27 de septiembre 2017
La contabilidad es “el latido del corazón de la empresa, porque permite saber qué está pasando con el negocio, pero es, también, la vía que da acceso al crédito y a las exoneraciones”, según el economista Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
Esa verdad cobra mayor relevancia entre los negocios de menor tamaño, y especialmente en aquellos dirigidos por, o propiedad de, una mujer, tal como lo revela el informe “Obstáculos que enfrentan las mujeres emprendedoras en Nicaragua para acceder a beneficios fiscales”, preparado por Funides y la Red de Empresarias de Nicaragua (REN), el que muestra que solo la cuarta parte de 188 panaderías o zapaterías encuestadas, llevaban algún tipo de contabilidad.
El dato es clave para entender el porcentaje de esos negocios que, teniendo derecho a exoneraciones fiscales no logra acceder a ellas, porque no puede llenar los requisitos del sistema informático que usan varias entidades –con la Dirección General de Ingresos a la cabeza- o simplemente, no entienden cómo se usa ese sistema.
Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de Funides, recomienda adaptar el sistema informático actual “para que tome más en cuenta al consumidor, al usuario del sistema, con lo que se podría resolver parte de este problema, a fin de que los negocios pequeños que sí tienen derecho, puedan acceder a estos beneficios fiscales”.
Explica que en la actualidad ocurre que “aunque este sistema informático tiene buenas intenciones, se está quedando gente fuera”, en referencia a las personas que no logran llenar los requisitos, lo que a la larga “es regresivo, porque beneficia a quienes tienen mayor capacidad [en conocimientos y en recursos financieros] para usarlo”, y deja por fuera a quienes tienen menores capacidades.
Un ejemplo de ello es la obligación de llenar un documento digital en el que se presente el Plan Anual de Compras del negocio, lo que representa un obstáculo mayúsculo para cualquiera que deba enfrentarse con el día a día de su actividad económica, y más para aquellos empresarios con menores niveles de educación formal.
En la medida en que el dueño o dueña del negocio tiene menor nivel de escolaridad, se hace más difícil elaborar ese plan de compras, lo que eleva la complejidad de su elaboración, “y en el caso que lo puedan hacer, tiene que ser exactamente en el formato del sistema, lo que genera otra dificultad”, explicó Chamorro.
La barrera se hace más infranqueable aún para las empresarias que deben combinar sus obligaciones al frente del negocio, con las derivadas de su condición de madre y ama de casa, por lo que tiene menos tiempo y capacidad para concentrarse en su empresa y buscar cómo ampliarla, solidificarla y modernizarla.