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Un estratega sin estrategia

En Venezuela, no está a la orden del día una revolución social, sino un cambio de gobierno, por tanto no es apropiado hablar de dualidad de poderes

Sólo Estados Unidos tiene el nivel operacional y logístico para garantizar el cambio de gobierno y restablecer el orden social en Venezuela

Fernando Bárcenas

3 de agosto 2017

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Fernando Mires, en un artículo publicado en Confidencial con el título de Dualidad de poderes en Venezuela, escribe que el futuro no está escrito en ninguna parte.

Para llegar a esa conclusión no era necesario escribir un artículo. Un análisis estratégico es una ponderación probabilística de la evolución de la correlación de fuerzas, por la crisis objetiva de la economía. Es determinar la probabilidad de un cambio previsible, a partir no sólo de las posiciones políticas, sino de los enfrentamientos sociales en curso, y de la dinámica de los realineamientos de los sectores sociales respecto al curso de tales enfrentamientos. Se trata de hacer previsiones por medio de la teoría política, no de leer las cartas o de interpretar los astros.

Escribe Mires: "si aparece un inesperado fraccionamiento al interior de las FAN, o un simple rayo de luz que lleve a un entendimiento mínimo entre el poder político de la oposición y el militar de la dictadura, no lo sabemos".

¿Por qué debe ser inesperado el fraccionamiento del ejército, si es normal que ocurra cuando la causa de Maduro está estratégicamente perdida? Un sector, posiblemente mayoritario del ejército, tratará de salvar lo salvable. Sólo un ejército pretoriano, como la guardia somocista, se hunde completamente con su jefe que escapa.


Si Mires dice que no sabe si ocurrirá tal eventualidad o tal otra, y si dice que no sabe si un simple rayo de luz llevará a un entendimiento mínimo entre la oposición y el ejército, demuestra que el desarrollo de los acontecimientos le escapa. Ningún análisis serio se basa en rayos de luz, o en enumerar todo lo que no se sabe a ciencia cierta.

Los fenómenos sociales se abordan probabilísticamente, a partir de datos reales que marcan tendencia, no con una bola de cristal.

La dualidad de poderes

La dualidad de poderes, para Mires, es un recurso teórico de Lenin y Trotsky para hacer la revolución de octubre mediante un truco semántico. Las revoluciones no se hacen con trucos semánticos. Por ello, piensa Mires, esa revolución socialista –la más importante desde la revolución francesa- no sería una verdadera revolución. ¡Habrase visto tamaño despropósito histórico!

La dualidad de poderes no es un recurso teórico, sino, una característica de una situación revolucionaria explosiva, cuando aparecen en la realidad política manifestaciones de un nuevo poder estatal, cualitativamente distinto. Es decir, cuando de la lucha social surgen instituciones de poder directo, con carácter de clase, distintas a las que resultan de la representación electoral.

En Venezuela, como no está a la orden del día una revolución social, sino, únicamente un cambio de gobierno, no es apropiado hablar de dualidad de poderes en esta coyuntura. El equilibrio de fuerzas en la lucha por el poder, o la prevalencia de una de estas fuerzas, no es una dualidad de poder. Mires advierte en su artículo que la oposición no debe soltar de sus manos la defensa de la Constitución. Ello basta para comprender que el desenlace de la crisis no pasa por la dualidad de poder. Que lo que está en disputa es el control del Estado, no la transformación cualitativa hacia un nuevo tipo de Estado.

Para Mires, en Venezuela ya ha ocurrido una revolución democrática, de modo, que la asamblea constituyente de Maduro –a su criterio– estaría consagrando institucionalmente la dualidad de poderes. Es decir, piensa absurdamente que primero ocurre la revolución y luego la dualidad de poderes. Y piensa, también absurdamente, que esta dualidad no se origina de la rebelión contra el poder constituido, sino, por el contrario, que tal dualidad la institucionaliza el poder constituido. De la suma de dos pensamientos absurdos no resulta algo sensato, sino, un disparate más grande.

La pregunta obligada es ¿dualidad de poderes entre qué fuerzas sociales? Toda disputa del poder es entre sectores sociales. ¿Adónde conduce, cómo se resuelve esa dualidad de poderes de la que habla Mires? Si hay dualidad de poderes, debe haber una revolución social en ciernes. Mires no se hace esas preguntas, y se limita a señalar que el futuro no está escrito en ninguna parte.

Poco importa a Mires que hablar de dualidad de poderes y de institucionalidad de tal dualidad, sea una antinomia, una contradicción lógica de términos. Obviamente, Mires usa un término que desconoce por completo. Y la lógica no es su fuerte.

Crisis política sobre bases objetivas, económicas

Haremos a un lado el desorden conceptual de Mires, sobre la revolución democrática y sobre la dualidad de poderes, que este señor divide en formas distintas, a las que confusamente llama pisos.

En una crisis política, hay un proceso fluido de enfrentamiento político, con múltiples manifestaciones en el orden jurídico y económico. Sin embargo, Venezuela no responde a un enfrentamiento excluyente con carácter de clase. La contradicción no conduce a un cambio de sociedad, sino, únicamente, a un cambio de gobierno.

Escenarios de solución de la crisis

Los analistas, mucho más sensatos que Mires, elaboran cuatro escenarios posibles de la salida de la crisis venezolana:

  1. Que el proceso conflictivo lleve a elecciones libres, como ocurrió en Nicaragua en 1990;
  2. Que derive a un régimen de partido único como en Cuba;
  3. Que el sector militar pacifique con violencia al país, como en Egipto;
  4. Que se fragmente el país en la anarquía, como en Libia.

El análisis de escenarios, permite realizar un proceso lógico de inferencia hacia atrás, a fin de comprender, a medida que inevitablemente las fuerzas en lucha toman decisiones, la posibilidad que el proceso sea conducido hacia el escenario más favorable para el país. Este análisis es elemental para formular una perspectiva estratégica.

La salida más probable

En Venezuela hay una contradicción sobre cuál es la forma de gobierno más apropiada para superar la crisis de la dependencia rentista de su sistema económico capitalista. Un sistema en bancarrota, que con Chávez y Maduro ha conducido la dependencia de la sociedad a extremos caóticos, a una negligencia total, a la completa desarticulación de la producción nacional, incluso en el sector petrolero, que es la fuente de la renta nacional dependiente. Es decir, Maduro sufre ya una derrota de carácter objetivo, por destruir las fuerzas productivas, que se hace visible por la caída de los precios del crudo.

La asamblea constituyente de Maduro pretendía restarle legitimidad a la Asamblea Nacional, pero, se revierte en una mayor ilegitimidad de su gobierno, al resultar en un golpe de Estado contra el principal poder de la nación. A Maduro le pasa como a la suegra de la porra militar mexicana, que enterrada boca abajo cuando quiere salir rasca más para abajo. Sus partidarios se desmoralizan al comprobar que la asamblea constituyente no resuelve la crisis y, más bien, la agrava. Al fin, no hay otra salida que el cambio de régimen.

Maduro saca a Leopoldo López de Ramo Verde, y veintidós días después le regresa a la cárcel militar. Es una forma de publicitar la improvisación errática de las maniobras tácticas. Nadie quiere estar bajo la dirección de un conductor sin claridad a corto y mediano plazo.

Como dice el hijo de Maduro: está muriendo gente viva. La salida más probable, a medida que el conflicto se prolonga por la incapacidad política de Maduro, es similar a la de Egipto, con una intervención del ejército que haga concesiones hacia un gobierno de transición a corto plazo (dado que en Venezuela no existe una fuerza de extremismo religioso con pretensiones políticas, como los hermanos musulmanes). De modo, que se abriría de inmediato un canal humanitario para la población extremadamente probada, mientras se preserva a los chavistas de base de la cacería de brujas, por un período de pacificación de los ánimos.

A (Daniel) Ortega le dan resultado sus triquiñuelas abusivas porque aún no ocurre una crisis de carácter económico que ponga en pie de lucha a la población. Maduro, en cambio, nada ya en un estanque sin agua.

*El autor es ingeniero eléctrico.

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Fernando Bárcenas

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