Guillermo Rothschuh Villanueva
3 de julio 2016
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Tres hechos recientes afectan la veracidad del discurso oficial en los medios del gobierno. Las dudas y reticencias evidencian una crisis.
Rosario Murillo y Daniel Ortega durante la celebración de la Asamblea del FSLN, a mediados de mayo. Foto: Presidencia.
Algunas premisas. Un equívoco que tratan de salvar los expertos en comunicación, consiste en señalar que los medios no deben incurrir en disonancias evidentes que pongan en duda sus narrativas. No se puede abusar de la mentira. La contrastación entre discurso y realidad sirve para conocer la fidelidad que guardan los medios frente a los acontecimientos que ocurren a nivel local, nacional e internacional. Entre más lejanos suceden, menores probabilidades tienen los lectores, radioescuchas y televidentes de comprobar la veracidad de lo acontecido. Una máxima en declive debido al carácter global de los procesos de comunicación. Su presencia mundial y su carácter omniabarcante ⧿propiciado por las comunicaciones satelitales y la presencia ubicua de Internet⧿ permiten obtener versiones para corroborar la veracidad de las informaciones. En países pequeños, donde lo local ha resurgido con mayor fuerza, resulta más fácil contrastar las distintas versiones brindadas por los medios, con la realidad de lo acontecido. Un dato duro a tener en cuenta. Las informaciones locales son fácilmente comprobables.
Durante el último mes, en Nicaragua han ocurrido al menos tres hechos que abren fisuras en el discurso oficial. El análisis permite entender que no basta contar con el mayor número de medios audiovisuales para establecer una causalidad directamente proporcional entre medios y verdad. Sería un anacronismo dar pábulo a estas alturas a las teorías de la aguja hipodérmica. El bombardeo incesante de un mismo discurso no supone que este sea cierto. El aforismo goebeliano de repetir una mentira una y mil veces no siempre resulta pertinente. En el contexto actual, el problema surge debido a que otros medios, aunque sean muy pocos, narran esos mismos hechos de manera distinta. Generan dudas a lo dicho. La contrastación informativa se impone cuando aparecen las primeras grietas en los dispositivos mediáticos controlados por el estamento gubernamental. Nadie desea vivir con verdades a medias y medias verdades. Existe un elemento adicional. Las audiencias actuales son nómadas. Asistimos a un doble fenómeno. Tienen acceso a las comunicaciones internacionales y son muy proclives al zapping. Nunca están quietos. Todo lo cuestionan.
Primer hecho. Las informaciones oficiales alrededor a lo ocurrido al estudiante mexicano Jobany Torres Becerra, resultaron bastante frágiles. Los medios oficiales han obviado siempre diversos factores que inciden de forma adversa en sus propuestas: la violación reiterada de las normas legales establecidas. Su persistencia sigue siendo refrendada por los medios. Independientemente de la adscripción partidaria de los radioescuchas, lectores y televidentes, lo primero que salta a la vista en la detención del becario mexicano, fue que llevaba 12 días detenidos y las autoridades no daban noticias de su paradero. Lo que acrecentó dudas fue haber sostenido que Torres Becerra se había autoinfligido los moretones que aparecían alrededor de sus ojos. La fiscal Borge dijo: El “así lo dejó establecido en una entrevista que le tomó la Policía y de manera verbal a la suscrita, que él se autolesionó”. Todavía agregó que ante “la angustia de haber creado esta situación que ha generado un nivel de tensión a nivel nacional e internacional (…), arrepentido de lo que había pasado (…) él dice que se golpeó él mismo con los puños”.
Segundo hecho. La expulsión de los dos funcionarios de Aduanas de Estados Unidos, provocó reacciones inmediatas de parte de las distintas cámaras empresariales. Tanto el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), como la Cámara de Exportadores de Café de Nicaragua (Excan), se encargaron de refutar los alegatos esgrimidos por las instancias gubernamentales para justificar su deportación: que habían llegado al país sin que las autoridades tuviesen conocimiento de las actividades que realizarían. El presidente de Excan, José Ángel Buitrago, contradijo la veracidad de los funcionarios nicaragüenses. Las inspectores aduaneros estadounidenses ⧿contrario a lo afirmado⧿ tienen diez años de estar llegando al país. Explicó que vienen “una vez cada año o una vez cada dos años”. El problema de las empresas exportadoras de textiles, pesca, café y queso ⧿si el gobierno no actúa con celeridad⧿ será ver afectados severamente sus intereses. La inspección evitaba atrasos y costos. Una especie de luz verde para que los productos entraran de manera expedita a Estados Unidos. Los empresarios desean conocer los motivos de la expulsión.
Tercer hecho. La expulsión de los jóvenes de diversas nacionalidades que ayudaban a los campesinos de Nueva Guinea, a fabricar hornos y barriles ecológicos amigables con el medio ambiente, también provocó reacciones. Una vez más su detención en La Fonseca, sobrepasó las 48 horas establecidas por ley, sin que las autoridades informaran dónde se encontraban. Se trató de involucrarlos en actos delincuenciales. Las movilizaciones y la presión ejercida por los dirigentes campesinos aglutinados en el Consejo Nacional para la Defensa de la Tierra, Lagos y Soberanía, de los representantes diplomáticos de México, España, Argentina y Costa Rica acreditados en Nicaragua, de estudiantes universitarios y de las organizaciones de derechos humanos, fueron decisivas para ponerlos en libertad, sin que se salvaran de ser expulsados del país. Medios y periodistas ajenos a la tutela oficial hicieron un recuento pormenorizado de las deportaciones efectuadas por las autoridades gubernamentales. El saldo resulta negativo. 25 en total a partir de 2010. Hay quienes opinan que las expulsiones forman parte de una política de gobierno.
Conclusión. Los tres casos enumerados afectan la veracidad del discurso oficial. Los hechos se han encargado no solo de ensombrecer, también de restar credibilidad a la actuación de las autoridades. En el caso del estudiante mexicano pocos creen que él mismo se haya golpeado el rostro. ¿Qué razones lo llevaron a actuar de esa manera? ¿Es un suicida? Los reclamos en las redes sociales, en su mayoría fueron contrarias a las informaciones vertidas por los medios bajo las directrices gubernamentales. Los memes apuntaron en esa misma dirección. ¿Las autoridades se han preguntado en algún momento a qué obedece tanta reticencia ciudadana? Si los poderes del Estado se comportan y siguen siendo percibidos sujetos a las directrices del Ejecutivo, su credibilidad estará a la baja. Son vistos como aliados incondicionales del partido gobernante. En comunicación la percepción es la verdad. Las agendas mediáticas viven desde hace más de ocho años en eterna disputa. Los medios son causa y efecto de la polarización existente. La forma que medios oficiales y autoridades manejaron el caso Torres Becerra, está plagado más dudas que certezas.
En la expulsión de los inspectores aduaneros y la acusación contra los jóvenes de la Caravana Mesoamericana para el Buen Vivir, los hechos fueron nuevamente los encargados de echar por tierra las narrativas oficiales. Es preocupante que la información vertida al presidente Ortega resultara falsa. ¿Cómo es posible hacerle decir al gobernante que los jóvenes estaban manipulando explosivos cuando en realidad no era así? ¿Qué tipo de medidas tomó el comandante Ortega ante quienes lo exhibieron frente a la opinión pública nacional e internacional? No creo que se sienta bien. ¡Cómo va estarlo! Lo indujeron a mentir. Desde la perspectiva mediática, las posibilidades que la mentira prospere en el universo local son mínimas. La comprobación del discurso con la realidad es altísima. La constatación de los hechos acontece de manera inmediata. Con el añadido que las redes sociales actuaron una vez más con mayor celeridad que los medios tradicionales. La forma que actuó el gobierno puso en entredicho su propia credibilidad. Las audiencias afines a su discurso, tienen también la posibilidad de verificar lo afirmado a través de otras fuentes.
No basta tener y controlar la mayoría de los dispositivos mediáticos. Sobre todo si la realidad de los hechos dicen lo contrario, una verdad que las audiencias, lectores, empresarios y líderes políticos deben tener en cuenta. Los estudiosos en comunicación son muy cuidadosos en señalar la importancia que tiene sintonizar el discurso mediático con la realidad de los acontecimientos. El principal activo de los medios continúa siendo su credibilidad. Una de las mayores debilidades de los medios oficiales y oficiosos es limitarse a servir como poleas de transmisión de todo cuanto emana de las fuentes a las que sirven. Cuando empieza a dudarse de la veracidad de lo que vierten, sus efectos son limitados, en ocasiones incluso adversas. No alcanzan el objetivo esperado. El hiato entre discurso y realidad hace que quienes laboran en los medios oficiales cada día la tengan más dura. ¿En alguna ocasión han discutido el tema? En América Latina muy pocos medios oficiales y oficiosos resultan creíbles. Sus propuestas son demasiado laudatorias. Asistimos a ese momento. Las dudas y reticencias hacia el discurso oficial evidencian una crisis.
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Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.
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