11 de agosto 2016
Washington.- La delegación de México en la Organización de Estados Americanos (OEA) enfadó este jueves a la de Nicaragua al asegurar que medidas como la destitución de 28 diputados opositores "debilitan y prácticamente neutralizan" a la oposición del país centroamericano.
"En el marco del respeto a la soberanía de Nicaragua, y sin pronunciarnos sobre la legalidad o no de dichas decisiones, expresamos nuestra preocupación por el impacto que esas medidas tienen, al debilitar y prácticamente neutralizar a la oposición en un momento en el que el país está inmerso en un proceso electoral muy importante", afirmó el embajador mexicano, Luis Alfonso De Alba.
El diplomático, uno de los representantes más activos en la OEA pese a haberse incorporado recientemente al cargo, llevó este tema a la organización por primera vez aprovechando el apartado de "otros asuntos" del Consejo Permanente ordinario semanal celebrado en Washington.
Hasta ahora, el pronunciamiento más destacado en la OEA sobre la situación en Nicaragua fue el comunicado que el pasado lunes publicó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), órgano autónomo, para mostrar su preocupación por la decisión del Parlamento nicaragüense de destituir a 28 diputados opositores por una resolución del Consejo Supremo Electoral (CSE). La CIDH consideró este paso una potencial violación de los derechos políticos en el país e instó al Estado a "garantizar el debido respeto a las facultades de los adversarios políticos" popularmente electos.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, no se ha pronunciado aún sobre la situación en Nicaragua, pese a haber sido muy activo y contundente en otras crisis del continente, como la política y social en Venezuela y el proceso de destitución de la presidenta brasileña suspendida, Dilma Rousseff.
Por su parte, el representante de Nicaragua en la OEA, Luís Ezequiel Alvarado, se mostró visiblemente molesto porque su homólogo mexicano llevara "los asuntos internos" de su país al seno de la organización continental.
"Es inadmisible esta conducta injerencista. No aceptamos este tipo de prácticas que afectan a la paz y a la seguridad nacional. A Nicaragua también le preocupa, como dice Amnistía Internacional, que en México persista la impunidad por violaciones graves de derechos humanos, las desapariciones, las amenazas contra periodistas", afirmó el diplomático centroamericano. "Con qué autoridad viene entonces México. Está siendo usado por las fuerzas injerencistas de Estados Unidos", agregó.
El embajador mexicano, sentado junto a su colega nicaragüense, le replicó que su preocupación es "honesta" y que "no se trata de un acto injerencista".
"Es un llamado para que el orden democrático en Nicaragua se fortalezca y preserve. (...) Todos los países tenemos dificultades y nos sentamos a resolverlas. Todos nos hemos comprometido con la Carta Democrática y el respeto a los derechos humanos, y hemos aceptado la supervisión externa para superar problemas", defendió De Alba.
El representante nicaragüense, evitando en todo momento mirar a su homólogo mexicano, insistió en que "si México se atreve a preocuparse por los procesos electorales, primero debe arreglar su casa".
"Primero se ordena la casa y después se va a ver el vecindario. No tirar piedras cuando tienes tejados de vidrio", remachó Alvarado.
Ninguno de los 32 Estados miembros restantes, ni tampoco Almagro, intervinieron en este debate bilateral.
Rosario Murillo, portavoz del gobierno y ahora candidata a vicepresidente junto a su esposo Daniel Ortega, aplaudió la actitud de Alvarado, y opinó que la intervención de De Alba fue "desafortunada".
“Nicaragua defendió con mucha, con mucha, mucha dignidad nuestra soberanía, nuestros procesos políticos. El compañero Luis Alvarado hizo uso de la palabra en respuesta a intervenciones desafortunadas, catalogadas también dentro de nuestra presentación como intervenciones serviles, serviles a los intereses del Imperio", afirmó Murillo.
La portavoz también aprovechó para reiteran la "solidaridad" del gobierno de Ortega con el del venezolano Nicolás Maduro, a quien el tribunal electoral prácticamente acaba de atornillar en el poder, negando una fecha para el proceso revocatorio que exige la oposición liderada por la Mesa de la Unidad Democrática.
El 6 de noviembre próximo, Nicaragua elegirá a su presidente, vicepresidente, 90 diputados nacionales y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano (Parlacen). En esos comicios, en los que los gobernantes sandinistas son favoritos, según las encuestas, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, busca su cuarto mandato y tercero consecutivo. El principal bloque opositor no participará en las elecciones, golpeado por una serie de fallos judiciales que lo dejó sin su principal organización, el Partido Liberal Independiente (PLI) . Por tanto, consideran que los comicios de noviembre serán una "farsa" en la que Ortega se validará gracias a la complicidad del resto de partidos minoritarios que sí competirán con el sandinismo. Ortega, además, ha prohibido la observación electoral nacional e internacional independiente.