30 de junio 2016
Casi 4 de cada 10 nicaragüenses (39%) vive aún en la pobreza, lo que significa que el 5.7% de los habitantes mejoró su nivel de vida entre 2009 y 2015, periodo que cubre las seis Encuestas de Hogares para medir la Pobreza en Nicaragua, efectuadas por la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global, (Fideg), contando con el apoyo de la Agencia de Cooperación Suiza en América Central.
En ese lapso de tiempo, el número de habitantes viviendo en situación de extrema pobreza pasó del 9.7% al 7.6%. En este caso, las cifras no varían mucho si también se comparan entre las dos últimas encuestas, porque en 2013 el porcentaje de ‘pobres extremos’ era de 9.5.
Con todo, Alejandro Martínez Cuenca, presidente de Fideg, opina que “hay un avance en la reducción de la pobreza. ¿Es el ideal? No: pudiera ser mayor”. Al calificar ese crecimiento, no duda en decir que es “inclusivo, y con tendencia sostenible”.
Enrique Alaniz, coordinador técnico del proyecto, detalla que los factores que han explicado el crecimiento del consumo son los términos de intercambio, las mayores remesas recibidas, y los programas sociales. “Esos tres factores tienen un efecto igualador en el crecimiento, porque tienen mayor incidencia entre los percentiles de menor bienestar”, aseguró.
La tabulación de las cifras permitió encontrar que si no hubiera ese 25% de hogares que recibe una remesa promedio de USD$115 al mes, la cifra de pobres no sería de 39%, sino de 44.6%, y que la pobreza extrema no se cebaría en el 7.6% de los nicaragüenses, sino que en el 11.7%, por lo que Alaniz pontifica que “las remesas tienen un efecto igualador en el crecimiento”.
Un ejercicio similar mostró que los programas sociales también tienen un efecto positivo, pero menor que el de las remesas: si no existieran los ‘proyectos estrella’ del gobierno, (cuyo alcance, ya se ha demostrado varias veces, es limitado) el número de pobres sería de 41.4%, y el de pobres extremos, de 9.1%.
La dinámica de la pobreza
Del mismo modo, la mejora en los ‘términos de intercambio’ (el precio al que los campesinos venden sus productos, versus el que tienen que pagar por aquellos que compran para su consumo), también ayudaría a explicar el alto porcentaje en que se redujo la pobreza extrema rural, que pasó de 17.1% en 2013, a 14.4% en 2015. “La pobreza extrema rural está íntimamente asociada a la variación de los términos de intercambio en el campo”, recitó Alaniz.
Cuestionado por diversos expertos que acudieron a la presentación de los resultados de la encuesta, el coordinador del proyecto recordó que los principales beneficiarios de los programas sociales y las remesas no son los ricos. “Los que se están beneficiando de mejores términos de intercambio en el área rural son los productores agropecuarios, que resultan ser pobres en su mayoría”, añadió.
Todo ello explica también que su cumpliera la premisa según la cual “la pobreza es dinámica. Hay hogares que mejoran, hay hogares que empeoran, pero en este caso, se observa que son más los que mejoraron que los que empeoraron”, dijo Alaniz.
El experto también explica que los datos permiten concluir que la distribución del consumo es ligeramente más equitativa que en 2013, y que el consumo de los hogares más pobres ha crecido porcentualmente más de lo que ha crecido el consumo de los hogares más ricos.
Otra forma de comprobación es la confirmación de que en los hogares pobres ha disminuido la cantidad porcentual de recursos que se destina a la compra de alimentos, mientras se incrementa la compra de celulares, recargas para celulares y motocicletas, tal como lo muestran diversos estudios recientes.
Gobierno no cumplió Objetivos de Desarrollo
Planteados en la década de los años 90 del siglo pasado, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), planteaban metas en diversos campos, pensando en reducir la pobreza y la desigualdad a escala global.
Los resultados de la encuesta del Fideg recuerdan que Nicaragua asumió los ODM en 2001, y que los ratificó en 2003 y 2007, y aunque se ha avanzado en varios campos, el país está lejos de cumplir los compromisos asumidos.
Con una población analfabeta de 21.5% en 1993, se suponía que menos del 10% de la población seguiría en ese estado al cerrar el 2015. A pesar de los anuncios triunfalistas del gobierno de Daniel Ortega en ese campo, la encuesta del Fideg indica que el 15.8% de la población seguía sin saber leer o escribir al cumplirse la fecha establecida.
En materia de educación primaria, se esperaba que en 2015, el 100% de los niños en edad de cursarla estuviera en las aulas. El punto de arranque fue el 75.6% observado en 1993. El punto de llegada: 88.6%, lo que es “un poco más que once puntos porcentuales por debajo de la meta”, señala el documento.
Ficha técnica
Esta es la sexta “Encuesta de Hogares para Medir la Pobreza en Nicaragua” realizada por FIDEG entre 2009 y 2015 (con la excepción de 2014), en las que se ha entrevistado a las mismas 1,730 viviendas, para poder construir una imagen que pueda ser comparable año con año.
En este caso, Fideg utiliza la medición del consumo como medida de bienestar, para poder medir la pobreza, calificando como ‘pobres’ a aquellos que consumen menos de C$25,110 por persona por año, y como ‘pobres extremos’ a aquellos cuyo consumo no sobrepasa los C$12,455 por persona al año.
Dado su diseño, y el número de viviendas encuestadas, los resultados exhiben un nivel de confiabilidad de 95%, y un error estándar de más (o menos) 2.4% a nivel nacional, que baja a más (o menos) 1.7% en las zonas urbanas, y más (o menos) 3.1% en las áreas rurales.
El 54.0% de los encuestados reside en áreas urbanas, mientras el 46.0% reside en áreas rurales. Al mismo tiempo, 49.0% son hombres y 51.0% son mujeres. Por edad, 58.3% son menores de 30 años, 30.2% tiene entre 30 y 59 años, y 10.8% tiene más de 60 años.