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Política y economía van de la mano

Algo no funciona bien si tenemos años de crecimiento económico y no se genera empleo suficiente, salarios decorosos, ni se mejora la productividad

Algo no funciona bien si tenemos años de crecimiento de la economía y no se genera empleo suficiente

Mons. Rolando Álvarez

3 de mayo 2017

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El primero de Mayo es bueno lanzar una mirada pastoral a la realidad de la economía de los trabajadores, en nuestra patria. Una mirada pastoral porque nos interesa la realidad sociológica y económica de la familia, que tiene repercusiones directas en su unidad integral como núcleo fundamental y básico de la sociedad.

Sin duda, el principal problema que enfrentan las familias nicaragüenses es la falta de trabajo. Esta es una realidad que no conoce sexo, porque afecta a varones y mujeres; no conoce edad, porque afecta a jóvenes, adultos y personas de la tercera edad; y tampoco reconoce territorios, porque afecta a gente que vive en las zonas rurales y a personas que viven en las ciudades.

¿Qué alternativa tiene una persona desempleada?

Unos buscan cómo sobrevivir por ellos mismos, vendiendo cualquier cosa, haciendo cualquier cosa, en cualquier lugar. Es lo que se llama economía informal. Otros le llaman de manera más azucarada "autoempleo". Ocho de cada diez nicaragüenses que tienen alguna ocupación se encuentran en estas condiciones: son trabajadores de la economía informal.


¿Qué significa esto? Que no tienen salario mínimo, que si se enferman dejan de percibir ingresos, que no tienen vacaciones pagadas, ni días feriados, ni aguinaldo. Y si son mujeres, no gozan de descanso remunerado ni prenatal ni postnatal.

Una de las formas que tiene el trabajo informal es el subempleo. Se trata de personas que trabajan por ratos, o un día sí y un día no. Hacen una chambita aquí y otra chambita allá. De acuerdo a las cifras oficiales, cinco de cada diez nicaragüenses que desempeñan algún trabajo se encuentran en condición de subdesempleo.

La otra alternativa, cuando se acaban las esperanzas de encontrar un trabajo o un ingreso en el país, está la opción desesperada de salir del país a buscar la vida más allá de nuestras fronteras. Todos sabemos los riesgos que se corren los que no tienen otra alternativa que viajar de manera irregular o de residir en otro país de manera irregular. Pero aún quienes logran salir y residir cumpliendo todos los trámites, todos sabemos que abundan los casos de discriminación y de humillaciones.

Pero bueno, son miles y miles de nicaragüenses los que han encontrado esta salida al costo muchas veces de la unidad familiar, al costo de dejar una familia y la tierra que nos vio nacer.

En general, ni los desempleados, ni los subempleados, ni los trabajadores de la economía informal se encuentran afiliados al seguro social.

El problema es que ocho de cada diez nicaragüenses ni siquiera tendrán esa oportunidad al llegar a la edad de jubilación. Una verdadera tragedia, porque ya sabemos que en la tercera edad abundan las enfermedades, la vulnerabilidad y casi nadie se atreve a darle empleo a una persona mayor.

Los medios de comunicación repiten con frecuencia las cifras del crecimiento económico. Y tal parece que la macroeconomía sigue relativamente bien, aunque también parece que se enfrenta una pequeña recesión, que según algunos técnicos podría extenderse unos diez meses.

Pero un desempleado, un subempleado, un trabajador migrante o un trabajador de la economía informal tiene derecho a preguntarse:

¿Cuándo ese crecimiento económico me permitirá encontrar un trabajo digno?

¿Cuándo ese crecimiento económico me permitirá tener un salario decoroso?

¿Cuándo ese crecimiento económico me permitirá obtener los ingresos suficientes para enviar a mis hijos a la universidad o que tengan la oportunidad de una educación técnica?

¿Para qué me sirven esas estadísticas?

Pero también enfrentamos el problema de la carestía de la vida.

Aún quienes tienen la fortuna de un empleo estable, en la mayoría de los casos los salarios son insuficientes para satisfacer las necesidades básicas.

Es doloroso que algunos funcionarios públicos presenten como una de las ventajas económicas para invertir en Nicaragua, los bajos salarios que se pagan. A nivel de América Latina en Nicaragua se pagan los salarios mínimos más bajos.

¿Cómo es posible que nuestra pobreza y los bajos salarios sean nuestra principal ventaja para competir económicamente con otros países?

Decíamos que la falta de trabajo y los ingresos insuficientes son los principales problemas de las familias nicaragüenses.

Es también el principal problema social. Y es un problema que afecta la autoestima y las ilusiones de las familias. Porque es frecuente que se hagan sacrificios para que un joven o una joven llegue a la universidad y se gradúe, después no encuentre trabajo, o el trabajo que soñó, y se vea obligado a emplearse en un cargo para el que no estudió.

Pero también es el principal problema económico del país, porque la economía, las políticas económicas deben tener como objetivo primordial el bienestar del ser humano. No son las estadísticas el objetivo de la economía.

Y es un problema económico porque si las familias no disponen de los suficientes recursos para mejorar su educación, ni el estado asegura una educación de calidad, los rendimientos del trabajo son más bajos que los demás países, es lo que se llama productividad. Si la productividad es baja no podemos mejorar la calidad de lo que producimos ni como país podemos producir bienes de mayor valor.

Y alimentamos así un círculo vicioso que reproduce la pobreza, la desigualdad y el atraso.

Algo no funciona bien si tenemos años y años de crecimiento económico y no se genera empleo suficiente, ni salarios decorosos, ni se mejora la productividad de nuestra economía.

Algo no funciona bien en la estrategia de desarrollo y en las políticas económicas actuales si es la pobreza y los bajos salarios nuestra principal ventaja para competir con otros países.

No solo estamos obligados a recuperar la política como la ciencia y el arte de promover el bien común. Estamos obligados a recuperar la economía, como ciencia para promover el bienestar de la gente.

Política y economía van de la mano.


El autor es obispo de Matagalpa.


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