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La triste historia de la OEA

La OEA en su historia ha mantenido una función de instrumento del neo-colonialismo

Inauguración de la 47 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Cancún. EFE.

Onofre Guevara López

20 de junio 2017

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Pareciera una broma política, pero es un hecho político lamentablemente real, que haya pasado tanto tiempo sin que aún se conozcan los términos auténticos del arreglo Ortega-Almagro, y que todavía haya quienes estén justificando su juego electoral “azancudado” con el cuento de que la OEA, nos hará el milagro de ayudarnos “a recuperar la democracia”. Quien tenga esa fantasía o quiera embromar al pueblo con su cuento en busca de justificar su colaboración con el orteguismo, confía demasiado en la amnesia histórica de la gente, o es que él mismo quiere engañarse, creyendo en un imposible olvido colectivo.

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De la historia de la OEA y su función de instrumento del neo-colonialismo solo se puede “olvidar” de forma voluntaria por los intereses inconfesables del “olvidadizo”, pero fáciles de advertir para quienes respetan la historia sin que medien mezquindades que condicionan a mentir. Entre otras mentiras con el afán de limpiar la imagen de la OEA, está aquella de que “nos ayudó a deshacernos de la dictadura” en 1979… ¡después de 45 años de haber sido fundada y apoyada por el patrón de la OEA, los Estados Unidos!

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Y, como un ipegüe, regalan una cuota de olvido al  hecho de que la “ayuda” OEA-gringa llegó cuando el pueblo en armas tenía a la dictadura “en tres y dos”, y la Guardia había asesinado del periodista norteamericano Bill Stewart.  Además, ¿cómo olvidar que sus últimos esfuerzos, aún después de huida de Somoza Debayle, los destinaron a tratar de imponer “un somocismo sin Somoza”?  Imposible olvidarlo, ¿verdad señoras y señores, creyentes de mentira en la santidad de la OEA?

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Todos estos engaños y sus actos engañosos no son suficientes para ocultar la historia de la OEA manejada por los Estados Unidos, como aquella “alianza para el progreso” con el fin lograr su colaboración para contrarrestar las simpatías de los pueblo hacia la Cuba y conseguir su apoyo a sus agresiones contra la revolución.  Y también para que les justificara su continuada política de agresión, para lo cual comenzaron expulsándola de su seno sumiso en 1962, después de haber logrado su complicidad con la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, y cuando Estados Unidos ya tenía en marcha su invasión directa con sus propias tropas a finales de 1962, la cual no fue posible por la instalación de los cohetes soviéticos en Cuba para persuadir al agresor, y lo cual provocó la crisis que tuvo al mundo al borde de guerra nuclear, pero evitó la invasión, largamente preparada, aunque no cesaron sus actos terroristas, utilizando a mercenarios.

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¿Y cuál fue el papel de la OEA durante esa crisis? Aparte de su acostumbrado apoyo a las políticas de agresión armada a distintos países latinoamericanos, esa vez la OEA le dio a Estados Unidos un aval político diplomático para justificar la invasión. El 22 de octubre de 1962, John F. Kennedy decretó la “cuarentena” a “los buques de cualquier clase destinados a Cuba, procedencia de cualquier nación o puerto”.  Pero no se conformó con violar las leyes internacionales para negar a Cuba su derecho a la defensa, sino que también invocó al Consejo de  Seguridad de la ONU, siendo que su país le ha violado cuanta resolución ha emitido contra su colonialismo en Puerto Rico y paras que ponga fin al bloqueo de Cuba.

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Pero no podía dejar de utilizar los servicios de la OEA, y la convocó a… “una reunión inmediata del órgano de Consulta de la OEA (...) para que invoque los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro en apoyo de cualquier acción necesaria”; es decir, a la invasión contra Cuba.  Cuba ya no era parte de la OEA y no tenía nada que ver con sus tratados, pero ¿por qué se iba a negar a la orden de Kennedy?  Como era su obligación, ese órgano se reunió en Washington para cumplirle su deseo: 19 países votaron a favor, cero en contra y una abstención. Esos votos fueron la mayoría de países gobernados por dictaduras criminales y políticos ladrones, como la de los Somoza.  Ese acto caínesco significó condenar al pueblo hermano agredido y apoyar al amo agresor, igual que siempre.

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Junto a este mal recuerdo de la conducta infame de la OEA, es bueno hacer un recuerdo acerca de cómo la ve su propio amo: Estados Unidos que ha tenido gobernantes torpes y algunos inteligentes, aunque todos cumplidores de la política imperial de su país.  En aquella ocasión, el hermano de un gobernante inteligente, Robert Kennedy –cuando el presidente planeaba la invasión contra Cuba, de modo brutal, como toda agresión a un pequeño país que no había hecho nada más que liberarse del tutelaje yanqui—, tuvo un rasgo de sinceridad para valorar el aval de la OEA a la invasión, y de paso hacerle también su retrato hablado:

“… fue el voto de la OEA lo que dio una base legal al bloqueo. Su voluntad de seguir las directrices de Estados Unidos (…) cambió nuestra posición, de la del forajido que actúa violando la ley internacional a la del país que obra de acuerdo con veinte aliados y protege legalmente su posición”.

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No obstante ese fiel retrato, Robert Kennedy tuvo sus equivocaciones: 1) un acto obediente del fámulo de la familia no le otorga legalidad a los crímenes del amo; 2) los actos serviles del fámulo no son productos de su voluntad, sino de la sumisión ante su amo; 3) su condición de forajido internacional no se la puede cambiar a Estados Unidos nadie: es su historia; 4) la obediencia de veinte sirvientes, o más que fueran, no protege ni legaliza la acción vandálica de ningún país, por muy poderoso que sea. De todos modos, este Kennedy ha hecho la caracterización más válida de la OEA como cumplidora de las directrices imperiales, cosa que solo sus adversarios pueden hacer.

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El final de aquella crisis sin guerra nuclear no se debió a que la OEA siguiera servilmente las directrices de Estados Unidos, sino a la inquebrantable decisión soviética de proteger a Cuba, más el valor y la enorme dignidad del pueblo cubano de defender su revolución y a su país, frente al más pintado de los imperios habidos sobre el planeta Tierra. De manera que si un gobernante inteligente como Kennedy fracasó con la amenaza de usar su fuerza bruta, y con su política de invasiones y “alianzas para el progreso”, ¿quién le garantiza algún éxito a su “alianza para la prosperidad” al torpe de Trump? Aquella alianza abarcaba a más de veinte países, y esta copia en miniatura solo es para tres del “Triángulo Norte”, con la observación del delegado de Daniel Ortega, más los de otros tres países que llegaron a Miami… ¡a ver qué podían agarrar!

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Ruperta y Ruperto:

--Coincidente con el sainete de la OEA y su nuevo patrón, Rupertó, ya salió un brillante político nica haciendo su cálculo acerca de cómo repartir el cuero, no del venado, sino el de Venezuela, desde antes de poderla cazar…

--La otra coincidencia con el nuevo patrón de la OEA, Donald Trump, Rupertá; es la alegría de algunos, porque él ha hecho el descubrimiento de cómo matar a Cuba… ¡recogiendo de la Chureca de la Historia una política con casi 60 años de fracasada!

--Lo que se puede ver en este “valle de lágrimas”, Rupertó, no solo es la crisis causada por la podredumbre del medioambiente que aqueja a la humanidad… ¡sino una crisis de ética y de dignidad!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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