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¿Muñeca o carrito?

Los juguetes enseñan en la niñez patrones de conducta y los van ubicando en el lugar que ocuparán cuando sean adultos

Un anuncio no sexista de Lego, que data de 1981.

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Lego En la esquina del cuarto de Dante apreció una montaña de juguetes. Es un niño afortunado, tiene una inmensa cantidad de juguetes que la mayoría de niños en este país no tienen. Hay carros, trenes, pelotas de fútbol, baseball, guitarras, tambores, rompecabezas, legos, una computadora, una moto, un juego de cocina, peluches y un pelón bebecito tomando su pachita.

Dante tiene dos años. La mayoría de sus juguetes se los han regalado, otros (muy pocos) yo se los compré. Ese pelón, yo se lo compré. Resulta que esa noche visitábamos el supermercado, creo era época navideña, así que probablemente ocurrió la Navidad pasada.

Mientras hacíamos el recorrido tradicional nos topamos con ese pelón que a Dante le gustó. Me lo pidió y como soy alcahueta se lo compré; así como cuando me escapé del trabajo y me fui al Oriental a comprarle su moto. En el supermercado, cuando pagué en caja, la muchacha me quedó viendo raro, pero la verdad no me importó.

Juguetes sexistas


¿Por qué no puedo comprarle una muñeca o un bebé de juguete a mi hijo? ¿Qué le están enseñando los juguetes a nuestra niñez? ¿Por qué le damos a las niñas muñecas y a los niños pistolas? ¿Por qué las niñas no deberían jugar arriba, ni la muralla china? Son las preguntas que me surgen a raíz del debate de Barbie Moschino.

Las respuestas son simples. En este sistema machista los juguetes enseñan en la niñez patrones de conducta y los van ubicando en el lugar que ocuparán cuando sean adultos. Las niñas, delicadas, dóciles, débiles, aman el rosa, son princesas que sueñan con un príncipe que siendo doncellas las rescataran y a cambio, ella, dedicarán su vida a cuidarlo, amarlo y darle hijos, aún por encima que el príncipe se convierta de nuevo en un sapo.

Los niños (los futuros príncipes) serán valerosos, grandes caballeros, con fuerza desproporcionada, exitosos, experimentados y salvarán a cuanta princesa se encuentren en el camino, la protegerán, le proporcionarán los víveres necesarios para que sobreviva ella y su descendencia, pero además cuidarán de la nación, del orden mundial, dirigirán el mundo.

Para que ese sistema perdure, siendo niñas y niños, ellas jugarán con trastecitos, planchas, cocinas, muñecas, bebecitos y aprenderán a verse siempre bellas, delgadas, atractivas y ser dulces y amorosas; mientras ellos, jugarán con carros, camiones, motos, pelotas, pistolas, espadas y se irán convirtiendo en grandes guerreros. Ellas en la casa y ellos en la calle.

La desigualdad se enseña

https://youtu.be/TULVRlpsNWo

Es así como le enseñamos a nuestra niñez cómo funciona la desigualdad. Un sistema que el mercado, la publicidad, las creencias y lo peor, muchos de nosotros lo perpetuamos en casa. Lamentablemente somos nosotras, las madres, quienes principalmente se lo servimos en bandeja de plata, aunque eso signifique que en un futuro nuestro sexo sea marginado.

Tengo seis bellas sobrinas y dos lindos sobrinos. El mayor de ellos cumplió 11 años y hasta hoy, en lo personal, me opongo a regalarles juguetes sexistas y bélicos. Por mi parte reciben juguetes didácticos o ropa. No puedo cambiar el pensar de cada persona, pero al menos espero no contribuir a reproducir ese sistema.

Yo quiero que mi hijo, mis sobrinas y sobrinos, sepan que en el mundo pueden hacer todo lo que ellos quieran. Que los oficios, las profesiones y los espacios no tienen sexo. Que ellas pueden dirigir una nación y que ellos pueden quedarse en casa, o al menos, pueden cuidar de sus hijos sin temor a sentirse menos. Aunque también me interesa que aprendan que el matrimonio no es la esencia de vivir.

Que hombres y mujeres, aunque no somos físicamente iguales, tenemos los mismos derechos en este mundo. Que por el hecho de tener una vagina, no pueden jugar fútbol o que por el hecho de tener un pene, no pueden jugar con muñecas. Los juguetes son para eso, para jugar, para imaginar, para volar, para reír, para divertirse, para aprender y no estaría mal enseñarles a las niñas a conquistar el mundo, como tampoco a los niños a ser buenos padres en el futuro. Enseñarles a tomar decisiones informadas.

¿Y que pasa con la orientación sexual?

Bueno, antes que me hagan la pregunta, es mejor que aborde mi punto. No creo que un niño o niña por jugar con X o Y juguete se haga gay, lesbiana, trans, bisexual, etc., y confieso que desconozco por qué una persona – hombre o mujer – no oriente su deseo sexual hacia la hetero-normatividad y en cambio apetezca con locura a su mismo sexo. No lo sé, pero en lo personal no me importa más que por cultura general.

Crecí en un barrio, jugué arriba, la muralla china, el pegue congelado, en la calle, lodosa con mis vecinos. Pero también bailé trompo, elevé cometa, jugué chibolas, baseball, fútbol y basquetbol con mis hermanos varones (2). Y soy muy heterosexual, y pienso que ‘placer es placer y cada quien lo obtiene como quiere’.

Y a propósito del anuncio diré: que aunque aparezca un niño, el anuncio no rompe del todo con estereotipos, porque el niño está jugando con la muñeca que simboliza el estereotipo de belleza. Una mujer que vive por su belleza y para el deleite de los otros.

Un link donde pueden descargar una Guía para Juegos No Sexistas.

Texto de Maryórit Guevara (Madre Insurrecta)

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Consulte el blog de las autoras. 


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Maryorit Guevara | Mariana Rivas

Maryorit Guevara | Mariana Rivas

Maryorit Guevara y Mariana Rivas son dos comunicadores y mamás insurrectas que cansadas del cliché de la madre abnegada decidieron revelarle al mundo los vaivenes de la maternidad.

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