15 de abril 2016
Asunción.– ¿Qué es la pobreza? Durante décadas la hemos definido con un número, que actualmente el Banco Mundial considera como un ingreso personal de menos de 1,90 USD por día. Pero un único número no es capaz de captar toda la complejidad de la pobreza. Para entender las necesidades de los pobres y brindarles una asistencia óptima es fundamental ir más allá de medir solo el ingreso.
El Banco Mundial está convocando a sus Reuniones de Primavera en Washington D. C. para la próxima semana y eso nos da la oportunidad de fijar referencias que incluyan las dimensiones social y ambiental de la pobreza. El Banco ha reconocido que se deben considerar otras cosas además del ingreso y recientemente estableció una Comisión para la Medición de la Pobreza Mundial para recomendar indicadores adicionales.
Aunque muchos grupos públicos y privados ya recopilan datos sobre diversos temas que afectan a las comunidades pobres —como la nutrición, la salud materna o el acceso a la educación—, esa información es poco aprovechada y raramente se comparte con otras instituciones. Pero existen algunas señales que pueden servir de orientación, entre las que se cuentan el Índice de Progreso Social, que proporciona un marco para el seguimiento de múltiples síntomas de la pobreza en los distintos países y complementa las medidas tradicionales basadas en el ingreso.
Cuando nos centramos en un único número para medir la pobreza, diagnosticamos equivocadamente las necesidades de los pobres. En mi país, Paraguay, trabajo con uno de los mayores emprendimientos sociales, la Fundación Paraguaya, para brindar microfinanzas, educación y capacitación a miles de nuestros ciudadanos más pobres. Evaluamos 50 indicadores y 6 dimensiones de la pobreza, entre las que se cuentan el ingreso, la vivienda, la educación y la infraestructura.
Una de nuestras clientas, doña Mercedes, ahora es una exitosa microemprendedora en una comunidad rural no muy distante de la ciudad capital de Asunción. Cuando comenzó con la Fundación Paraguaya, compartía una vivienda de un solo dormitorio con 16 familiares y cocinaba en un pequeño pozo en el suelo de tierra. Ahora tiene piso de cemento, una casa de ladrillos, una cocina separada y ha logrado ahorrar aproximadamente 500 USD.
Gracias a la autoevaluación de pobreza de la Fundación Paraguaya, pudo entender mejor sus propias necesidades y ocuparse de ellas de a una por vez. Mientras que los enfoques tradicionales se centran principalmente en estimar las fuentes de gastos e ingresos de los hogares, la autoevaluación de la Fundación Paraguaya ayudó a doña Mercedes a dividir sus necesidades en 50 áreas, sobre las que podía trabajar paso a paso y controlarlas a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, ella autoevaluó la situación de su baño y su cocina, la calidad de los alimentos que comían en su hogar, la salud mental de su familia, la cantidad de dormitorios separados de la casa, e incluso su autoestima y capacidad para tomar decisiones. Un sencillo mapa de la pobreza la ayuda a seguir sus avances con los colores de un semáforo: rojo, amarillo y verde, y a destacar sus áreas prioritarias. Lo próximo que quiere hacer es agregar dos dormitorios más a su casa y trabajar para ampliar su negocio.
La Fundación Paraguaya ha podido replicar este tipo de éxitos en otras partes del mundo. En Tanzania, donde trabajé durante tres años en comunidades rurales, ayudamos a pueblos en la región de Southern Highlands a adaptar nuestros indicadores de pobreza al contexto local para ocuparnos de sus necesidades de agua, servicios sanitarios y electrificación. Se están implementando esfuerzos similares en Sudáfrica, Nigeria, Uganda, China y otros lugares.
Podemos avanzar aún más con apoyo del sector público. La Fundación Paraguaya recopila abundantes datos que abarcan múltiples dimensiones y siguen a más de 8700 familias tan solo en Paraguay. Si esta información llegara al gobierno paraguayo —que cuenta con sus propios métodos de captación de datos— podríamos identificar más rápidamente los focos de pobreza y personalizar los programas para ayudar a cada familia. Como los datos son autogenerados, este tipo de colaboración podría hacer llegar asistencia focalizada y destacar los servicios públicos específicos que son necesarios.
Además, si la Comisión del Banco Mundial para la Medición de la Pobreza adopta medidas multidimensionales contra la pobreza, alentará a otras organizaciones a producir y compartir más datos detallados sobre este tema. Eso proporcionará a quienes trabajan para brindar asistencia un mapa de la pobreza más exhaustivo del mundo y ayudará a mejorar la eficacia de los esfuerzos para luchar contra la pobreza en todas partes.
No será fácil elegir qué medidas incluir ni definir criterios universales, pero tan solo con adoptar unas pocas medidas básicas se lograrían avances. Durante demasiado tiempo, las medidas unidimensionales, como la de 1,90 USD por día, han dado como resultado diagnósticos equivocados de los problemas de los pobres y, lo que es más importante aún, de sus causas. Sabemos que la referencia de 1,90 USD diarios no capta completamente las dificultades que viven los pobres en lugares como Paraguay.
Afortunadamente, parece que el Banco Mundial está reconociendo los límites de su indicador basado en el ingreso. Garantizar que el tipo de ayuda adecuada llegue a quienes más la necesitan de manera oportuna y eficaz requiere que quienes diseñan las políticas para el desarrollo aprovechen los datos multidimensionales sobre pobreza que las organizaciones de asistencia como la Fundación Paraguaya han aprendido a captar.
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Traducción al español por Leopoldo Gurman.
Julia Corvalán es miembro de Aspen New Voices y asesora estratégica de la Fundación Paraguaya, un emprendimiento social con sede en Paraguay, especializado en la replicación y adaptación de los programas de eliminación de la pobreza entre Latinoamérica y el África subsahariana.
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