22 de abril 2016
“¡Reforestar, reforestar, reforestar, qué alegre!" Todo el mundo habla de esto ahora y lo propone como salida a la crisis ambiental, que no dudo que es de proporciones infernales en Nicaragua. Se habla alegremente que cada nicaragüense (incluidos por lo que veo, hasta los bebés) adopte un árbol para que mañana (¿?) ¡tengamos 6 millones de árboles sembrados y ya! Todo arreglado y se acabó el problema. Medio mundo en Nicaragua está hablando de esto y más eufórico se pone el tema por ser el Día de la Tierra, y más todavía cuando vemos las fotos de los periodistas que dramáticamente nos muestran que estamos con el agua hasta el cuello. ¡Sembremos un árbol, sembremos un árbol, cualquier palo, en cualquier lado, cada persona, y ya, ya, pero ya! ¡Un arbolito en mi casa, en mi escuela, en la esquina del barrio y vamos a Bosawas!
Esto que escribo parecerá negativo o yo una “aguafiestas”. Pero no, lo hago para ayudar un poco, tanto a los que estamos en la llanura con buenas intenciones como a los que están en el gobierno, también con buenas intenciones. Anoto algunas cuestiones incompletas sobre lo que yo creo se debe tener en cuenta para que esta “cruzada” sea viable y vaya en serio. Ojalá que los expertos hablen, profundicen, ayuden a que las cosas se hagan como se debe para que la “reforestación” tenga impactos efectivos. Estos ítems que anoto son propositivos, constructivos y, repito, son para la sociedad total, como diría Gramsci. Estoy segura que los expertos me respaldarán, que, de paso, ya deben estar roncos de tanto explicar el problema. Me refiero a la relación de los bosques (despalados y degradados) con la reducción y extinción de las fuentes de agua. Pero le pido a mis dioses, que ni Incer Barquero, ni Ruth Selma Herrera, ni Salvador Montenegro, ni Víctor Campos, y otros expertos muy buenos que he escuchado, se cansen de seguir explicándonos para que todos entendamos que esto de “reforestar no es igual a adoptar un gatito”. Se necesita un plan y bien hecho, no a la loca, así nada es posible. Prevengamos una charanga, un acto inútil, frustraciones.
Por ejemplo: ¿Y si todo el mundo adopta una sola variedad, si todos sembramos un palo de nancite? Obviamente nos convertiríamos en la potencia mundial de nancites en cinco años. Pero no sé si exista tanto mercado para el nancite y podamos vivir de nancites. ¿Y si a todos se nos ocurriera sembrar un palo de eucalipto que es de crecimiento rápido y exótico (no nativo) como la teca? Obviamente nos convertiríamos en un desierto en dos años, porque secan los suelos, los arruinan, etc. etc.
Le decía ayer a un periodista que me encontré por casualidad, que no es la primera vez que en Nicaragua se habla de reforestar a gran escala, y que se han llevado a cabo programas en el pasado, así, tipo cruzadas. Acordémonos de Pro Cuenca, POSAF, etc., pero como se demostró en esas optimistas experiencias (de acuerdo a lo que informaban en secreto los técnicos de terreno del mismo MARENA e INTA de aquellos años), que de mil árboles sembrados comunitariamente o ciudadanamente, solo el 1 % sobrevivía. ¿Por qué? No es solo un asunto de meterlos al hoyo y luego regarlos. Es también, y sobre todo, un asunto de examinar el tipo de suelo y si la variedad se ajusta a los suelos, de regarlos en el periodo justo con la cantidad justa de agua, de cuidarlos para que no se los coman las vacas, de caminar varios kilómetros casi todos los días para abonarlos y evitar las plagas, etc. etc.
De ahí que, para un efectivo plan de reforestación, que apenas es una de las acciones para detener el problema, se deben implementar contundentemente acciones que incluyan, entre otras:
- Priorizar las especies nativas en los bosques primarios que se están extinguiendo. Supongo que los expertos y MARENA saben cuáles son y habría que comenzar con viveros. Crecen más lentamente, pero las necesitamos. El cortoplacismo siempre es una tentación.
- En consecuencia, tomar en cuenta las características de los suelos en cada territorio. Para la agricultura eso es fácil, pero para los árboles con fines de protección de fuentes hidrográficas no lo es.
- Destinar áreas para la regeneración natural. Esto es central. Muchas veces es más efectivo no hacer nada, no tocar nada, vedar la extracción, la tala de los bosques que quedan y dejar a la naturaleza que se regenere.
- Detener el mercado de tierra en las actuales áreas y reservas protegidas en que se están sembrando otros cultivos comerciales (Ojo con la palma africana en la reserva Indio Maíz).
- Obligar con ley o decreto en mano, a la modernización de los sistemas de explotación extensivas de la ganadería. Esto lo señaló contundentemente Guillermo Rothschuh.
- Frenar, y esto es ya, ya, ya, la expansión de las urbanizadoras en la cuenca sur del lago de Managua.
- Dejarles a los madereros o a la industria forestal áreas específicas para variedades exóticas maderables, de crecimiento rápido, que satisfagan sus demandas de exportación de madera.
- Combinar la creación de bosques artificiales (secundarios) con el fortalecimiento de los bosques naturales (primarios) que quedan.
- Obligar a la creación de plantaciones comunitarias para la producción de leña y forraje para ganado, cerca de los poblados, y evitar la presión sobre la vegetación local.
- Incorporar, como ya existen experiencias, árboles a los sistemas agrícolas que mejoran las cosechas con los efectos positivos para la tierra y el clima. (sistemas agroforestales y silvopastoriles, que son más viejos que el pinol).
- Sembrar árboles para la protección del viento (cortinas rompe vientos), para estabilizar las laderas, controlar la erosión y para el manejo de cuencas hidrográficas.
- Incentivar la participación social y promover la educación ambiental, concretamente en torno a la reforestación y sistemas de producción agroecológicos. Ojalá volviera el Programa de Campesino a Campesino.
Esas son algunas propuestas. Ahora que sigan hablando los expertos.