31 de mayo 2016
Existan muchos medios para tratar de acercarse a la verdad, pero basta que, al menos, hayan dos en cuales se puede confiar: basar todo análisis en solo hechos históricos y no desligar antojadiza y absolutamente ningún fenómeno político de otro fenómeno político. Si en caso no nos gustara tomar en cuenta esos dos elementos, no pasa nada. Pero entonces no tendremos razón para asombrarnos cuando nuestros presupuestos ideológicos no concuerden con la realidad ni cuando la contradigan.
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No es difícil corroborar lo dicho con datos históricos recientes y algunos del pasado nada lejano, y buscar sus raíces comunes, asociarlos, que es otra manera de conocer su presente. Con un ejemplo basta: con el discurso que hizo el presidente Barack Obama, en la Cumbre de presidentes en Panamá, pidió no ser reos de la historia. ¿Por qué? Por el intento de borrar las responsabilidades de su país respecto a sus intervenciones pasadas en Latinoamérica, pero como no difieren más que en las formas con sus injerencias del presente, Obama falló.
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Ahí, en esa Cumbre, Obama sabía que su país no estaba limpio de culpas y por eso no carecía de motivos para intentar encubrir con su afirmación la verdad histórica. Pero no solo fue desmentirlo por los hechos del pasado, sino también porque llegó a Panamá precedido de un documento imperial, con la tinta de su firma aun fresca, acusando a Venezuela de representar una amenaza real y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos. La verdad dice lo contrario: que no hay historia lejana ni cercana a nuestro tiempo, que no acuse a ese país como injerencista y agresor.
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Liguemos este reciente hecho histórico con algunos otros de un poco más atrás: la Unión Panamericana, antecesora de la Organización de Estados Americanos (OEA), nació como su primer ministerio de colonias, y apañadora de sus injerencias. En 1912, a dos años de fundada la Unión Panamericana (1910), apañó la intervención armada contra Nicaragua, y a seis años de nacida la OEA del vientre de la Unión Panamericana, estaba haciendo lo mismo contra la soberanía de Guatemala (1954). ¿Y qué hicieron ambas? Apañar, porque nacieron por una necesidad de la política exterior gringa.
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Entonces, ¿de dónde le nace a la oposición nicaragüense la idea de que la OEA se interesará en evitar el previsto fraude electoral, si su amo, los Estados Unidos, hoy no tiene nada qué cobrarle a Daniel Ortega, como para echarle la OEA encima? ¿No fue esta misma OEA la que vigiló las elecciones del 2011, dio un dictamen donde aparecieron las huellas del fraude, pero no pasó absolutamente nada? Mientras la política exterior norteamericana no se crea afectada por un gobierno latinoamericano –del país que fuere— la OEA no recibirá ninguna orientación para que actúe en su contra.
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Son hechos históricos que casi funcionan de modo mecánico, nada difíciles de advertir cuando uno se orienta con visión histórica independiente. Esa misma que la oposición no tiene. No ve que la prioridad gringa es Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador. Allá, en el Sur, está su escenario de moda, porque en esa región nació y creció el movimiento que enarbola la soberanía económica y la independencia política frente al hegemonismo gringo. Y allá está promoviendo la ofensiva por la restauración neoliberal.
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Nuestros opositores no se han enterado de que al gobierno de Ortega solo lo imaginan “revolucionario” por el discurso, pero en la práctica es más que neoliberal: es un gobierno corporativo, obediente aliado de la gran burguesía y eso, a los ojos norteamericanos, es muy simpático. Además, Ortega se orienta a favor de sus planes transnacionales, y busca un lugar en la Alianza Transpacífica. Y si no lo admitieran, sería por la pobreza de nuestra economía nacional. ¿Cómo pueden hacerse los ingenuos para ignoran las conexiones de la OEA con la política exterior de los Estados Unidos?
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A estas alturas, a menos que también finjamos ingenuidad, tampoco cabe dar consejos y mostrar actitudes “propositivas” como le gusta a la oposición, si ha demostrado –una y varias veces— que su voluntad es seguir practicando tácticas políticas electoreras de los partidos libero-conservadores de antes de la derrota de la dictadura. Incluso, la derrota del sandinismo en el 90, no fue resultado de una gran estrategia suya, sino de hechos circunstanciales que nada tuvieron que ver con la decisión de los partidos de entonces.
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La unidad en la acción, una táctica acertada frente al gobierno, buscar el apoyo en la acción de las masas organizadas y fortalecerla en las actividades de calles y no hacer concesiones al tradicionalismo pro yanqui, nada tienen que ver con las disputas por candidaturas, la improvisación de candidatos “apolíticos” (como si el estado opresivo creado por el orteguismo se circunscribiera a los actos circenses de Rosario Murillo). Menos tienen que ver, con eso de platicar tras bastidores apadrinados por extranjeros, esperar el milagro de las cartas pastorales ni con tener la mirada suplicante puesta hacia la embajada norteamericana.
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Nicaragua y los nicaragüenses meremos y podemos hacer mucho más que esas miserables actividades. Y si los políticos que tienen responsabilidades en los partidos de oposición no creen conveniente cambiar de táctica, nadie los puede obligar a hacer otra cosa. Incluso, tienen derecho a no sincerarse con sus seguidores para decirles cuáles son sus auténticos propósitos, esos que hasta hoy parecen reducirse también a esperar la cantidad de diputaciones que el Consejo Electoral de Daniel les quiera otorgar.
Curiosidades:
- En días recientes, la Policía maltrató y echó presa a la señora Arely Cano, acusada de obstrucción y agresión por un asunto de tránsito. Arely Cano, es secretaria general para América Latina de la Comunidad Internacional de Mujeres con VIH, y la Policía la acusó, además, de haber amenazado a sus agentes… “con transmitirles el Sida”. Si la Policía cree que el Sida se transmite… ¿por qué no han de creer que el Sida a garrotazos se cura?
- Cuando en Japón esperaban que Barack Obama terminara de echar lágrimas de cocodrilo por la victimas de Hiroshima y Nagasaki para que pidiera perdón a nombre de su país, sacó una frase banal: “Hace 71 años la muerte, bajo del cielo”. Olvidó que bajó de un avión procedente de Estados Unidos, ¿o ya cree que su país es el cielo?
- Bayardo Arce, el ex comandante asesor económico de Ortega y, por ende, impulsor del neoliberalismo, declaró que no se alegra “cuando un país tiene problemas, menos un país que nos está ayudando” (Venezuela), sino que busca “otras alternativas”. No se alegra, pero tampoco tuvo frases de solidaridad… ¡con “el país que nos está ayudando”!
Cronología imperial (*)
1958.- En mayo, el vicepresidente Nixon inició una gira por capitales de algunos países latinoamericanos:
1) Fue abucheado en Montevideo y Buenos Aires, y en La Paz su presencia provocó manifestaciones hostiles, las que fueron reprimidas con un saldo de muertes y de heridos.
2) En Lima se produjeron grandes disturbios, Nixon fue escupido, vociferado y escarnecido.
3) En Caracas, Nixon fue directamente atacado.
4) En Washington, lo ocurrido a Nixon provocó un remezón, y parecieron reparar por primera vez en que el odio de los pueblos de Nuestra América se explicó por la colaboración que les estaban prestando a los dictadores como Pérez Jiménez, Odría, Somoza y Trujillo.
5) Washington suspendió, por si las dudas, la ayuda militar a Fulgencio Batista, cuando ya estaba jaqueado por los rebeldes de Fidel Castro.
(Continuará)
(*) Resumida de Guía del Tercer Mundo-86.
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