14 de julio 2016
Argel.– Desde que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo comenzara a trabajar en los Informes sobre Desarrollo Humano Árabe (AHDR) en 2001, la situación en muchos países árabes ha ido de mal en peor. De hecho, hoy la región ni siquiera puede reunirse para publicar un nuevo informe: una desgracia, porque para que algún día se pueda alcanzar la paz y la prosperidad en Oriente Próximo y África del Norte es fundamental encontrar una nueva visión en común para el pueblo árabe, especialmente su juventud.
El primer AHDR, publicado en 2002, identificó tres “déficits de desarrollo” principales que impiden el avance de la región: conocimientos, empoderamiento de la mujer y libertades. El informe, “escrito por árabes para árabes”, influyó de manera importante sobre la narrativa de desarrollo regional y el modo como las élites nacionales abordaron los problemas de sus sociedades.
En los días del primer AHDR, el mundo árabe tenía razones para el optimismo. Israel se retiró de Gaza en 2005 tras haberlo hecho del Líbano en 2000. Nuevos gobernantes árabes (como el rey Abdulá II en Jordania, Mohammed VI en Marruecos y Bashar al-Assad en Siria) llegaban al poder, generando esperanzas de cambio. Arabia Saudita anunciaba sus primeras elecciones municipales en 2003, que celebró en 2005. También ese año hubo elecciones (en su mayoría) democráticas en Egipto e Irak. Y, en términos generales, Argelia pudo apaciguar su prolongado conflicto civil, gracias en parte a los altos precios del petróleo que hubo en este periodo.
Tras la Primavera Árabe, que comenzara en diciembre de 2010 y cobrara impulso a lo largo del 2011, el PNUD dio inicio al AHDR de 2015, con especial énfasis en el drama de la juventud árabe. Formé parte del equipo de ese AHDR, junto con cerca de 30 intelectuales y activistas del mundo árabe. Abordó temas similares al de su precursor de 2002, pero esta vez nos involucramos más directamente con la influyente juventud árabe para compilar los mejores datos posibles y subrayar los efectos de las guerras que afectan a la región.
El informe finalizó en mayo de 2015, pero ha languidecido en los cajones de la Oficina Árabe del PNUD desde entonces, muy probablemente debido a sus fuertes calificativos sobre la élite que detenta el poder en el mundo árabe.
Una de las conclusiones del informe de 2015 de la que puedo hablar directamente es el surgimiento en el mundo árabe de una “mayoría silenciosa” de mentalidad más liberal, especialmente entre los jóvenes. Se trata de una promisoria tendencia que se expresa en las comparaciones generacionales de las encuestas de opinión mundiales. La juventud árabe tiene más acceso que nunca a la información del mundo exterior y abraza valores comunes con otros jóvenes del mundo, más que los de la generación de sus padres. En particular, desea una mayor participación en la sociedad civil, emanciparse de las jerarquías patriarcales y tener más espacio para la creatividad individual. Si bien el sistema educativo no se emancipó tanto como en otras partes del mundo, debido a lo conservador de sus planes de estudio, la juventud sí lo hizo.
Considerando estas conclusiones, el informe de 2015 aconseja a los grupos progresistas nacionales, regionales e internacionales que apoyen las fuerzas de la emancipación, claves para encontrar soluciones locales a los retos de asegurar una mejor gobernanza, economías más productivas y sociedades más resistentes. La única vía para el cambio de gran escala en el mundo árabe es estimular la innovación y la creatividad, para lo que es necesaria una sociedad civil que no sufra restricciones. Deben establecerse derechos civiles fundamentales, sustentados en cambios profundos en el sistema educacional, reformas a las leyes de familia y más apertura para los medios de comunicación y la cultura.
El informe de 2015, que espero se publique pronto, debería estimular una conversación regional razonada y constructiva. Comienza con esta advertencia: “La juventud de la región se está desencantando cada vez más de unas estructuras de poder fosilizadas que la dejan al margen. A menos que los gobiernos despierten a esta evidente realidad, tendrán que hacer frente a mucho más que unos cuantos extremistas”.
La nueva mayoría silenciosa es la mejor defensa contra las corrientes radicales y suicidas que han llenado el vacío político creado por el colapso del viejo orden. Los árabes de mentalidad reformista deben buscar agrandar el centro en lugar de tratar de aunar los márgenes. Y la mayoría silenciosa debe romper su silencio. De lo contrario, las revueltas contra un statu quo inaceptable seguirán siendo lideradas por extremistas que sólo tienen quejas, no aspiraciones.
Los primeros años de este siglo fueron prometedores para el mundo árabe, y podemos ver que esa esperanza se renueva en la juventud actual. Hay que alentar a los reformistas de la sociedad civil árabe a que hablen ahora. De lo contrario, se arriesgan a que esa promesa se pierda para una generación más.
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Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
Ishac Diwan es investigador de la Iniciativa para Oriente Próximo del Belfer Center en la Universidad de Harvard y Chaire d’Excellence Monde Arabe de la Universidad Paris Sciences et Lettres.
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