14 de agosto 2016
San Petersburgo es una ciudad monumental. Tomando como centro el museo de El Hermitage, el más grande del mundo, se expande una serie de monumentos, edificios gubernamentales, iglesias y parques que la hacen una ciudad hermosa y (aparentemente) vivible, muy humana. Estoy de visita con mi esposa Elaine y hemos pasado cuatro días maravillosos, con el excelente clima de principios de agosto, y alojados en un hotelito magnífico llamado Alexander House. La visita al Hermitage es por supuesto la primera orden del día. Un amante del arte debe por lo menos pasar dos días enteros para poder cubrir rápidamente lo más notable de las colecciones. Nosotros no teníamos dos días y por lo tanto tuvimos que ser muy selectivos. Para Elaine la primera parada era el Salón del Tesoro. Esta colección tiene su propio costo de admisión pero vale la pena, si tus gustos coinciden con los de las tzarinas. El Pendiente de la carabela es una maravilla que no se pueden perder. El Relicario de cruz, el Dije del cisne que data de 1590, o el Reloj de mesa con mecanismo musical, todas pequeñas maravillas de la orfebrería y la mecánica respectivamente. El Camafeo de Gonzaga es sin duda la pieza más antigua e intrigante: pulido en ágata, data del tercer siglo antes de Cristo, y muestra a los reyes de Egipto como dioses griegos. Solo en estos salones ya se te fue medio día.
Las colecciones de pinturas son demasiado numerosas para verlas en dos días o para mencionarlas en esta breve crónica. La composición VI de Wassily Kandinsky es ciertamente un diluvio para la imaginación y para un diletante como yo, una excusa para perder una hora construyendo interpretaciones improbables. Las colecciones incluyen famosos ejemplos de pintura española, francesa, holandesa e italiana, pero para los visitantes familiarizados con los grandes museos de esos países, recomiendo concentrarse en las salas 151 a 161, en el Palacio de Invierno, donde se puede apreciar una gran variedad de pintura rusa, artefactos, muebles, íconos y retratos de la nobleza rusa.
Esta es una manera excelente de entrar en el mundo artístico y cultural de la Rusia tzarista. A continuación aconsejo visitar los Apartamentos imperiales de Nicolás II, y su maravillosa biblioteca gótica. Tiene la ventaja de que a pocas personas les gusta. Como en todos los grandes museos del mundo, disfrutar de estas obras de arte en silencio y tranquilidad es imposible. Las hordas de turistas de todas las nacionalidades, siguiendo como borreguitos a sus guías que enarbolan un paraguas, no tiene reparos en empujarte, pararse enfrente, tomar todas las fotografías que puedan, y partir inmediatamente sin siquiera enterarse de lo que han fotografiado. Lo mejor es llegar muy temprano, antes que los autobuses con las masas de turistas invadan el museo.
La parte más bella de la ciudad es la que da al río Neva y los numerosos canales que la atraviesan. Un paseo en barco por los canales es indispensable, especialmente después de un día entero de pie en el museo. La ciudad fue concebida por Pedro El Grande para ser vista desde los canales, de forma que las fachadas, la vida social y la actividad comercial, se da en gran medida de frente a los canales. Caminar a lo largo de los canales, como en Amsterdam, es un placer especial, especialmente cuando uno se aleja de las zonas turísticas y puede ver la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. Una vez fuera del circuito turístico se puede ver que la vida de los sanpedranos no es tan monumental como pareciera. Los edificios de apartamentos de la era soviética siguen siendo parte del perfil de la ciudad, y aunque no tuve acceso a ninguno de esas viviendas, me imagino que no tienen muchas comodidades modernas. Por otro lado, sí he podido constatar que hay un excelente transporte público de autobuses eléctricos y de dísel, un metro de líneas con algunas de las estaciones más lujosas del mundo, y números taxis no muy caros. La mayoría de los automóviles son modernos, de marcas extranjeras, y muy pocos carros soviéticos nuevos circulan por las calles. Los pocos que vi estaban en muy mal estado, lo que demuestra que la industria automotriz soviéticas, como muchas otras cosas soviéticas, ha sido un fracaso.
Para el ciudadano medio la vida en San Petersburgo no es muy complicada. La mayoría de las personas tiene subsidios para la vivienda, la educación y la salud es gratuita, aunque la calidad varía mucho de institución a institución. El vodka por supuesto se bebe como agua, y las calidades, variedades y precios varían mucho, aunque yo no pueda gustar muy claramente las diferencias. Tuve oportunidad de ver muchos hombres caminando por la noche en total estado de ebriedad, pero no vi muchos desamparados durmiendo en las calles, una escena que es cada vez más común en los Estados Unidos. Rusia no hizo, como el presidente Ronald Reagan, echar de los manicomios e instituciones a los enfermos mentales, incluyendo a miles de veteranos de guerra, creando la crisis de sin techos más grande de los EEUU después de la Gran depresión. En Rusia, los servicios sociales todavía ofrecen apoyo a las personas que los necesitan, y hay numerosas oportunidades para vivienda social. El otro factor sin duda importante, es que este sigue siendo un estado policial, y las autoridades no son muy tolerantes con los que infringen la ley. Mientras en los EEUU o muchos países de América Latina, los ciudadanos todavía tienen derechos, en Rusia no hay libertad de expresión.
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Los noticieros y los periódicos están bastante controlados por el gobierno, que no tolera muchas críticas ni permite la organización de verdaderos partidos de oposición. Mi ignorancia de la lengua rusa me impide opinar con mayor conocimiento de causa sobre los grandes medios escritos en cirílico, pero encontré dos periódicos que publican noticias en español. “Noticias de Rusia”, que presenta un lado amable y positivo de la política de Vladimir Putin, y “Sputnik Mundo”, que trata de posicionar a Rusia en el mundo como un agente de cambio positivo. En “Noticias de Rusia” la venta de tanques a Nicaragua es presentada como una modernización necesaria del armamento nicaragüense, que en ninguna manera amenaza el balance de poder del área. “Rusia y Nicaragua. Una amistad militar profunda y duradera” reza el titular del 4 de agosto de 2016, donde se presenta la venta de tanques de guerra a Nicaragua como un acto de amistad, positivo, para renovar el armamento envejecido de ese país, como si estuviéramos hablando de una venta de leche o maquinarias agrícolas. Al mismo tiempo, cuando anuncian la candidatura de Rosario Murillo a la vicepresidencia, afirman que “despertó pocas reacciones en Nicaragua”, algo que sabemos no es cierto, pero que al pueblo ruso ya no le causa sorpresa porque saben que en América Latina puede pasar cualquier cosa. Además, si en su propio país, una banda de rock canta contra el Presidente y va presa, qué se puede esperar de los países del tercer mundo.
Como todos sabemos, Rusia está desesperadamente disputándose con China y los Estados Unidos la hegemonía mundial. Petrograd, como la llamó en gran Alexander Sertgeyevich Pushkin a San Petersburgo, es una ciudad monumental, más bella de noche que de día. En agosto es un paraíso, con un clima ideal, cuando el ballet en el Teatro Mariinsky está en todo su apogeo, y caminar por las calles a altas horas de la noche no es tan peligroso como en Nicaragua.