10 de agosto 2017
Pese a que el comandante Daniel Ortega tuvo un rol primordial como presidente de Nicaragua en la firma de los Acuerdos de Esquipulas II, su actual administración no celebró el 30 aniversario de esta fecha histórica, que destrabó y abrió la puerta de la paz a una Centroamérica sumida en una sangría por las guerras.
Era 1987 y la región –en especial Nicaragua, con el enfrentamiento entre el Ejército Popular Sandinista y la Contra– era sacudida por un conflicto de envergadura mundial entre Estados Unidos y Rusia: La Guerra Fría. Ambas potencias tanteaban fuerzas en terceros países, como los centroamericanos. Conflictos en Guatemala, el Salvador y Nicaragua desangraron la región. Más de 200 mil muertes y más de un millón de desplazados obligaron al expresidente costarricense Óscar Arias a tomar una iniciativa: Buscar la paz. Aunque su país no tenía un conflicto, si sufría el de Nicaragua. La Contra tenía presencia en suelo tico.
Cinco presidentes llegaron a Esquipulas, en Guatemala, a firmar la “Paz Firme y Duradera en la región”. El presidente estadounidense de esa época, el republicano Ronald Reagan, se oponía a estos acuerdos, en específico porque no reconocía al gobierno revolucionario de Nicaragua como legítimo. El comandante Ortega suscribió los acuerdos, pese a diferencias que también hubo a lo interno del gobierno y el Frente Sandinista.
El historiador Alejandro Bendaña recordó en el programa Esta Noche que parte de la Dirección Nacional consideraba que aceptar los once puntos de Esquipulas II significaba “una concesión estratégica e ideológica”… además, se “apartaba” de la “visión semisocialista” al abrir espacios de poder y permitir elecciones libres. Sin embargo, “Ortega entendió el momento histórico” y rubricó el acuerdo.
“El gobierno de Nicaragua fue el que más rápido cumplió con los acuerdos firmados, si comparamos el cumplimiento de los otros países”, comparó Bendaña. En 1990 hubo elecciones que desbancaron del poder al sandinismo y luego vino el desarme.
“Reconciliación y paz” son conceptos que entreveran el lenguaje del actual régimen familiar de Ortega. Conceptos también medulares de Esquipulas II. Pese a la repetición de ellos en los discursos oficiales, y la estrecha relación que el mandatario sandinista tiene con el exvicepresidente guatemalteco Vinicio Cerezo –anfitrión de la firma de los acuerdos y secretario general del Sistema de Integración Centroamericana (SICA)–, extrañamente el gobierno de Nicaragua no conmemoró la fecha del siete de agosto.
Ni siquiera la primera dama, Rosario Murillo, se refirió en su alocución diaria a Esquipulas II. Pasaron desapercibidos ni se conoció una postura oficial.
La investigadora y socióloga Elvira Cuadra consideró que el 30 aniversario de la firma de Esquipulas II “merece conmemoración” debido al “significado especial” para la región, pero sobre todo para Nicaragua.
“Lamentablemente, la conmemoración oficial ha sido bastante pobre, considerando las dimensiones, la profundidad y la vigencia que tienen los acuerdos de Esquipulas II en términos de construcción de paz y desarrollo”, argumentó Cuadra.
Lo más importante de los acuerdos es que la convulsa Centroamérica aprendió a negociar, aseguró Mauricio Herdocia, experto en Derecho Internacional. Las naciones de la región “con autodeterminación” lograron definir el rumbo para el proceso de paz: “Un antes y un después”, consideró Herdocia, porque dio paso a la pacificación, la integración y el desarrollo sostenible.
¿Se ha logrado lo acordado?
Sin embargo, aunque Esquipulas II logró su cometido del fin de los conflictos bélicos y guerrilleros, la región todavía gotea sangre, en especial con el fenómeno de la violencia y las maras en el Triángulo Norte de Centroamérica. La integración regional y el fortalecimiento de la democracia sigue siendo un tema pendiente.
Aunque la democratización fue patente con la incorporación de guerrillas a la vida política, como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en el Salvador y la Resistencia Nicaragüense, quedan retos enormes como la pobreza.
“Es un tema pendiente poner en la agenda pública los malestares de las generaciones vivas, que tienen una historia que contar”, afirmó la socióloga Cuadra. “Hay grandes dudas sobre la reinserción a la sociedad de combatientes y los refugiados que volvieron después del conflicto. Al menos en Nicaragua no hubo comisiones de la verdad, como en Guatemala y en El Salvador, para la reconstrucción de la historia”, dijo.
La investigadora sostuvo que la reconciliación y la construcción de paz no son procesos cortos. En el caso de Nicaragua, precisó, significó la “refundación del Estado”. “Y hay que decirlo”, apostilló Cuadra: “Se privilegió la reconstrucción económica por encima de las humanitarias. Hay grandes grupos de población en condiciones precarias, generaciones cargando los traumas de la guerra”.
¿Integración centroamericana?
Herdocia señaló que Esquipulas II pretendía la integración regional. Pese a que existen instancias como el Parlamento Centroamericano y la Corte de Justicia Centroamericana, no ha habido una real cohesión que se traduzca en integración social y disminuir la exclusión. “El éxito de la Unión Europea fue que con los fondos de cohesión y compensación social emprendieron la integración”, afirmó Herdocia.
El historiador Bendaña señaló que la única integración producida en Centroamérica tras Esquipulas II fue la del gran capital. A su juicio, el modelo neoliberal que impera desde los ochenta no logró consolidar políticas sociales con mayor humanitarismo para, por ejemplo, enfrentar el problema de las maras.
“Mientras se mantenga este modelo económico, con los bancos llevándose la mayor tajada, y el Estado no ejerce su papel, redistribuyendo la riqueza, segura habrá inequidad”, alertó Bendaña.
Pese a los retos, Cuadra insistió que lo más importante que dejó Esquipulas II es la resolución de problemas a través de la negociación. La salida democrática ante que las armas.
[destacado titulo="Los once puntos de Esquipulas II"]
En la firma de Esquipulas II participaron cinco mandatarios: Vinicio Cerezo (Guatemala), José Napoleón Duarte (El Salvador), Daniel Ortega (Nicaragua), José Azcona Hoyo (Honduras) y Óscar Arias Sánchez (Costa Rica) el 7 de agosto de 1987.
Los presidentes acordaron once puntos para regresar la paz y la estabilidad al istmo:
- Reconciliación nacional. Incluía un proceso de diálogo, amnistía, y la creación de una Comisión Nacional de Reconciliación.
- Exhortación al cese de hostilidades. “Los gobiernos hacen una exhortación vehemente para que, en los Estados del área que actualmente sufren la acción de grupos irregulares o insurgentes, se concierte el cese de las hostilidades”, rezan los acuerdos.
- Democratización. Este punto hace énfasis en la “completa libertad para la televisión, la radio y la prensa”, el “pluralismo político partidista total”, y la derogación de estados de excepción vigentes en aquella época.
- Elecciones libres. “Creadas las condiciones inherentes a toda democracia, deberán celebrarse elecciones libres,
- pluralistas y honestas”, recomienda Esquipulas II.
- Cese de la ayuda a las fuerzas irregulares o a los movimientos insurreccionales.
- No uso del territorio para agredir a otros estados.
- Negociaciones en materia de seguridad, verificación, control y limitación de armamento.
- Refugiados y desplazados.
- Cooperación, democracia y libertad para la paz y el desarrollo.
- Calendario de ejecución de compromisos.[/destacado]