7 de noviembre 2016
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Casi al final de la jornada electoral, el comandante Daniel Ortega llegó a votar junto a su compañera de formula, su esposa Rosario Murillo, montados en su Mercedes Benz. Decenas de miembros de la Juventud Sandinista estaban apostados a los lados de la calle, y aplaudían mientras el vehículo blindado se dirigía hacia una especie de Centro de Votación especial habilitado para la pareja presidencial, donde marcaron la boleta única.
El ritual del voto de Ortega y Murillo fue rápido, ambientado por una tronada de aplausos. Las hijas de la pareja, Camilia y Luciana, los acompañaban en el Mercedes. Ortega lucía lento en sus movimientos y orientaba a Murillo el camino a seguir hasta el toldo blanco. En seguida, se treparon a otra tarima rodeada de flores y helechos, y con banderas de Nicaragua como fondo para las cámaras y flashes de la prensa, que seguía esta puesta en escena.
Ortega tomó la palabra. Recurrió a la gastada retórica del antiimperialismo, pero no se refirió a la raquítica participación registrada en los Centros de Votación del país, donde las filas para votar fueron raras.
“Los que tendrán que contar los votos después que se cierren las juntas ya no serán los oficiales de las tropas yanquis interventoras mancillando nuestra Patria, sino que serán nicaragüenses”, afirmó Ortega. “Y los fiscales, representantes de los partidos que han participado en estas elecciones apostando por la paz también nicaragüenses, todos nicaragüenses”.
Lo más cercano al tema de la abstención que Ortega mencionó fue cuando habló del ambiente electoral en Nicaragua.
“Hoy estamos culminando con las votaciones este proceso electoral realmente de un valor infinito, porque se desarrolló sin odio, sin confrontación, sin muertes”, afirmó. “Y claro, eso llama la atención, y algunos dicen: aquí como que no hay elecciones, porque no nos estamos insultando; aquí como que no hay elecciones porque no estamos lanzando mensajes de odio; aquí como que no hay elecciones porque no estamos tocando tambores de muerte”, agregó.
Aunque Murillo no tomó la palabra durante el acto de votación, después dio declaraciones a los medios oficialistas y reiteró el mismo discurso de su esposo.
“Yo me siento muy emocionada, porque de verdad hemos vivido días históricos, días especiales; y culminamos hoy, estamos culminando en nombre de Jesús con una jornada Histórica que ratifica la voluntad, la decisión y el compromiso de todos de elegir en paz, en cariño, en entendimiento, en respeto, en diálogo, en alianza, buscando soluciones conjuntas y consenso”, afirmó la candidata a la vicepresidencia por el Frente Sandinista.
Según Murillo, fue un proceso electoral “casi perfecto”: “Algunas personas decían que les tomó nada más de uno a tres minutos votar”, aseguró.
“Esto es un sistema, un trabajo que nosotros tenemos que reconocer; además a todos los hermanos nicaragüenses que estuvieron en las mesas, en las Juntas Receptoras de Votos. Estamos hablando de miles de mesas donde se atendió con respeto, pero además con agilidad, con eficiencia a todos los votantes”, sostuvo Murillo.
Pese a que la Junta Receptora de Votos 049 en la que votó Ortega estaba contiguo a su casa, la familia presidencial regresó a su casa en Mercedes. El rugido del motor del blindado se asemejaba a un trueno, que se mezclaba con los aplausos interminables. Murillo sonreía. Ortega soltaba ademanes pesados bajo su chaqueta color rata.
