27 de septiembre 2017
En las últimas semanas se han producido una serie de hechos que tienen repercusiones serias en el presente de nuestro país y, por su trascendencia, es indudable que seguirán repercutiendo en el futuro. Intentaremos abordar algunos de estos sucesos para desahogar un poco la alforja, pues ya son varios los que llevamos rezagados. Vamos a referirnos al caso de ALBANISA.
Esta empresa fue formada con el propósito de favorecer la apropiación privada de la cooperación venezolana. Refresquemos un poquito nuestra memoria: Ortega y Chávez suscribieron un convenio en virtud del cual Venezuela se comprometió a cubrir las necesidades de petróleo de Nicaragua en condiciones altamente preferenciales: 50% del valor de cada barril de petróleo se transformaba en un crédito a 25 años de plazo y con una tasa de interés del 2% anual. En términos financieros, un regalo. Se trataba de un convenio internacional, pues lo suscribieron los dos jefes de gobierno y lo ratificaron las asambleas legislativas de ambos países.
Sin embargo, parece que en el camino se arrepintieron, ya que de aplicarse el convenio los recursos tenían que canalizarse por la vía del Presupuesto General de la República y, por consiguiente, de algún modo estarían expuestos al conocimiento público. ¿De cuánto dinero se trataba? Entre 500 y 600 millones de dólares, contantes y sonantes, cada año. Ni las empresas más prósperas de América Latina pueden darse el lujo de obtener semejantes utilidades libres de polvo y paja.
Los dos mandamás resolvieron entonces abrir una ruta fraudulenta y crearon la empresa ALBANISA. La empresa está integrada por Petróleos de Venezuela, PDVSA, y por PETRONIC. PDVSA es la empresa estatal venezolana que tiene el monopolio de las exportaciones petroleras de ese país; detenta el 51% de las acciones de ALBANISA. PETRONIC es la empresa estatal nicaragüense que tiene el monopolio de las importaciones de petróleo, y detenta el 49% de las acciones de ALBANISA.
ALBANISA, desde su constitución, comenzó a ampliar su ámbito de negocios y pasó del petróleo a hoteles, ganado, generación eléctrica, equipos, construcción, vigilancia, exportaciones, para citar algunos. Así, se constituyó un ramillete de empresas filiales como Alba generación, Alba alimentos, Alba construcción, Alba puertos, etcétera, etcétera. Hasta un banco establecieron, el Banco Corporativo, conocido por sus siglas: BANCORP.
Si a la cooperación petrolera sumamos el monto de las exportaciones hacia Venezuela, que llegó a establecerse como el segundo socio comercial del país, después de Estados Unidos, llegamos al siguiente resultado: En los años dorados ALBANISA representó aproximadamente el 10% de la generación de riqueza nacional, esto es, el 10% del Producto Interno Bruto. Sumemos: 550 millones de dólares en crédito petrolero y 450 millones en exportaciones.
Pero como lo que es bueno ayer, a veces termina siendo malo hoy, lo que ayer fue abundancia, riqueza y jolgorio, hoy se está transformando en angustia y la amenaza de penurias.
¿Qué ocurrió?
Como resultado de las conflictivas relaciones entre el gobierno norteamericano con el gobierno venezolano, se han acumulado un conjunto de sanciones en contra de PDVSA. Algunas las impuso la administración Obama; las últimas, impuestas por la administración Trump, representan un cerco financiero a las transacciones económicas de PDVSA.
Como resultado de esas sanciones, la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua advirtió sobre el riesgo que existía para empresas y ciudadanos norteamericanos, de realizar transacciones con ALBANISA. ¿Por qué razón? Porque el principal socio de ALBANISA es PDVSA.
¿Cuáles son las principales transacciones que realiza Albanisa en Nicaragua?
Para un simple observador, resulta notorio lo siguiente:
1. Buena parte de las importaciones de petróleo se realizan por la vía de ALBANISA. Por ello, los primeros que deberían alertarse son las empresas que están en el negocio de combustibles y energía, incluyendo las empresas generadoras. Allí hay varios empresarios que tienen la nacionalidad norteamericana.
2. Es obvio que ALBANISA debe realizar buena parte de sus transacciones locales e internacionales por medio del sistema bancario. Se trata de un campo donde seguramente ya comenzaron a guardarse las prevenciones del caso. Aquí también procede que un importante número de miembros de consejos directivos de los bancos son de nacionalidad norteamericana.
3. También están exportadores. Aunque las transacciones comerciales con Venezuela disminuyeron significativamente a causa de la crisis en ese país, todavía se exportan aproximadamente cien millones de dólares anuales. Estas transacciones se realizan por la vía de ALBALINISA, una filial de ALBANISA.
4. A la par se encuentran un sinnúmero de contratos y transacciones con proveedores y compradores.
Por si algo hiciera falta, los medios de comunicación informaron de una audiencia oficial en el seno del Congreso norteamericano, en la que un especialista en la materia detalló a los congresistas que sus investigaciones le llevaron a concluir que ALBANISA se encontraba comprometida en lavado de dinero proveniente, entre otras fuentes, de la guerrilla colombiana, las FARC.
Más allá de la amenaza específica que se cierne sobre empresas y empresarios, hay un problema más grave.
¿Cuál?
El problema para nosotros, los paganos de la fiesta. Es evidente que cualquier inversionista norteamericano, sea en turismo, en zonas francas, en bienes raíces o en cualquier otra actividad económica, la tendrá que pensar dos veces una vez advertido por su propia embajada, del riesgo de entrar en transacciones con una empresa que está presente en casi todas las actividades económicas del país. Obvio, que el mensaje se vuela dos pájaros de un tiro: Se lo dicen a Charles, para que lo escuche Charles, y para que lo escuche Carlos.
Y si los inversionistas norteamericanos y nacionales aflojan, las posibilidades de empleo, actividad económica, ingresos, salarios un escenario de mayor precariedad. Y esto en el mejor de los casos, porque las consecuencias pueden ser peores.
Así estamos.