14 de febrero 2017
El poeta Ernesto Cardenal llegó este martes a Granada para participar en el Festival Internacional de Poesía. Iba en una silla de ruedas, un tanto abstraído. El pelo cano se escapaba de la boina, y era remecido por el viento que se colaba por el patio de la Casa de los Tres Mundos. “Allí está el poeta Cardenal”, “afuera está el poeta Cardenal”. Fue el rumor que se esparció en la sala donde decenas de bardos del mundo discutían la declaración que será leída en la clausura del evento.
Salvadoreños, hindúes, chilenos, ingleses, mexicanos y un japonés se acercaron a Cardenal a expresarle su solidaridad por el cobro de 800 mil dólares que le impuso la justicia controlada por el comandante Daniel Ortega. “Maestro, desde joven he leído su obra”. “Poeta, cuánta admiración: estamos con usted”. “Poeta, no está solo”. Fueron algunas de las frases de aliento que le ofrecieron al estandarte de la Teología de la Liberación, y uno de los vates más destacados de las letras hispanoamericanas.
“La única defensa que tenemos es la solidaridad”, le comentó Cardenal al poeta chileno Raúl Zurita, después que tuvo un momento de sosiego ante tantas muestras de afecto y solidaridad.
Parco, y ya menos abstraído, Cardenal se declaró “un perseguido político del gobierno de Daniel Ortega y su mujer (Rosario Murillo)". “¿Qué más quieren que les diga? Esto es una dictadura”, espetó Cardenal.
Era la primera vez, desde el pasado viernes que fue publicado en La Gaceta el edicto judicial, que impone el cobro millonario de 800 mil dólares, que Cardenal se refería a ello. No ahondó en detalles, porque para él, la acción judicial en torno al litigio con Nubia Arcia Mayorga no es más que una persecución en su contra.
El poeta Ernesto Cardenal lee poesía en Granada después de una ovación de pie de todos los presentes en la plaza pic.twitter.com/lkZqje2ebJ
— Gioconda Belli (@GiocondaBelliP) February 15, 2017
Cardenal es hosco para contestar las preguntas de los periodistas. Piden que le hablen fuerte. Su audición falla. Pero cuando responde, lo hace claro y fuerte: “Me alegra que el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político en Nicaragua”.
El poeta además es directo, sin medias tintas. Pocas palabras. Es de decir contundente. “Me persigue el gobierno que tenemos, la pareja presidencial de Daniel Ortega y su mujer. Ellos son dueños de todos los poderes de Nicaragua. Tienen un poder absoluto, infinito, que no tiene límites, y ese poder está ahora contra mí”, expresó Cardenal, remarcando las palabras con las manos al ras del apoyadero de la silla de ruedas.
Cardenal además carga un bastón. Camina, pero prefiere no cansarse. Firma libros de poesía. A veces se deja fotografiar. Los poetas anglosajones le hablan en inglés y él responde en español. Comenta una antología de Ezra Pound que la poeta mexicana Lina Zerón pone frente a él. Recuerda a los amigos poetas de otros tiempos, y que no pudieron asistir al Festival de Poesía de Granada este año: precisa lugares, festivales, y fechas donde coincidieron para no dejar dudas. Cardenal está lúcido. Cuando se retrae, se hunde en la silla de ruedas y observa todo alrededor. Detrás de los anteojos, sus ojos están inquietos. Vuelve al público con un saludo de otro poeta.
“No tengo ninguna más defensa que Dios, que no me desampara… y tengo una solidaridad de muchas gentes que me está acompañando en estos momentos, pero no puedo decir más que esto, porque como es una dictadura, no puedo hablar más”, excusa Cardenal, quien prefiere glosar de poesía esta mañana húmeda en Granada, más que del cobro que impuesto por un judicial.
“Daniel Ortega y su mujer son dueños de todo el país… hasta de la justicia, de la policía, y del Ejército”, suelta Cardenal. El poeta está cansado ya. Le pregunta a Luz Marina Acosta, su asistente personal, que dónde van a almorzar. Acuerdan el lugar, y unos poetas amigos siguen a Cardenal, que ya se enfila en un corredor de arcos y columnatas coloniales. Al frente, se divisa el obelisco en homenaje al centenario de la independencia de España, la Catedral de Granada, la bandera de Nicaragua al mismo nivel que la del Frente Sandinista, y la mole verdosa del Mombacho, delimitando el horizonte con su quietud milenaria.
Las declaraciones de Cardenal en dos ocasiones distintas esta mañana, en la Casa de los Tres Mundos:
Me alegra que el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político en Nicaragua. Perseguido por el gobierno de Daniel Ortega y su mujer, que son dueños de todo el país, hasta de la justicia, de la policía, y del Ejército. No te puedo decir más, porque esta es una dictadura.
Ahora todo el mundo se está enterando, me alegra mucho esto, de que en Nicaragua yo soy un perseguido político. Me persigue el gobierno que tenemos, la pareja presidencial de Daniel Ortega y su mujer. Ellos son dueños de todos los poderes de Nicaragua. Tienen un poder absoluto, infinito, que no tiene límites, y ese poder está ahora contra mí. No tengo ninguna más defensa que Dios, que no me desampara… y tengo una solidaridad de muchas gentes que me está acompañando en estos momentos, pero no puedo decir más que esto, porque como es una dictadura, no puedo hablar más.