18 de junio 2016
Cuando quedan menos de cinco meses para las elecciones presidenciales en EE.UU., la campaña se le pone muy cuesta arriba al virtual candidato republicano, Donald Trump, que bate récords de impopularidad y naufraga en las encuestas.
Como si hubiera visto un pájaro de mal agüero, Trump, que el pasado martes cumplió 70 años, parece haber perdido la aureola de “ganador” de la que presume hasta la saciedad en los mítines.
Los observadores coinciden en que el órdago del polémico magnate por la Casa Blanca atraviesa una grave crisis, alentada por sus polémicas xenófobas y las incesantes críticas de dirigentes de su propio partido, que digieren con desasosiego sus dislates.
Para muestra, un botón: la impopularidad de Trump que arrojan los sondeos de intención de voto carece de parangón en la historia moderna de las campañas presidenciales en Estados Unidos.
Según una encuesta divulgada esta semana por la cadena ABC News y el diario The Washington Post, el 70% del electorado tiene una imagen desfavorable del multimillonario neoyorquino, que nunca ha ocupado antes un cargo político.
La candidata oficiosa del Partido Demócrata para los comicios presidenciales del 8 de noviembre, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, tampoco recibe un gran aplauso en el estudio (55% de impopularidad), pero no sale tan mal parada.
Los resultados son más devastadores, si cabe, para el empresario de los hoteles y los casinos entre varios grupos clave para ganar las elecciones: los afroamericanos (94% de impopularidad), los hispanos (89%) y las mujeres (77%).
“Nadie ha sido elegido presidente de EE.UU. con un índice desfavorable del 70%”, advirtió este miércoles Matthew Dowd, estratega jefe en la campaña de reelección del republicano George W. Bush como mandatario en 2004.
En la carrera por la Casa Blanca, Clinton sigue viendo a Trump por el retrovisor a una distancia notable, según la última encuesta publicada este viernes por la empresa Ipsos, elaborada en pleno debate esta semana sobre la masacre perpetrada en una discoteca gay en Orlando (Florida), que causó 50 muertos (incluido el atacante).
En el sondeo, el 45,5% de los votantes apoya a la ex secretaria de Estado, mientras el 34,8% se inclina por el multimillonario y antigua estrella del programa televisivo “The Apprentice” (El Aprendiz).
La debacle demoscópica del magnate coincide con un enfriamiento del respaldo institucional del Partido Republicano por dos controversias que han provocado el rechazo de líderes conservadores como el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., Paul Ryan.
Frustración republicana
A comienzos de mes, Trump levantó una polvareda y fue acusado de racismo por sus críticas al juez Gonzalo Curiel, encargado del caso de presunto fraude de la universidad que lleva el nombre del empresario, por el mero hecho de tener raíces mexicanas.
El magnate también soliviantó esta semana a dirigentes republicanos con su plan de vetar la entrada de musulmanes en EE. UU., para combatir el terrorismo yihadista, en respuesta al ataque de Orlando (Florida), perpetrado el pasado domingo por un estadounidense de origen afgano que juró lealtad al grupo Estado Islámico (EI).
Las nefastas encuestas y las constantes provocaciones de Trump han hecho cundir “un cierto pánico” en la dirección del Partido Republicano de cara a las elecciones de noviembre, aseguró esta semana el consultor conservador Matt Mackowiak.
Algunos republicanos prominentes, como el respetado presidente del Comité de Energía y Comercio de la Cámara baja, Fred Upton, desisten incluso de apoyar la candidatura del magnate.
“Hay un largo camino por recorrer (hasta las elecciones), pero a muchos de nosotros nos parece que el tren se ha descarrilado. Veremos si él (Trump) puede ponerlo de vuelta en la vía”, afirmó Upton esta semana.
Otros ni siquiera darán el voto a Trump en noviembre, como Richard Armitage, ex subsecretario de Estado en el Gobierno de George W. Bush (2001-2009): “Él no parece un republicano. Votaré a la señora Clinton”, declaró Armitage el jueves al diario Político.
Pero el multimillonario no cede un ápice ante las exigencias del partido, pese a su promesa de adoptar un tono “más presidencial”, como demostró el pasado miércoles en un mitin en Atlanta.
“No hablen. Por favor, cállense. Lo haré yo solo (la campaña). Lo haré muy bien”, le espetó un desafiante Trump a los líderes de su formación.
El empresario triunfó en las elecciones primarias republicanas con un estilo rebelde, demagógico y grosero que abominaba de la “corrección política”, una estrategia que tuvo eco en gran parte de las bases conservadoras descontentas con la marcha del partido.
Sin embargo, numerosos expertos advierten que ese “tren”, por utilizar el símil de Upton, puede estrellarse en la vía de unas elecciones generales.
“Es difícil ver a Trump ganando si sigue el mismo camino que hizo para vencer en las primarias republicanas. El electorado general es mucho más diverso”, comentó a EFE el analista Geoffrey Skelley, del Centro de Políticas de la Universidad de Virginia.
Skelley ve “claro” que el magnate “no es actualmente el favorito” para los comicios de noviembre, aunque su suerte puede cambiar si logra “un cierto nivel de disciplina mientras encuentra y organiza los recursos necesarios para una campaña nacional”.