29 de marzo 2017
Algún día Juan Barrera va a dejar de jugar y entonces comenzaremos a nombrarle. Algún día nos llenaremos de orgullo y se nos inflará el pecho al contar a las nuevas generaciones, esa noche mágica que nos hizo vivir. Intentaremos relatar la gesta heroica y se nos dibujará una enorme sonrisa en el rostro.
Algún día lo contaremos, o mejor dicho, ya lo estamos haciendo. Es que es imposible no comentarlo. “¿Y viste el partido de Nicaragua contra Haití?”. Juan Barrera anotó tres goles, de penal, de cabeza, con un izquierdazo, y nos mandó a reclamar el ansiado boleto a la Copa de Oro. Anotó tres goles y sumando al resultado del partido de ida en Haití (3-1), rubricó una remontada histórica para nuestro país (4-3 en global).
Fue Juan, arropado de sus compañeros y de toda esa gente que gritó una y otra vez “sí se pudo”.
Pero no fue un partido fácil. Para obtener ese resultado se sufrió mucho de inicio a fin. Nicaragua empezó dominando el encuentro y tuvo varias ocasiones claras durante el primer tiempo. Es que si no terminamos 4-0 en la primera parte, fue por puro capricho del travesaño, del portero caribeño, de la suerte.
En la segunda mitad, la tónica fue la misma. Nicaragua siguió con su mismo juego, presionando la salida haitiana y atacando por las bandas. Cadena hacía lo suyo desde el medio campo. Cuando no encontraba acompañamiento, regresaba el balón a la defensa. Cuando tenía espacio, distribuía a las bandas, donde primero estuvo Carlos Chavarría y Eulises Pavón, y luego Bryan García.
Nicaragua sí tenía una idea futbolística y la mostraba en el campo. Sin embargo, parecía que la suerte no estaba de nuestro lado. Los minutos transcurrían y en las narraciones de las radios y la televisión, si bien existía la esperanza, no había del todo una certeza de que podría llegar un milagro que pudiera iluminarnos.
Siempre Barrera
Desde antes que empezara el partido, Barrera pidió el apoyo de la afición y solicitó a través de sus redes sociales que los aficionados llegaran al estadio. No lo sabemos, y no creo que nos lleguemos a enterar, si lo que realmente quería el capitán era que muchos nicaragüenses fueran testigos de la épica que se presentaría la noche del partido. Quizás ni él sabía todo lo que iba a pasar.
De regreso al juego. La escena era la misma. Más ataque por las bandas, más presión, y más dominio de Nicaragua. Fue hasta en el minuto 83, después de un tiro de esquina, que se empezó a iluminar más la noche.
El árbitro central decretó pena máxima por un jalón, que vendió bien Luis Fernando Copete, en el área de la defensa haitiana. El balón lo tomó Barrera. Lo acomodó cuidadosamente desde el punto penal y hubo silencio en las gradas.
Barrera caminó lentamente hacia el balón, y definió como solo un jugador de su clase lo puede hacer. Arriba, a la derecha del portero, con una potencia fenomenal. Era el minuto 85 y faltaba más.
Cadena siguió dominando las pelotas en la media cancha. Su intención siempre fue filtrar pases por abajo y por arriba. Precisamente un balón a profundidad, en el minuto 87, llegó hasta donde estaba Juan Barrera. El Iluminado observó que el portero haitiano iba saliendo de su portería y decidió cabecear de espaldas al marco.
Fue el segundo y el pique de balón, más eterno, de todo el partido. Quien estuvo en el estadio puede dar fe de esto. El balón entró a la cancha de Haití tan lento como una tortuga en una carrera contra un conejo. Al final, después de ver en cámara lenta la acción, la gesta comenzó a tomar forma.
La algarabía en la grada fue inmensa. Cervezas por doquier, gargantas afónicas, llantos de alegría, una banca eufórica abrazando al capitán y un Barrera extasiado, que nunca se conformó con un marcador en cero.
Con este score, el equipo haitiano estaba eliminado. Nicaragua necesitaba mantener el resultado y dejar que los minutos transcurrieran. Pero había uno que no estaba contento con el marcador.
Sí, adivinaron, de nuevo Juan Barrera.
A falta de un minuto para que terminaran los noventa, y mientras Haití trataba de encontrar una fórmula para anotar un gol, Barrera leyó la jugada perfecta. Presionó a un jugador contrario en la media cancha y le obligó a dar un pase a su portero.
El arquero despejó el balón hasta el área nacional, y tras un cabezazo de parte del defensor Manuel Rosa, el esférico llego hasta el Iluminado, y lo que siguió después fue poesía futbolera.
Barrera recibió el balón con el pecho. Luego con la cabeza, logró el control de la pelota. Avanzó hasta el área haitiana y con su rodilla, preparó su jugada, que finalizó con un izquierdazo que el arquero no pudo detener.
Gol, el tercero para completar una noche perfecta. Una noche en la que El Iluminado, nos iluminó el camino para ir a Copa Oro. Esa tercera anotación, fue motivo para agradecer por tanta dicha, gozo, felicidad.
El tercer gol sirvió para celebrar que hacíamos historia y que se dio otro paso de calidad.
Jugadores de la Selección Nacional, Henry Duarte, Cuerpo Técnico, gracias por regalarnos este pedazo de historia que contaremos a nuestras futuras generaciones.
Y Barrera, de verdad… Bendita la madre que te parió.