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Empresaria del año: "profeta en mi tierra"

El compromiso es promover un papel más activo de las mujeres en los gremios empresariales

Blanka es una mujer de facciones duras y mirada incisiva, detalles que contrastan con su don de la palabra. Carlos Herrera/Confidencial

Cinthia Membreño

8 de marzo 2016

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La casa de estilo colonial donde labora Blanka Callejas no es ostentosa, pero sus paredes de adobe reflejan casi setenta años de historia. En un edificio color mamón, ubicado al final de la calle Santa Lucía, en una finca granadina, Enrique Callejas Novoa y Blanka Sequeira –sus abuelos– fundaron una rústica fábrica que con las décadas se convirtió en un símbolo de la tradición empresarial nicaragüense: Jaleas Callejas.

En una de las habitaciones de esta casa, que Blanka transformó en oficina, ella guarda con recelo once documentos de vital importancia. Son los registros de marca de las jaleas y mermeladas que sus trabajadores elaboran desde 1948, y que su familia distribuye a nivel nacional y exporta a El Salvador, Costa Rica y Estados Unidos. Según esta empresaria, todo puede reponerse para empezar de cero, menos esos certificados. Estos prueban que la perseverancia les permitió ingresar a mercados foráneos con éxito.

Una mujer al frente

A primera vista, Blanka es una mujer de facciones duras y mirada incisiva, detalles que contrastan con su don de la palabra. Ella es el rostro público de la empresa familiar Callejas Sequeira e Hijos S.A, así como representante legal del negocio y tesorera de la Junta Directiva del mismo. Además de manejar las inversiones de la sociedad, es quien establece los primeros contactos con distribuidores a nivel internacional.


Su estilo de negociación responde a una filosofía que su familia profesa en las políticas de calidad de la empresa. En dichas normas, los Callejas aseguran que deben “cumplir con la palabra empeñada” y con los compromisos que adquieren con los socios comerciales y sus clientes. Blanka, por su parte, afirma que al asunto es sencillo. A la gente hay que decirle la verdad, indica. “A veces me va bien, a veces me va mal, pero tengo que decir las cosas como son, sobre todo en los negocios”, declara.

El papá de esta empresaria murió cuando ella tenía cinco años, por lo que sus tíos se convirtieron en mentores. Blanka explica que uno de ellos es promotor de la gremialidad, mientras que otro es quisquilloso con los detalles. “Por parte de mi madre hay una tía histriónica. Todavía no logro equipararla. Para ella todo es fantástico, yo soy mucho más directa”, confiesa, mientras recorre la fábrica portando una mascarilla protectora, botas de hule y gabacha blanca. Es un requisito para no contaminar la materia prima con la que elaboran las jaleas.

Aprender a tener voz y voto

Blanka Callejas recorre las plantaciones de guayaba donde obtienen la materia prima de su fábrica. Foto: Xochilt Martínez | Confidencial

Blanka recuerda que ingresó formalmente al negocio familiar cuando estaba en sus veinte, aunque desde pequeña recorría las plantaciones de guayaba de la mano de sus parientes. Ya adulta, incursionó en un mundo empresarial dominado por hombres. Empezó a tener voz y voto dentro de los gremios a los que pertenecían, entre ellos la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN), la Cámara de Comercio, la Cámara de Industrias y el Instituto Nicaragüense de Desarrollo (INDE).

“Asistía a las reuniones gremiales a las que sólo iban hombres, por lo general era casi la única mujer (que ocupaba un puesto ejecutivo). Tal vez había otra mujer, pero no decía nada porque la mandaban a representar a una empresa, como empleada, porque debía ver alguna parte técnica. Yo opinaba y decía: esto no me parece, esto sí, esto es un reto (…) Desde chiquita he sido metidita y he opinado. Me decían niña bachillera”, bromea.

Con el tiempo, la granadina se involucró más activamente en APEN, hasta lograr un puesto en la junta directiva de dicha organización. Fue el primero de muchos pasos que dio durante dos años para abrir las puertas a otras mujeres. Sin embargo, el camino no ha estado exento de obstáculos y en algunas ocasiones observa que su presencia incomoda. “No me han dicho: no te quiero aquí, pero me lo han hecho ver. Quise optar por un cargo en la Cámara de Industrias y hubo todo un movimiento para que yo no quedara”, relata.

Lucha de género dentro del gremio

Las Jaleas Callejas se distribuyen en esta presentación para algunos hoteles capitalinos de gama alta. Foto: Xóchilt Martínez | Confidencial

Cuando no está en Granada, es muy común encontrar a Blanka en eventos de la Red de Empresarias de Nicaragua (REN), una entidad sin fines de lucro que aglutina a más de 200 socias individuales y a seis organizaciones que trabajan por el empoderamiento económico de las mujeres. En ésta funge como presidenta, llevando a la palestra pública las principales problemáticas que enfrentan las empresarias para hacer negocios. La más apremiante de ellas, indica, es el acceso al crédito.

La ejecutiva explica que participó en la creación de la REN porque, hasta hace tres años, en nuestro país no existían organizaciones que agremiaran alas empresarias. “Hubo un primer intento de hacer esto en el Consejo Superior de la Empresa Privada, con la creación de la comisión de género y una política correspondiente aprobada por el consejo directivo. Pero desde hace tres años la comisión está inactiva. Hicimos gestiones ante el presidente del COSEP (José Adán Aguerri) para que la comisión funcionara, pero no hubo eco”, lamenta.

Blanka asegura que este tipo de iniciativas no tienen eco porque los empresarios le temen al liderazgo de las mujeres y, con frecuencia, creen que las políticas de género deben ser promovidas exclusivamente por ellas. “No lo ven como algo que engloba a toda una organización. (Por ejemplo), nosotras les pedimos tiempo a las juntas directivas (de las cámaras) para explicarles en qué consistía la política de género, pero nos suspendieron las reuniones incontables veces. No lo ven como una prioridad”, denuncia.

Como mujer líder, una de sus mayores frustraciones es que la política de género que nació en el seno del COSEP no tuviera eco dentro de las cámaras, a excepción de APEN. “Si lo hubieran sabido aprovechar le hubiera traído réditos a la organización, tanto a nivel nacional como internacional. Iban a fortalecer los gremios porque más mujeres iban a trabajar con ellos, pero eso no pasó”, critica.

La virtud de saber esperar

Involucrarse en el negocio familiar, así como gremios y organizaciones sin fines de lucro ha hecho que Blanka aprenda a esperar. La empresaria explica que cuando otras personas le dicen que la idea que quiere desarrollar no se puede hacer, continúa trabajando en ella hasta que surge la necesidad de resolver un problema. “Ahora soy más estratégica. Trabajo mis ideas para que cuando llegue el momento oportuno, no tengamos que atrasarnos en nada. Yo sigo adelante”, puntualiza.

Esta ambición ha rendido frutos. Después de desempeñarse en varios cargos directivos en APEN hasta asumir su vicepresidencia, de impulsar el desarrollo de los artesanos nicas con enfoque de género y de participar en el cabildeo de leyes vitales para país, como la Ley de Justicia Tributaria, el Código Laboral, Procompetencia, el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA), Blanka fue nombrada Empresaria del Año en 2015, un galardón extendido por INDE a través del COSEP.

“Para mí fue una sorpresa. Lo que más me llamó la atención fue que la propuesta salió de Granada. Sentí que por fin era profeta en mi tierra. Fueron los propios granadinos los que eligieron a una mujer granadina”, reconoce, aunque advierte que en la Nicaragua del siglo XXI, la apertura de los sectores económicos para premiar a las mujeres todavía es poca. “La mujer debe tener muchísimos méritos para ser premiada”, opina.

Pero el reconocimiento existe y ella lo colocó en la sencilla recepción de la fábrica de Jaleas Callejas, cuya materia prima impregna de un fuerte olor a fruta durante todo el día. El reconocimiento está en una esquina donde también exhibe fotografías de familiares que han pasado por el negocio, entre ellos sus abuelos. Blanka admite que los tiempos han cambiado y que ahora las mujeres pueden ser galardonadas por su trabajo. Lo que no parece haber cambiado es el lenguaje del sector empresarial. En el premio del COSEP, todavía le llaman “Empresario del Año”.

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Cinthia Membreño

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