31 de agosto 2016
En algún momento debe darse una profunda evaluación de los errores y aciertos del gobierno del Partido de los Trabajadores, pero no será hoy porque es un día de luto por la democracia en América Latina. El condenable golpe parlamentario en Brasil tuvo su paralelo en Nicaragua en la forma del golpe contra-parlamentario llevado a cabo con la destitución de diputados electos de la oposición. En uno y otro caso, los golpistas recurrieron a instrumentos legales desvirtuados para tratar de eliminar partidos y personalidades políticas que no le son afines a sus intereses. Se asume la presidencia en Brasil y se asumiría en Nicaragua mediante el fraude.
En Managua, los oficialistas se rasgarán las vestiduras “progresistas” condenando los hechos en Brasilia por un lado y justificando por otro sus recientes zarpazos contra la institucionalidad democrática. Denunciarán una arremetida de parte del gobierno de Estados Unidos que bien puede existir. Aunque está por verse si Washington se muestra verdaderamente incómodo con el creciente autoritarismo en Nicaragua, o si en el fondo continúa sirviendo sus intereses.
Los golpistas antidemocráticos de una y otra naturaleza se salen con las suyas. Toca por ende defender la democracia como sea y donde quiera que sea. Sumarnos a quienes, en Brasil y en todo el continente, desde diversas perspectivas políticas reconocen la importancia mayor de la preservación de una condición democrática mínima, pues sin ésta sólo resta —como bien afirmó Dilma Rousseff— la tiranía.