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El espejismo bolivariano del siglo XXI

Aceptar la ayuda humanitaria en Venezuela sería una forma de aceptar la realidad. Y están rotundamente negados a hacerlo. Prefieren la destrucción

Una mujer sostenie un afiche con la imagen del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez en un acto de gobierno en Caracas. EFE.

Alberto Barrera Tyszka

21 de junio 2016

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¿Tienes hambre? No. No es cierto. Concéntrate. Piénsalo de nuevo. Es distinto: Crees que tienes hambre. Date cuenta. No es lo mismo. ¿Distingues el matiz? Una cosa es tener hambre, hambre real, hambre de verdad, como la que sentíamos antes, hambre pre-revolucionaria…y otra cosa es creer que tienes hambre. ¿Captas la diferencia? Cierra los ojos, respira profundamente. Ommmm. Deja que esa eme flote dentro de tu boca. De nuevo: ommmm. Escucha ese rumor mórbido, deslizándose hacia tu interior. Entiéndelo. Acéptalo: tú no tienes hambre. Tú solo tienes un ansia inoculada. Un mal sueño de espaguetis, un breve delirio lleno arroz con pollo. No te dejes engañar. Ese crujido de las tripas solo es otra conspiración. Tú realmente no tienes hambres. Tú solo tienes una simple sensación de hambre. ¿Lo entiendes?

Donde ves una cola, no hay una cola. Esa larga hilera de gente descontenta es una patraña. No existe. Te explico: sí es cierto, hay ristra de personas, una tras otra, en la calle, frente a una farmacia, madrugando junto a la puerta de un mercado….Pero no te dejes embaucar, no permitas que la imagen te confunda ¡Toda esa gente no está buscando nada! ¡Nadie está ahí esperando comprar algo! Es una nueva manera de encontrarse, de reunirse. Así son los hombres y las mujeres nuevos y nuevas. Les encanta verse desde muy temprano, les fascina pasar horas mirándose las espaldas. Si no lo has probado aún, te lo recomiendo sinceramente. Es una experiencia tan plena y a la vez tan divertida. Una oportunidad maravillosa para conocer a otras personas, para cordializar y aprender de los demás. Tómate unos minutos y piénsalo bien. Haz un alto en el camino. La vida en revolución es otra cosa. Tiene otro tiempo, otro sentido. Una cola no es una cola. Es una fiesta lineal, una orgía en seguidilla. No te dejes engañar por las ficciones del enemigo: aquí no hay escasez, aquí no falta nada. Todo lo contrario. Aquí solo hay abundancia. Abundancia de gente queriendo estar junta, apretadita. Abundancia de amor ¿Aun no lo has descubierto? ¿Aun no sabes que la felicidad es una fila?

¿Robos? ¿Secuestros? ¿Asesinatos? ¿Estás loco? ¿En qué país vive? No permitas la contra-propaganda amarillista te desoriente, te estafe de una manera tan burda. Piensa fríamente. Toma distancia. Medita con hondura. Todos esos disparos son falsos. Todos los muertos son una ilusión. La inseguridad no existe. Es una quimera. Tienes miedo, sí. Pero ese miedo es producto de una fantasía. No es tu miedo, es un miedo fabricado. Es un temor artificial, creado por la nasa, inventado en Houston. Como Roberto Rincón. Todo es parte del mismo complot galáctico en contra nuestra. Serénate. Haz un pausa. La inseguridad solo es una apariencia. Clava esa idea dentro de tu cabeza. Piensa en las armas aparentes, los aparentes cadáveres, la morgue aparente, los aparente pranes… Nada es realmente real. Dilo. Repite conmigo: estoy bien, estoy seguro, estoy a salvo.

El principal proyecto del gobierno es la hipnosis. El oficialismo está dedicado, día tras día, a tratar de convencernos de que todo lo que ocurre en verdad no ocurre. Quiere que pensemos que nuestra vida no es nuestra vida sino una imaginación de los conspiradores. Todo es inducido: desde la crisis hospitalaria hasta el desabastecimiento, desde la inflación hasta el cáncer de Hugo Chávez. Todos los periódicos nacionales e internacionales mienten de manera compulsiva. Todos los corresponsales extranjeros son unos mitómanos. Todas las noticias son una fábula. Apaga las orejas y mírame fijamente. Voy a contar hasta tres y, después, tu vida solo será una cadena de radio y televisión: ¡Patria! ¡Patria! ¡Patria querida!/ ¡Tuya es mi alma! ¡Tuyo es mi amor!


Aceptar la ayuda humanitaria sería una forma de aceptar la realidad. Y están rotundamente negados a hacerlo. Prefieren la destrucción. Se trata de un ejercicio criminal del poder: como no pueden cambiar la historia, han decidido que la historia no existe. Esta semana, Damarys no pudo mandar a sus cuatro hijos a la escuela. No tenía cómo alimentarlos. Los niños solo están comiendo avena con agua y plátano. Pero el oficialismo le dice que su hambre no existe. El oficialismo repite que su vida es un espejismo.

Esa también es nuestra tragedia: ¿cómo enfrentar a un gobierno que habla y actúa como si la realidad fuera una fraude?


Publicado originalmente en Infolatam.


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Alberto Barrera Tyszka

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