4 de febrero 2016
Hace un tiempo publiqué un comentario que causó furror entre mis lectores de redes sociales. Critiqué a Anastasia Steele, la protagonista de la saga erótica “50 Sombras de Grey”, de la cual sólo he leído el primer libro. Hoy me aventuro a hacer una comparación entre este personaje y Lisbeth Salander, el rostro de la saga Millenium, de la cual me confieso fascinado.
Anastasia Steele - esto lo digo partiendo del primer libro - es el estereotipo del personaje femenino débil y romántico, víctima de una historia de amor. Si a esto le agregamos que como “Príncipe Azul” tiene a un guapísimo joven al que le encanta el sadomasoquismo, además de una historia plagada de descripciones gráficas de sexo, era imposible que la novela no fuese un bet seller.
A mi juicio, Anastasia perjudica de forma indirecta la mente de las jóvenes lectoras. Lo digo porque muchas de las adolescentes que leyeron 50 Sombras de Grey comentan sobre su deseo de ser Ana, en lugar de hablar sobre la experiencia mágica que implica leer. También se imaginan en su lugar, o les parte el alma no poder comprender a Cristian, el personaje masculino de la historia.
Recuerdo que la primera vez que alguien se me acercó a preguntarme sobre este libro fue una chavala de 13 años que viajaba en un bus. Comprendí que había sido una grata experiencia para ella, pero a otro nivel. "No entiendo por qué Ana actuó así al final de la historia", dijo. Me soprendí por la gran influencia que puede tener el ser pusilánime de Anastasia en las fanáticas más jóvenes de la obra.
Todo menos doncella
Lisbeth Salander, por el contrario, es todo menos una doncella. Viste siempre de negro, es bajita y flaquita, usa flequillo y a veces tiene un look bastante punk que incluye piercings, pulseras con puyas, chaquetas negras y muchos tatuajes. Entre ellos, un dragón que le cubre toda la espalda. Además, es una joven bisexual con una infancia difícil.
Ésta es una especie de genio poco común, amante de los computadoras y experta del mundo hacker que se topa con un periodista que nada tiene que ver con el típico Príncipe Azul. Es con ese periodista con quien vivirá unas cuantas aventuras que incluyen la cama, y que vuelven a la saga Millenium una súper historia. Nadie quiere ser Lisbeth Salander, pero es ella la más conocida de esta trama.
En sí misma, Lisbeth es una denuncia contra el sistema social. Su experiencia refleja desde la hipocresía moral, el descuido de los valores que garantizan la unión familiar, la corrupción gubernamental y la política exterior. Pero también es una muestra de la libertad que hoy en día impera, de su poder de ser mujer a pesar de sus limitantes, y de la posibilidad de abrirse camino renunciando a su ser femenino. Para mí, ella es un prototipo de heroína del siglo XXI que jamás se viste de rosa y sabe manejar una pistola. Nada como su “análisis de consecuencias”.
El secreto: lo impredecible
Las historias en las que aparecen ambos personajes han sido éxitos de venta. Lo mismo ha pasado con sus adaptacionesa al cine y a la televisión estadounidense o sueca. En común, Ana y Lisbeth reciben golpes. La diferencia es que Ana debe disfrutarlos por su amor a Cristian. Lisbeth los aguanta o muere.
En lo particular, me quedo con Lisbeth. Ahora que estoy en la cuarta entrega de la saga - escrita por un autor distinto a Stieg Larson - no sé qué esperar de ella y eso me fascina. Con Anastasia, me obligo a llegar hasta el final de la saga original. No me interesa en absoluto conocer la perspectiva de "Grey" y puedo hasta adivinar cómo actuará durante el resto de la trama.
¿Ustedes ya leyeron ambas sagas? ¿Qué opinan?
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