15 de mayo 2016
Con tan solo tres películas en su haber, el director británico Peter Strickland se ha convertido en una referencia para los cinéfilos del mundo entero. La inclusión de su última película en el menú de Netflix permite que, finalmente, los nicaragüenses puedan descubrir este talento particular.
Strickland se distingue por apropiarse de géneros anticuados, reconstruirlos y amoldarlos a su sensibilidad particular. Su película anterior, “Berberian Sound Studio” (2012), adoptaba el estilo de un “giallo” italiano. Sin embargo, en lugar de funcionar como un thriller con filo amarillista y violencia gráfica, se presentaba como estudio de personalidad sobre la desintegración psicológica de un ingeniero de sonido, trabajando en un estudio de post producción cinematográfica. Sus películas pueden disfrutarse en frío, pero cierto conocimiento de sus fuentes de inspiración añade sustancia a la experiencia.
“The Duke of Burgundy” invoca el espíritu del cine erótico europeo de bajo presupuesto, tan popular en los 60s y 70s. El giro de Strickland está en concentrarse honestamente en una relación lésbica, con atención a la vida emocional de las protagonistas, y no en función de provocar morbo en el hombre heterosexual. La secuencia de créditos nos muestra a Evelyn (Chiara D’Anna), viajando en bicicleta, atravesando un bosque hasta llegar a su trabajo. En una ruinosa mansión, ejecuta trabajos domésticos para Cynthia (Sidse Babette Knudsen), una severa entomóloga. Hay algo teatral en la interacción de las mujeres. Pronto, se hace evidente que estamos ante un juego sexual. Ellas son amantes, escenificando una compleja dinámica de dominación y sumisión por placer.
Strickland explora el balance de poder entre las mujeres como si fuera un misterio por resolver. Los matices de suspenso no son un accidente. Sin embargo, se preocupación es humanista y no amarillista. El subtexto de la relación se nutre de la diferencia de edad entre las mujeres. Cynthia es mayor, y las realidades de la madurez complican el juego. Ronca cuando duerme, su espalda la traiciona en el momento menos conveniente, y a veces, simplemente quiere dormir en pijamas y no en un bustier de cuero – la película incluye en sus créditos a una diseñadora de lencería -. Todo esto pone a prueba la paciencia de Evelyn. El director alimenta su frustración, empujando al espectador a esperar discordia y violencia.
Desde la adopción de elementos de estilo anticuado y artificioso, la película se divorcia de cualquier pretensión de realismo. Los personajes habitan un espacio alegórico. Tome nota de que no vemos a un sólo hombre en todo el metraje del filme. La relación se decanta en tres escenarios básicos: la casa, el bosque, y un Instituto de Entomología a donde Evelyn y Cynthia asisten a conferencias. Las asistentes son mujeres que parecen ir al mismo estilista. Entre la audiencia, puede notar que algunas sillas estan ocupadas por maniquies, con vestidos y pelucas. Este no es un error. Es un guiño a la modestia de los filmes que inspiran a esta película, y una puntada humorística sobre la preocupación de fondo en “The Duke of Burgundy”: ¿qué tanto estamos dispuestos a transformarnos por la persona que amamos? Las mariposas que Cynthia estudia también se convierten en un símbolo múltiple, tan útil para invocar la fragilidad del ser, como agentes de opresión en una extraña pesadilla.
El director, con la complicidad de las actrices, muestra con franqueza los particulares de una relación lésbica en clave sadomasoquista light. Strickland invoca el espírutu de Luis Buñuel – una conferencia incluye a una “Dra. Viridiana” -, pero no tiene no tiene la agudeza de su sentido de humor. Su película es terminalmente solemne, quizás por su insistencia en desestabilizar al espectador con presagios que se registran como anticipos de horror. Afortunadamente, la actriz danesa Sidse Babette Knudsen logra anclar el artificio en emociones reconocibles - busque a como de lugar la serie de TV “Borgen” (2010-2013), en la cual Knudsen interpreta a la primera mujer nombrada Primer Ministro de Dinamarca. Es extraordinaria. - Con un talento menor, los personajes se habrían convertido otro par de maniquies. Y es esa humanidad, exhuberante y magnética, la que hace que el erotismo del filme funcione. Es una pena que en nuestros días, un desalmado producto corporativo como “50 Sombras de Grey” pase por sexy. “The Duke of Burgundy” es el artículo genuino. No apto para mojigatos.
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“El Duque de Borgoña”
(The Duke of Burgundy)
Dirección: Peter Strickland
Duración: 1 hora, 44 minutos
Clasificación: * * * * (Muy Buena)
* Disponible en Netflix