27 de mayo 2017
En un mundo dominado por las tendencias y los gurús de la globalización, el escritor mexicano Jorge Volpi es uno de los jóvenes intelectuales públicos más influyentes de México. Autor de novelas como “En busca de Klingsor”, publicada por Seix Barral; “La tejedora de sombras”, de editorial Planeta; o “Memorial del engaño”, editada por Alfaguara, también ha analizado a fondo la historia política de su país, así como la realidad latinoamericana. Es autor de una decena de libros de ensayos sobre las ideas políticas, entre los que destaca “El insomnio de Bolívar¨. Volpi asistió en Managua al encuentro de narradores Centroamérica Cuenta, organizado por el escritor Sergio Ramírez, y habló sobre su libro más íntimo ¨Examen de mi padre¨, una colección de ensayos sobre su padre, recién fallecido, que también es un examen sobre la sociedad mexicana.
En una entrevista con el programa televisivo Esta Semana, Volpi analizó la situación violencia que existe en su país, la amenaza que significa el presidente estadounidense Donald Trump, y la herencia corporativismo del PRI que gobernó su país durante setenta años, bajo un régimen de partido hegemónico con la particularidad que, a diferencia del régimen de Ortega en Nicaragua, se instauró el principio de la no reelección absoluta que todavía prevalece en México.
El reciente asesinato de Javier Valdez, que se suma al de otros cinco periodistas mexicanos, ha causado conmoción no solo en tu país, sino en toda América Latina, ¿se puede frenar la impunidad en México?
Este es el reflejo de lo que ha ocurrido con México desde 2006, al menos desde que explícitamente el presidente Felipe Calderón lanza la guerra contra el narcotráfico. Desde entonces, México no sólo se ha convertido en uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo, como lo demuestra el caso lamentable de Javier Valdez, sino un país con un nivel de violencia propio de una guerra civil, aunque no la tengamos: cien mil muertos, setenta mil desaparecidos en once años refleja lo absurdo de esta guerra contra el narcotráfico. A mí me parece que la única manera en que podemos cambiar esta situación es cambiando drásticamente la política de drogas que hay en el mundo, y particularmente en México, Centroamérica y Sudamérica, donde ese combate está provocando estos niveles de violencia y estos niveles de corrupción, que se reflejan luego en la imposibilidad de ejercer el periodismo ante las amenazas constantes de distintos grupos criminales o directamente del Estado.
¿Cómo se ubica el actual gobierno mexicano y la sociedad mexicana frente al desafío que representa la presidencia de Donald Trump, que tiene a México en la mira con la migración, el muro, el Tratado de Libre Comercio?
Es una situación más complicada. Si de por sí la situación de México era muy complicada con los niveles de violencia y de inequidad que son propios de nuestra región, el ascenso de Trump es la mayor amenaza externa que ha enfrentado México realmente en muchísimos años, prácticamente en un siglo. Se trata de un demagogo como Trump que ha decidido tener como enemigo principal a México y a los mexicanos, sin que sea posible explicar claramente las razones. Sea con las expulsiones de tantos mexicanos sin papeles en Estados Unidos, que ya están ocurriendo, sea con la caracterización de los mexicanos siempre de manera negativa, sea con la construcción del muro, que es una medida –además de demagógica– absurda, con el ultraje y la humillación que significa que sea México quien pague, además, ese muro y luego con la renegociación del Tratado de Libre Comercio, con el que él también considera que México se ha aprovechado de Estados Unidos durante todos estos años.
La suma de todos estos factores ha provocado una situación de enorme gravedad, que el gobierno mexicano tampoco ha sabido resolver. No hay una estrategia conjunta de corto, mediano o largo plazo frente a lo que puede representar la presidencia de Trump. Ha sido muy errática la respuesta del gobierno mexicano y lo que se impone es un debate más amplio, más crítico, para saber cómo México debe de responder a cada uno de estos desafíos, a los que se suman los presupuestos que presentó Trump esta semana, en los que reduce en un 45% la ayuda que Estados Unidos da para el combate al narcotráfico, que esencialmente hace México por la política de drogas de Estados Unidos.
¿Tiene México alguna capacidad para servir de punto de encuentro de América Latina y definir una política regional frente a Trump?
Hasta este punto, lamentablemente, el gobierno mexicano no la tiene. Insisto: No tiene una política general, menos una política de liderazgo regional frente a la amenaza de Trump.
En Nicaragua, en los últimos diez años, se ha impuesto un régimen corporativista, no democrático, autoritario, que en algunos aspectos se asemeja al viejo PRI que gobernó tu país durante setenta años, con la diferencia de que aquí existe la reelección indefinida ¿qué le dejó ese régimen del PRI a México?
Fue una historia muy larga, con más de setenta años de gobierno del PRI que en momentos muy distintos representó cosas diferentes. Era una partido capaz de transformarse, incluso ideológicamente. En ciertos momentos fue un partido que a veces fue una dictadura, por ejemplo en 1968, cuando se coartaron todas las libertades posibles. En otros momentos, era uno de los regímenes latinoamericanos más abiertos, no democráticos, pero al menos uno donde había la mayor libertad, comparada con el resto de la región, pero siempre con un mismo grupo repartiéndose el poder, con cuotas corporativas claramente establecidas y donde el único principio central de estabilidad era precisamente la no reelección. Esta investidura de darle un poder casi absoluto al presidente, pero solo por seis años y al término de ese tiempo inevitablemente perdía todo ese poder, eso fue lo que mantuvo al menos esa estabilidad por esos setenta años del gobierno del PRI. Si a eso se hubiera sumado la reelección como la están teniendo ustedes, hubiera sido aún más catastrófico.
¿Quiénes eran los actores predominantes de ese sistema?
Sindicatos y empresarios en connivencia con el gobierno autoritario priísta, que al mismo tiempo daba esos márgenes de libertad distintos a los que ejercía cualquier dictadura de las que en los años cincuenta, sesenta y setenta proliferaban en América Latina.
La transición política mexicana, cuando el presidente Vicente Fox saca al PRI del poder, tampoco llenó las expectativas de reformas que se habían planteado. ¿Existe algún tipo de añoranza por el orden del viejo régimen?
Ya no. Se sucedieron dos gobiernos del PAN, un partido de centro derecha. El gobierno de Fox, que no es capaz de articular una verdadera reforma del Estado, pero que sí parecía un gobierno de transición; y el gobierno de Felipe Calderón, el segundo gobierno panista, que absolutamente desastroso, que lanza la guerra contra el narcotráfico y que provoca esta violencia inusitada que no había habido en México desde la revolución. La consecuencia natural sí fue la nostalgia frente al régimen anterior, es natural por eso, en ese momento pierde la elección el PAN y vuelve a recuperar el poder el PRI pensando que se podía regresar a ese orden que existía anteriormente. Durante unos pocos meses parece que el gobierno priísta sí iba a ser capaz de rearticular esa serie de pactos que había hecho con empresarios y sindicatos, pero también, particularmente, con los propios grupos criminales, pero a partir del segundo año de la presidencia de Enrique Peña Nieto, la debacle priísta comienza a acentuarse por distintos motivos, sobre todo por corrupción, por el caso emblemático de Ayotzinapa y luego por la visita de Trump a México. En este momento no hay ninguna nostalgia por el régimen priísta. La popularidad del presidente Enrique Peña Nieto está abajo del 10%. Tampoco hay nostalgia del régimen panista, porque fue la presidencia de Calderón la que abocó a México a esta violencia inusitada y no sabemos en realidad lo que puede pasar en las elecciones del próximo año.
Andrés Manuel López Obrador sigue siendo el candidato de la izquierda. ¿Tiene posibilidades de llegar al poder?
Sigue encabezando todas las encuestas en este momento, pero todavía falta más de un año para la elección. Él ya encabezaba las encuestas frente a Calderón, donde sigue habiendo una duda de hasta dónde hubo una manipulación de las elecciones. Llegó también a encabezar las encuestas frente a Peña Nieto, pero Peña terminó ganando la elección, ahí sí con un margen suficientemente grande para no tener dudas de que fue una elección limpia, más allá de cómo se haya llegado a ese resultado. Él encabeza las encuestas en este momento, pero sigue habiendo mucha desconfianza hacia su figura