3 de octubre 2016
El resultado tan ajustado del plebiscito por la paz en Colombia ha supuesto una enorme sorpresa. Si bien las encuestas pronosticaban un amplio triunfo del SÍ, la realidad fue muy distinta a la prevista. Por unos pocos miles de votos el NO finalmente triunfó. Con el 99,47% de votos escrutados la diferencia fue de casi 62.000 papeletas o tan solo medio punto porcentual, lo que supone un duro revolcón para el gobierno de Juan Manuel Santos, pese al apoyo unánime que le había prestado la comunidad internacional.
La participación fue muy baja, menos del 38%. En las regiones costeras las fuertes lluvias matutinas limitaron la votación. Pero también las previsiones demoscópicas, el excesivo triunfalismo de la campaña del SÍ y una cierta soberbia de sus propuestas provocaron una cierta desmovilización de una parte del electorado. En Bogotá, por ejemplo, si bien se impuso el SÍ, la victoria fue muy ajustada y el más del millón de votos del NO explican en buena medida su triunfo final.
El resultado muestra claramente la profunda insatisfacción de una parte importante del pueblo colombiano con los acuerdos negociados en La Habana. El mensaje de los partidarios del NO acerca del exceso de impunidad caló profundamente y junto al elevado rechazo que suscitan las FARC en Colombia explican en buena medida el resultado finalmente alcanzado. Tampoco se debe olvidar el impacto del mensaje del miedo de la campaña del presidente Uribe, como por ejemplo el hecho de que Colombia estaba girando hacia una economía socialista.
La distribución geográfica del voto no fue homogénea. El NO se impuso en los departamentos del centro del país y en el eje cafetero, mientras en los departamentos del Pacífico y el Atlántico y en los fronterizos triunfó el SÍ. La primera lectura no permite decir que los territorios más golpeados por las FARC votaron en contra de los acuerdos, sino que encontramos resultados contradictorios, incluso dentro del mismo departamento.
La incertidumbre planea ahora sobre Colombia. ¿Qué pasará con los acuerdos, ya que el resultado del plebiscito no es vinculante para el gobierno? ¿Habrá una renegociación o volverá la guerra, algo que parece poco probable? ¿Qué hará el gobierno a partir de ahora y que decisión tomarán las FARC? El ex vicepresidente Francisco Santos, uno de los portavoces del NO, pronunció unas palabras sumamente conciliadores una vez conocido el resultado. En su interpretación los acuerdos son válidos en términos generales aunque necesitan ligeros retoques y envió un mensaje de tranquilidad y confianza a las FARC, para que continúen el proceso de conversión en partido político.
En este sentido, la sensación que se vive en Colombia es de un menor catastrofismo a la que existe en el resto del mundo, al menos a la idea de debacle total que transmiten los principales medios internacionales. Frente a los titulares de ciertos periódicos europeos y latinoamericanos de que “Colombia dijo NO a la paz”, dentro del país se abre paso la idea de que es necesario reconfigurar los acuerdos y llegar a nuevos puntos de convergencia. Si bien la idea del perdón no terminó de calar en toda la sociedad, sí hay margen para seguir avanzando en la construcción de la paz y crece la idea de que todavía es posible alcanzar un pacto nacional para zanjar el conflicto con las FARC.
Las lecturas de urgencia que se pueden hacer de los resultados del plebiscito deben tener en cuenta que en él no sólo se dirimía el futuro de los acuerdos sino también eran una especie de primarias de cara a las elecciones presidenciales de 2018, y aquí el gran triunfador fue el Centro Democrático de Álvaro Uribe. Por el contrario, entre los grandes derrotados están las empresas encuestadoras. Al mismo tiempo, el resultado es un importante mensaje para el ELN y para la negociación que se va a tener con ellos.
La cuestión de fondo tiene que ver con el futuro del proceso. Todo indica, a la vista de los mensajes de unos y de otros que el proceso deberá ser reconducido. Más que un descarrilamiento del proceso parecería que sólo estamos frente a un tropezón. A partir de mañana todas las partes deberán volver a hablar. Algunas de las manifestaciones de las FARC, como sus pedidos de perdón o las declaraciones del sábado de que iban a utilizar sus recursos económicos para resarcir a las víctimas, llegaron tarde. Lo mismo se puede decir del mensaje del papa Francisco. Sin embargo, la paz sigue estando al alcance de los colombianos. Corresponde a ellos estar a la altura.
Publicado originalmente en Infolatam.