la ha olvidado. Eso está ahí, creo, como un punto de referencia, y por eso ahora nosotros nos permitimos retomar a la hora de hacer un pronunciamiento.

En realidad, en este pronunciamiento prácticamente no hacen referencia a las elecciones que se van a llevar a cabo el cinco de noviembre. Lo que dicen es: los problemas que nosotros mencionamos hace tres años siguen prevaleciendo en ese momento.

En primer lugar, es un mensaje, no es una Carta Pastoral, esto tiene sus consecuencias. Una Carta Pastoral no solo es más extensa sino que toca diversos aspectos de la Iglesia y de la realidad. Este es un mensaje, es breve, y está centrado en determinados argumentos. El título lo dice: “Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua con motivo de las próximas elecciones municipales de 2017”.

Quien lee el documento con recta intención se da cuenta que las elecciones no vuelven a aparecer en todo el documento, por lo tanto creo que es un error, quien ha visto aquí en este documento una invitación a votar, como tampoco ha sido una propaganda de abstención.

En realidad el tema de este documento no son las elecciones. Las elecciones municipales son solamente la ocasión para poderlo publicar. La frase del documento que recoge el argumento es la del papa Francisco, pronunciada el seis de septiembre del 2017, pocos días antes de nuestra visita (Ad Limina): “Que nadie les arrebate la alegría y la esperanza”, creo que más bien es la frase que recoge el documento.

El mensaje de la Conferencia Episcopal va dirigido, en primer lugar, a los hombres y mujeres que componen la comunidad de la Iglesia católica. Pero la Iglesia no vive para sí misma, vive para la sociedad, para el mundo, la Iglesia sacramento del reino, que vive los dolores, esperanzas, alegrías, inquietudes de la humanidad, el concilio, entonces añadimos, “y a los hombres y mujeres de Nicaragua de buena voluntad”, porque hay mucha gente que lucha, sueña con la justicia, con la verdad, aunque no compartan nuestra fe. Entonces el documento tiene también un público más amplio.

El documento es eminentemente pastoral con un fundamento espiritual muy fuerte, eso tiene resonancia, social y política, indudablemente.

Pero en 2014 exhortaron al presidente realizar una serie de reformas, que hasta el día de hoy no fueron atendidas ni tomadas en cuenta.

Sí. Una de las discusiones que tuvimos a la hora de elaborar la carta, porque todos los obispos participamos en la elaboración de la misma, fue justamente, si citar los textos de los pronunciamientos anteriores. Algunos opinamos porque se dijeran explícitamente los problemas, otros creyeron que no había necesidad, bastaba con evocarlo, se ahorraba espacio en el texto, y que fácilmente la gente podía tener acceso a lo que se había dicho.

A mí me parece que hay tres palabras que pueden sintetizar el contenido de este documento: continuidad, ciudadanía y esperanza.

La coyuntura histórica del 2012, frente a las elecciones municipales de ese año y la del 2014, con la carta al Ejecutivo, que se le entregó personalmente, prácticamente es la misma situación de hoy. En el 2014 se le hizo una propuesta clara de reestructuración de raíz del sistema electoral de Nicaragua, que no era solo cambio de magistrados; y en las elecciones de 2012 se dijo también que el país urge replantear el funcionamiento del sistema político, porque el poder se sigue concibiendo como patrimonio personal y no como delegación de la voluntad popular expresada en la Constitución y la ley. Creemos que eso no solo continúa sino que se ha agravado.

El respaldo del papa Francisco

Los obispos tuvieron un encuentro con el papa Francisco durante su visita al Vaticano. ¿En esa conversación, el Papa les dio algun consejo, alguna orientación sobre como posicionarse frente a esta problemática nacional?

El Santo padre Francisco, en su sabiduría, y en su sencillez y humanidad nos supo entender cuando le presentamos la problemática del país. La primera impresión que tuvimos es que está sumamente bien informado de lo que ocurre aquí en Nicaragua, sin filtros de ningún tipo. En segundo lugar, recibimos de él una palabra de apoyo muy grande, poniéndose prácticamente de nuestra parte, entendiendo lo difícil que es ser pastor de una Iglesia que quiere estar comprometida, sobre todo en favor de los más pobres de la sociedad. Yo le recordé al Papa en ese diálogo que su pontificado nos había entusiasmado cuando él quiso que la Iglesia fuera pobre y de los pobres, estando delante del Episcopado del país más pobre de América Latina.

Aparte de eso la recomendación fundamental que nos dio se puede resumir en: “Estén con el pueblo, por favor no abandonen al pueblo”. Cuando él dice pueblo, piensa en la gente más desfavorecida, en la gente excluida, en la gente que no tiene voz. Y cuando nos dice “estén con el pueblo”, lo que nos dice es: “Ustedes ofrezcan su voz al pueblo, sean pastores, díganles la verdad, y díganles la verdad con mucha claridad, es decir, esto que está ocurriendo es injusticia, por esto y esto, según el Evangelio, según la doctrina de la Iglesia, esto es corrupción”.

El Papa nos pidió que dejáramos que el pueblo fuera el que llevara adelante los cambios sociales y políticos en el país, pero “ustedes con ellos”, estar con ellos no de modo abstracto, sino estar con ellos aprendiendo la sabiduría de los pobres, escuchando sus problemas, pero también iluminándolo desde la palabra de Dios, desde el Evangelio, y desde la Iglesia. En el fondo ese fue el consejo central que nos dio.

Decir la verdad hoy en Nicaragua, en unas circunstancias en las cuales existe un sistema de control autoritario puede tener repercusiones, puede implicar represalias, y generar acciones en contra del pueblo y en contra de la Iglesia.

Bueno, cuando él estaba diciendo eso yo lo interrumpí y le dije: “Santo padre, creo que en gran parte hacemos eso, pero indudablemente que cuando a la gente le hablamos de esa manera los implicados se van a dar cuenta que estamos hablando de ellos, y estamos hablando de sus mecanismos de autoritarismo, de corrupción, de ilegalidad, que luego la gente lo sufre”. Y la respuesta del Papa, dirigiéndose directamente a mí, fue: “Bueno, pues tené en cuenta que también hay que contar con el espionaje, con la persecución y con el martirio”.

Así terminó la conversación con el Papa, esas palabras me las dirigió explícitamente a mí. Yo, de la conversación salí muy consolado, muy lleno de su palabra de hermano mayor, y creo que el resto de los obispos también.

Volviendo al cinco de noviembre, el mensaje de la Conferencia no hace ninguna mención sobre la presencia de una misión de observadores internacionales de la OEA en estas elecciones. Tiene eso algún significado para efectos de las condiciones electorales?

Bueno, si tú te das cuenta leyendo este documento prácticamente no se habla de las elecciones. Todavía en el 2012 nos atrevimos a dar algunos criterios de cómo votar o no votar en conciencia. Algunos han dicho que aquí hemos vuelto a decir lo mismo. No. Aquí ni siquiera hablamos del voto de conciencia. No se menciona el voto, no se menciona la palabra elecciones, y mucho menos la palabra o las siglas de la OEA. Quedó absolutamente ignorado en el documento. Y la razón es la siguiente: este documento lo que le viene a decir al pueblo es que el problema en Nicaragua no es primeramente electoral, aquí el problema es institucional, es problema de raíz, que el documento centra, a mi parecer, en la falta de conciencia ciudadana.

En el documento aparecen dos veces la palabra ciudadano: “ciudadanos responsables, ser ciudadano fiel es una virtud”, el problema de la conciencia ciudadana.

Hemos querido que el documento tuviera un mayor respiro, un horizonte más largo, y aquí nosotros estamos invitando a que todos, todos los nicaragüenses tomemos conciencia de que la responsabilidad y la solución de los grandes problemas del país están en manos de todos, de ahí que la palabra clave sea ciudadanía.

El mensaje de esperanza

El mensaje describe una situación nacional de mucho desaliento, pero también hacen un llamado a la esperanza ¿en que se fundamenta esa esperanza?

En el centro del documento se menciona dos veces a alguien, y ahí está la razón de nuestra palabra, la inspiración de nuestro ministerio y la fuerza para poderle invitar al pueblo a que no pierda la esperanza, a que no quede encerrado en el miedo, a que no caiga en la apatía, y las dos menciones están haciendo alusión, aunque no se pone explícitamente la cita bíblica, son dos textos del

Nuevo Testamento: la primera es Lucas 24:13.34, el conocido relato de los discípulos de Emaús; el segundo texto es Romanos 6:1.14 donde se habla de la victoria de Jesucristo resucitado sobre el mal, el pecado, la muerte, y la maldad, entonces ahí está el centro del documento, esto es lo que nos permite decirle a la gente que no tengamos miedo, hay esperanza.

Yo estoy convencido, no solo como creyente, sino por lo que he visto en muchas personas y en muchos grupos. Ya no se puede seguir diciendo que la fe es el opio del pueblo, la fe es la experiencia más movilizadora que hay del corazón, de las ideas y de los pueblos.

¿Eso tiene consecuencias políticas?

Eso tiene consecuencias sociales y políticas, indudablemente personales, familiares y de relaciones sociales. A veces una lectura fundamentalista de la Biblia se olvida de que siempre en el Nuevo Testamento la fe en Jesucristo se puso en relación con la política, y de distintas maneras, según el momento histórico, porque el Evangelio no da recetas.

Hay textos en donde se invita a rezar por los gobernantes. Pero hay otros textos, sobre todo los últimos del Nuevo Testamento cuando empezó la persecución, el Apocalipsis, cuando ya al poder se le identifica con una fiera, o dos fieras, la que ejerce el poder y la que habla en su nombre, haciéndole la propaganda, esto es Apocalipsis, capítulo 13. ¿Ahí qué se les pide a los cristianos? “Estén dispuestos a dar la vida, hay que luchar, hay que denunciar”. El Nuevo Testamento nunca separa la fe cristiana de la realidad política.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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