21 de marzo 2017
Preámbulo
Lo primero que llama la atención cuando se ingresa al teatro Rubén Darío durante el Festival Pucciniano de ópera, es un gran anuncio de la empresa china HKND, la concesionaria del canal interoceánico. El recepcionista recibe al público entregándoles un programa, que en el medio también trae un brochure con información del proyecto insignia del gobierno del comandante Daniel Ortega, criticado por su falta de transparencia y abusos a los derechos humanos.
No es casualidad, sin embargo, que la propaganda del canal sea la única visible en el evento, ocurrido este jueves 16 de marzo. La estrella de la noche fue el hijo del comandante, Laureano Ortega, promotor de inversiones de la agencia Pro Nicaragua y también tenor. El joven Ortega ha sido el principal impulsor de la gigantesca obra y del oscuro representante de HKND, el ciudadano chino, Wang Jing.
Esa noche sin embargo, Laureano se despojó de sus habituales trajes elegantes de ejecutivo para vestir ropa similar a la que ocupaban en los años 1800. Encarnó a Mario Cavaradossi, el protagonista de la ópera Tosca, del afamado compositor italiano Giacomo Puccini.
Durante la función, la Sala Mayor del teatro nacional estaba bastante vacía, gran parte de los espectadores eran los padres y familiares de los niños que aparecen en la obra y que conforman el coro infantil de INCANTO, la fundación que también dirige Laureano, y que maneja la mayoría de las actividades relacionadas al canto lírico y la ópera en el país.
Primer acto
Tras los primeros acordes del preludio, Laureano Ortega, en su papel de Mario Cavaradossi, entra en escena. Luce una gruesa capa celeste, camisa blanca, mayas y botas negras. Tiene largas patillas negras y el pelo engominado. Abre la función junto a su maestro, el barítono italiano de nombre Claudio Ottino, quien hace de Sacristán.
El sonido de la orquesta causa un estruendo que funciona muy bien con la acústica del teatro, no así la voz de Laureano que se escucha lejana. Empieza el primer acto de Tosca, situado en la Iglesia Sant'Andrea della Valle.
Luego de los primeros intercambios entre Cavaradossi y su amigo el Sacristán, sale a escena la soprano italiana, Silvana Froli, quien personifica a Tosca, la pareja del pintor Cavaradossi.
El intercambio entre los amantes y los celos de Tosca son solo la distracción para acompañar a la trama profundamente política de la obra. Intercambian diálogos en los que Tosca reclama al pintor celosa de que dibuje a otras mujeres, mientras en la iglesia se esconde el fugitivo Angelotti, amigo de Cavaradossi.
Tosca es considerada una de las óperas más importantes de Puccini, por su carga dramática y la importancia posterior que han tenido sus canciones en el género. En ella se cuenta la historia de amor, violencia, intriga y muerte, entre los tres personajes principales: Mario, Tosca y el Barón Scarpia.
Transcurre en Roma en 1800, cuando Napoleón vence a los austríacos al mando del general Michael von Melas en la batalla de Marengo. El fugitivo Angelotti se escapa de la cárcel y Cavaradossi lo ayuda en su huida.
Desatan la persecución entonces del barón Scarpia , el jefe de la policía secreta. El antagonista utiliza a la ingenua Tosca como su chivo expiatorio para encontrar al prófugo. Tosca y su amante se ven envueltos en una trama de violencia y pasión, que además muestra las tenues líneas entre el bien y el mal.
Segundo Acto
La escena se desarrolla en el Palacio Farnese en Roma. Ahí Scarpia se enfrenta a Tosca, y mientras afuera, Napoleón gana control sobre Roma, la mujer intenta convencer al malvado que no asesine a Cavaradossi.
El barítono nicaragüense Mario Rocha, que personifica a Scarpia, es el más destacado en cuanto a actuación e intensidad dramática de toda la obra. En el segundo acto, su voz resalta verdaderamente, no solo porque supera en vigor a las otras, si no también por la propia capacidad teatral del artista.
Esta ópera, y Madama Butterfly (también de Puccini), tuvieron montajes bastantes modestos aunque contaron con artistas nacionales e internacionales, en la dirección y ejecución de las obras. La escenografía fue sencilla, y se apoyó mayormente del videomapping (proyección de imágenes como fondo) para situar al espectador.
El gobierno de Nicaragua, en alianza con la Fundación Festival Pucciniano de Latinoamérica, trajo consigo a músicos y tenores desde Italia, para participar en el evento. Los directores de ambas óperas presentadas este año, fueron de origen italiano, así como muchos de los músicos que conformaron la orquesta.
No obstante, la convocatoria de público de este año fue tímida, a pesar de los esfuerzos de propaganda. Principalmente porque aún no hay en Nicaragua un nicho cultivado de amantes de la ópera.
Este género musical teatral es caracterizado porque la acción escénica tiene acompañamiento instrumental y todos sus diálogos son cantados. Forma parte de la tradición de la música clásica europea y en el mundo es visto como un gusto refinado. Junto a ello existe todo un movimiento de arte y grandes compañías, que disponen de famosos teatros como el Metropolitan de Nueva York o el Teatro de La Scala en Milán, Italia.
En general, ambas obras de Puccini presentadas este año sirvieron mayormente como práctica para los artistas que se entrenan en canto lírico en el país, pues además que no hay demanda de este tipo de eventos, muy pocas escuelas de arte imparten clases de este tipo de música, y siendo la más reconocida, el conservatorio de música de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), en donde estudiaron la mayoría de los artistas nacionales que participaron en las funciones.
Tercer acto
El tenor Laureano Ortega interpretó solo en el escenario “E lucevan le stelle” (Y brillaban las estrellas), la canción más reconocida de la ópera Tosca. En ella se cuentan las últimas palabras del pintor Cavaradossi, mientras cree que será ejecutado por los esbirros de Scarpia.
Fue tal vez la única escena en la que se distinguió la voz del cantante de la música de la orquesta y también en la que Ortega se mostró más inserto en su papel, con una interpretación verdaderamente dramática durante los momentos finales del personaje.
Posteriormente, ingresó Tosca (Silvana Froli) al escenario, la experimentada cantante italiana fue el eje central de este melodrama trágico, que tiene como final inesperado la muerte de Cavaradossi.
En la historia llena entuertos, el personaje de Tosca va sufriendo una evolución, mientras se ve obligada a tomar partido e involucrarse en una trama de venganza. Se convierte así en una verdadera heroína trágica, aunque no logra cumplir con su sueño de salvar a su amante de la muerte.
Durante dos horas y media, la función de Tosca en el teatro nacional Rubén Darío, logró mantener cautivos a los espectadores, y fue lo suficiente para trasladar al público al intenso mundo creado por Puccini. Aún con todas las limitaciones logró servir de puente hacia quienes gustan del género y ansiaban verlo en vivo.