25 de julio 2016
Dada su considerable trascendencia internacional, las elecciones de EEUU tienen una importancia que va más allá de sus fronteras, aunque cada vez hay más aislacionistas que preferirían lo contrario. Y si bien los ciudadanos de los países aliados y amigos, e incluso de los enemigos, no pueden votar, esta circunstancia no les impide manifestar su opinión y sus preferencias sobre los candidatos.
Si los latinoamericanos pudieran hacerlo hay pocas dudas de la amplia ventaja que obtendría Hillary Clinton sobre Donald Trump. Un estudio de Ipsos Public Affairs entre 393 líderes de opinión de 15 países de la región muestra un respaldo abrumador a la candidata demócrata. Clinton recibe más del 91% de apoyo frente a un 0% de Trump en cuatro países: Bolivia, 91%; Argentina y México 94%; y Ecuador, 95%. La cifra baja al 90% en Colombia y Brasil (con un 3 y un 4% respectivamente de apoyo a Trump). La simpatía por el candidato republicano sólo mejora en América Central y el Caribe (6% para Trump y 77% para Clinton), Chile (11 y 78%) y Perú (12 y 81%).
La encuesta se realizó antes de conocerse los candidatos a vicepresidentes, el republicano Mike Pence y el demócrata Tim Kaine. Es probable que este hecho incline aún más la balanza a favor de Clinton, dado el conocimiento del idioma español de su compañero de fórmula. Sin embargo, lo que más ha incidido en el posicionamiento latinoamericano ha sido la postura antimigratoria de Trump y su deseo de construir un muro en la frontera con México, que incluso deberían pagar los propios mexicanos.
Si bien los presidentes latinoamericanos no se han manifestado públicamente, está clara su solidaridad con México y con Enrique Peña Nieto. Éste último optó por un perfil bajo para no caldear el tema y no dar más argumentos a su adversario, pese a que los inmigrantes mexicanos fueron uno de los principales blancos del discurso xenófobo de Trump: “Cuando México envía su gente, no envían a los mejores. Envían gente que tienen muchos problemas… [Los inmigrantes mexicanos] traen drogas, crimen, son violadores y, supongo que algunos, son buenas personas”.
Según Andrés Oppenheimer, fue el ex presidente colombiano César Gaviria quien dijo que “Trump tiene el típico estilo del caudillo latinoamericano”. Se trata de una descripción acertada, no sólo por el estilo mesiánico y manipulador de su campaña, sino también por el lamentable destino que le espera a EEUU si gana las elecciones y puede llevar adelante su programa.
Si bien los latinoamericanos no pueden votar en EEUU, muchos inmigrantes de ese origen sí pueden hacerlo. Los latinos o hispanos son una de las mayores minorías étnicas del país. Hoy suponen el 16,3% de su población, con 50,5 millones de habitantes, mayoritariamente de origen mexicano. Se espera que en 2050 superen los 102 millones. En las dos últimas elecciones su respaldo fue fundamental para el triunfo de Barack Obama y los demócratas confían en que el fenómeno se vuelva a repetir en noviembre próximo, pese a las dificultades para movilizar su voto.
Dentro de los hispanos la discusión en torno a Trump y su postura antimigratoria y antimexicana se ha polarizado. Inclusive la Cámara de Comercio Hispana en EEUU ha decidido por primera vez en su historia apoyar a un candidato a la presidencia, en este caso Clinton, pese a haber muchos “republicanos acérrimos” en sus filas. Como dijo Javier Palomarez, presidente ejecutivo de la Cámara, la campaña de Trump “se ha alejado de algo que era francamente entretenido y cómico y se ha convertido en algo que es francamente aterrador”.
Este estado de opinión queda recogido en diversas encuestas. Según una reciente del Pew Research Center, el 66% de los hispanos registrados votaría por Clinton y un 24% por Trump. Su voto será decisivo en algunos estados clave para el resultado electoral y de abundante población hispana, como California, Florida, Nevada y Colorado. La candidata demócrata lidera ampliamente casi todos los grupos demográficos, incluidos los millenials (nacidos entre 1981 y 1995), que son más del 40% de los votantes latinos. Su ventaja sólo se reduce entre los hispanos básicamente angloparlantes, un 48% frente a un 41% de Trump.
Un análisis reciente del programa del Partido Republicano para la convención de Cleveland y las próximas elecciones realizado por Greg Weeks apunta a que la ideología de la Guerra Fría domina sus contenidos sobre América Latina. De este modo se resaltan las diferencias entre las políticas desarrolladas en los últimos años por la Administración Obama, que probablemente serán continuadas en el caso de una victoria de Clinton, con las posturas más beligerantes de Trump.
Los principales puntos de discordia, donde primaría la confrontación frente al diálogo y la negociación, serían Cuba, el proceso de paz en Colombia, Venezuela, el libre comercio y la inmigración (incluido el muro fronterizo). Sin embargo, tanto en lo referente a Cuba como al libre comercio hay importantes divergencias entre lo dicho por Trump y por el aparato republicano. Habrá que ver cuál será la postura definitiva en el caso de que ganen las elecciones.
Los motivos de los latinoamericanos para apoyar a Clinton frente a Trump y los de los hispanos para votarla son claros. El discurso negativo del candidato republicano sobre la realidad de EEUU se vuelve descalificatorio al hablar de los inmigrantes mexicanos. La ignorancia de Trump de los grandes temas de política exterior lo lleva a desconocer los cambios producidos en América Latina en las últimas dos décadas. Su estilo agresivo y populista no sólo provocará la ruptura del Partido Republicano sino también la desafección durante un largo período de tiempo de importantes contingentes de votantes hispanos que tradicionalmente lo habían apoyado.
Publicado originalmente en Infolatam.