21 de agosto 2016
El incendio que devoró dos tanques con petróleo de Puma Energy, situados en Puerto Sandino, ‘desnudó’ algunas de las deficiencias que tiene el país, de cara a la preparación para enfrentar este tipo de imprevistos, en opinión de las autoridades del Centro Humboldt.
El miércoles pasado tomó fuego uno de los tanques de Puma Energy en Puerto Sandino. Horas después se incendiaba otro tanque construido a pocos metros del primero, lo que obligó a acelerar los planes de evacuación de la población que vive en la comunidad local.
Al presentar la información, Víctor Campos, director ejecutivo del Centro Humboldt, dijo que al analizar lo sucedido queda en evidencia que “hay limitadas capacidades nacionales para el manejo apropiado de este tipo de eventos”.
Destaca además, la “ausencia de estructuras comunitarias informadas y preparadas”, porque la “capacidad de respuesta está fuera del territorio”, haciendo notar que “el evento sobrepasó los escenarios establecidos en los planes de contingencia”, tanto los de la empresa, como los de las instituciones llamadas a prevenir y enfrentar este tipo de situaciones.
Junto con las incontables toneladas de gases (dióxido de carbono, monóxido de carbono, dióxido de azufre y óxido de nitrógeno) y partículas tóxicas liberadas en la atmósfera, los expertos del Humboldt determinaron que también hubo “derrame de petróleo en áreas colindantes al mar”, que con seguridad causará “afectación a especies marinas”, así como “quema en vegetación colindante en 500 metros a la redonda de la zona del desastre”, comprobando así “afectaciones al recurso aire, suelo, agua, vegetación y biodiversidad”.
Los daños causados a las poblaciones locales de manglares rojo, blanco y negro (que se usan como leña, para construir, o para teñir), también tendrán consecuencias negativas para las especies (algunas de ellas en peligro de extinción), que usan esos ecosistemas como refugio.
De forma adicional, se recuerda que la zona sirve como sitio de anidación de quelonios como las tortugas Torita, Paslama y Tora, que se encuentran en categorías “vulnerable” y “amenazada” en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Desde un punto de vista económico, se sabe que también puede haber daño a la industria salinera, a la producción pesquera, la transmisión de electricidad, y la apicultura, sin obviar el daño económico para Puma Energy, que perdió no solo las estructuras dañadas, sino todo el combustible almacenado, y que puede llegar a ser objeto de sanciones económicas si se determina que hubo delito ambiental.
Por ello, instaron al Ministerio de los Recursos Naturales y el Ambiente (Marena), la Procuraduría Ambiental y la Fiscalía Ambiental, a “actuar de oficio ante este evento”. También, a que se evalúe el impacto ambiental en la zona, y que se implemente un plan de remediación a la mayor brevedad, además de “demandar compensación por los daños causados”, y “mejorar las capacidades nacionales para el manejo de estos eventos”.