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Para pelearnos mejor

No se preocupe si se pelea con su pareja, porque el problema no es pelearse o discutir, sino cómo lo hacemos

Ana Salgado

27 de junio 2016

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Usted no está sola. Todas las parejas discuten. Unas más, otras menos. Y no es la única preocupada porque se pelea con su pareja. En general, creemos que nosotros sí vamos a ser como las princesas de Disney y sus príncipes y vamos a “vivir felices para siempre”. Y se puede ser feliz, pero no TAN permanentemente como nos lo vendieron.

Desgraciadamente nadie hizo una segunda parte de la Cenicienta donde nos muestran de manera realista lo que sucede cuando empiezan a compartir una vida con el Príncipe. ¿Imagínese al Príncipe despeinado, con una barba de tres días, echado en un sofá, viendo fútbol, con la cerveza en la mano mientras la pobre Cenicienta lidia como puede con Cenicientita que no para de llorar, mientras le reclama al Príncipe que no la ayuda con nada.

Seguramente eso fue lo que pasó después de que llegaron a su casa después de la boda, pero eso nadie nos lo advirtió. Y si lo hicieron no lo creímos porque, en el fondo, todos queremos nuestro cuento de hadas perfecto, feliz y sin pleitos. Pero esto no se puede, porque la cercanía genera roces. Es la naturaleza humana.

Pero no se preocupe si se pelea con su pareja, porque el problema no es pelearse o discutir, sino cómo lo hacemos. La manera en que peleamos es tan importante que es uno de los factores que más se toma en cuenta a la hora de predecir el éxito o fracaso de una relación. Algunos de las características que comparten las parejas exitosas es que al pelearse:


Ocupan reparaciones: “reparaciones” es el término técnico para describir la capacidad de no permitir que la discusión escale y se salgan de control. Ahora imagínese a la Cenicienta y su Príncipe en el cuarto, él hablando por teléfono con el Rey y ella viendo la novela.

Tabla Sexo Sentido

Se dan recesos separados: Cuando las cosas se están saliendo de control, cuando ya están peleando “por deporte”, son capaces de separarse por un tiempo (se recomienda un mínimo de media hora) para dejar que las cosas se tranquilicen, soltar los pensamientos que los mantienen enojados y enfocarse en cómo pueden hacer para estar mejor.

NUNCA se ofenden, se burlan o usan el sarcasmo.

Hablan de sentimientos: Muchas parejas se enfrascan y se pierden en lo que pasó, en la manera particular o las palabras exactas que usó el otro para decir lo que dijo. ¿A quién le importa lo que pasó? Pues a los periodistas y a los historiadores. En las relaciones importa más cómo me sentí por lo que entendí que dijiste, que lo que en “realidad” dijiste.

Admiten su participación: Así como se necesitan dos para bailar tango, así se necesitan dos para pelearse. Pero así como los dos son culpables, ambos logran preguntarse ¿Qué puedo hacer YO para que estemos mejor? En vez de sólo pensar en lo que el otro DEBERÍA hacer para que estén mejor.

Buscan puntos de convergencia: Para llegar a un acuerdo sobre cualquier punto, sirve preguntarse: ¿existe la posibilidad de que él/ella tenga razón en algo? y empezar por ahí.

No evitan los temas: “tragarse” los enojos solo causa resentimientos y los resentimientos intoxican las relaciones.

Logran usar el humor y mantenerse afectuosos durante la discusión, como parte de los métodos de “reparación”.

No hay que tenerle miedo al conflicto per se, sino a la manera en cómo lo manejamos. Si lo maneja adecuadamente, será una pareja exitosa, capaz de hablar de cualquier tema y llegar a acuerdos acerca de los tópicos más escabrosos de su relación sin herirse o hacerse sentir mal mutuamente, y sin erosionar su relación.


Consulte el blog de la autora. 

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Ana Salgado

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