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El cierre de las oficinas del FMI

Si una oficina permanente del FMI, el Gobierno tendrá menos incentivos para guardar ciertas formas y apariencias.

Juan Zalduendo (segundo, a la izquierda), representante del FMI en Nicaragua, durante una conferencia de prensa en la sede del BCN. Carlos Herrera | Confidencial.

Adolfo Acevedo

2 de abril 2016

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Nicaragua no tiene ningún tipo de Programa con el FMI desde 2011. Es decir, el país tiene 5 años de no recibir ningún tipo de créditos del FMI para apoyo de balanza de pagos. Las visitas que efectúan las misiones del FMI al país, se efectúan en el marco del Arto IV de sus Estatutos, para analizar la situación de la economía y hacer algunas recomendaciones, y se llevan a cabo para todos los países miembros. Estas misiones seguirán viniendo, solo que, posiblemente, por razones de economía, cada vez más espaciadas (quizá cada dos años en vez de cada año).

El FMI continuara prestando asistencia técnica, en el marco de su programa regional de asistencia técnica.

En realidad, para el año 2006, después de 15 años casi consecutivos de programas apoyados por el FMI  el país ya había sido catalogado como un ¨estabilizador maduro¨, esto es, había alcanzado tasas de crecimiento económico, déficit público y reservas monetarias internacionales que hacían innecesario, desde el punto de vista estrictamente técnico del Fondo, un nuevo Programa.

En Febrero de 2007 el Directorio del FMI discutió los resultados de los sucesivos Programas de Nicaragua con ese organismo, y analizó la solicitud del nuevo gobierno nicaragüense, electo en Noviembre de 2006, de un nuevo Programa con el Fondo. Recuerdo que en ese periodo viajé a Washington, apoyado por OXFAM, y pude entrevistarme con diversos miembros del Directorio del Fondo. El Directorio aceptó acordar un nuevo Programa con Nicaragua debido, exclusivamente, a la insistencia del nuevo Gobierno de Nicaragua.


En realidad, la lógica de los Programas con el FMI desde entonces ha sido relativamente sencilla. Se trataba de mantener un déficit público de alrededor del 1% del PIB, con el propósito de mantener una trayectoria de reducción de la relación deuda publica/PIB, y una determinada relación entre reservas internacionales e importaciones. Uno de los elementos que contribuía a sobre-cumplir con las metas fiscales y de balanza de pagos era la práctica de sub valuar la proyección de ingresos fiscales, para que la sobre-recaudación resultante permitiese obtener unos déficit inferiores a los programados y una acumulación de reservas superior a la programada.

La existencia de un Programa con el FMI, también permitía que el país recibiese préstamos de apoyo presupuestario general, para apoyar la acumulación de reservas internacionales.

Es interesante anotar que el FMI dejó abierta, en el Programa inicialmente acordado en 2007, la posibilidad de ampliar los déficit públicos en el marco del Programa para acomodar una eventual canalización de al menos una parte de la cooperación petrolera venezolana, a través del Sector Público. El Gobierno renunciaría a utilizar este margen, y decidió canalizar esta cooperación estrictamente por canales privados.

Es importante además anotar, como lo puede constatar cualquier ex -funcionario del gabinete económico de los gobiernos anteriores, que el FMI fue mucho menos exigente con el actual gobierno que con los anteriores. Además de una condicionalidad menos extensa y mucho menos rigurosa que la que se establecía anteriormente, el actual gobierno de hecho incumplió varios criterios de desempeño, sin mayores consecuencias. Los anteriores gobiernos no gozaron de esa misma flexibilidad.

Cuando concluyó el Programa de tres años acordado en 2007, el cual se extendió un año más a requerimiento del Gobierno, este último solicitó que se acordara un nuevo Programa de tres años, pero esta vez el FMI se negó, argumentando, como lo hizo en 2006, que Nicaragua hace mucho era ya un ¨estabilizador maduro¨.

Hay que tomar en cuenta que el FMI, como lo ha explicado Cornelio Hopmann, cubre sus gastos de operación y administración, incluyendo los derivados de la asistencia técnica, las misiones y sus oficinas en el exterior, con el diferencial entre los intereses de los fondos que contrata y los intereses de los préstamos que otorga. Por simple sanidad financiera, el FMI está obligado a economizar en cuanto a misiones, prestación de asistencia técnica  y la manutención de oficinas en países con los cuales no existe Programa y que representan un gasto neto puro para el FMI.

Dicho lo anterior, posiblemente pudo haber influido también en esta decisión el que la presencia directa de un Representante del FMI, en un contexto en que el complicado manejo de las estadísticas públicas por parte del BCN se ha convertido en un eje de cuestionamientos, podía haberse convertido en una fuente de fricciones.

Por ejemplo, las declaraciones públicas del Representante del FMI, caracterizadas por una honestidad inusitada, aclarando que, aunque este organismo presta asistencia técnica al BCN, no es responsable por las decisiones que el Banco adopta, le costaron un reclamo gubernamental durante la última visita de la Misión del FMI conforme al Arto IV de sus Estatutos.

Quizá esto influyó en que el FMI decidiese establecer una relación más distante.

Implicaciones de corto plazo: financiera, ninguna. Pero con una oficina permanente del FMI, con acceso más completo a la información y capaz de interactuar e intercambiar información con distintos actores, el BCN debía al menos guardar ciertas formas y apariencias. Ahora tendrá muchos menos incentivos para hacerlo.


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