11 de octubre 2017
El Fondo Monetario Internacional (FMI) afirmó que Nicaragua tiene una perspectiva de crecimiento de 4.5% para el año 2017, lo que es claramente inferior al rango más optimista de 5.2% marcado hace dos semanas por el Banco Central de Nicaragua, pero también al más pesimista, que es de 4.7%.
Los pronósticos para los próximos dos años son de 4.3 % en 2018 y 4.5 % en 2019, que siguen siendo los más altos para Centroamérica, con la excepción de Panamá, al que ven creciendo a razón de más de 5 %.
Los cálculos del Fondo para Nicaragua se acercan más a los de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), que sitúa el crecimiento para este año en 4.6 %, y mantienen distancia con el 5.4 % a 5.5 % de Consultores Para el Desarrollo Empresarial (Copades).
“Nuestra proyección anda cerca de la cota inferior: 4.6 %, impulsada particularmente por un incremento en las exportaciones de los principales productos y mercancías”, aseguró Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de Funides.
“El BCN siempre está rezagado frente a la realidad económica del país, porque no tratan de fortalecer la institucionalidad. El Magfor, por ejemplo, en vez de decidir las metas de producción, y de efectuar encuestas trabajadas científicamente, se concentra en establecer ‘pláticas’ en los gabinetes de producción”, dijo Néstor Avendaño, presidente de Copades.
Desaceleración del consumo
Tanto Chamorro como Avendaño notan desaceleración en diversos sectores de la economía, lo que probablemente pese más que el optimismo mostrado por los economistas del BCN, que observan “dinamismo de las actividades del sector agropecuario, así como una recuperación de la construcción”.
Chamorro, director de Funides, señala que hay sectores que están desacelerándose, como el consumo, en especial el de bienes durables, con automóviles y motocicletas a la cabeza.
En el terreno de las exportaciones observa un comportamiento más bien disímil: algunos productos están cerrando el año en doble dígito, lo que influye positivamente en el crecimiento, mientras la colocación de la producción agrícola en los mercados extranjeros, se desempeña “bastante bien”.
En contraste, “las exportaciones de zona franca están un poco desaceleradas, especialmente las de textil y confección, así como los arneses, que llevan seis meses de menor crecimiento, producto de una menor demanda de parte de Estados Unidos”, explicó.
Avendaño, el presidente de Copades, también reporta desaceleración, pero del consumo familiar.
“Hay una desaceleración del crecimiento económico, a causa de una contracción del activo interno neto del BCN, que redujo la base monetaria (la cantidad de dinero circulando en manos del público) en C$4,000 millones, lo que desaceleró los precios, pero también la venta de productos de consumo masivo, tales como alimentos, bebidas (alcohólicas o no), útiles de oficina, productos ferreteros, etc.”.
A su juicio, la decisión del Banco obedeció a una intención de “proteger la posición de reservas internacionales, y la ansiada estabilidad macroeconómica, en especial, la obligación de lograr que las reservas internacionales brutas mantengan una relación de 2.5 veces la base monetaria”.
Los riesgos políticos y ambientales
En el apartado de la evolución de precios, se señala que “la inflación se mantiene baja y estable”, con una variación interanual de 3.47 % en agosto 2017, ligeramente inferior al 3.75 % observado un año antes.
Finalmente, se asegura que “la economía estará expuesta principalmente a tres riesgos macroeconómicos que de materializarse podrían incidir en el desempeño previsto: incrementos en los precios del petróleo; impactos derivados de las mayores tasas de interés internacionales; y factores climáticos adversos”.
De los efectos de la posible aprobación de la Nica Act, y del deterioro de la imagen internacional del país, en especial ante un nuevo proceso electoral sin garantías suficientes… ni una palabra.