20 de enero 2016
No terminar a cabalidad una iniciativa, sin importar su envergadura o su tipo, especialmente si es del ámbito público, parece ser parte de nuestra idiosincrasia.
Algunos ejemplos bastarán para ilustrar mi aseveración.
Ampliación Carretera a Masaya: se realizó con rapidez y eficiencia para el tráfico vehicular, pero los puentes peatonales que se eliminaron no se repusieron y parece ser que no están en ningún presupuesto. Resultado: dos años más tarde, los peatones cruzan los ocho carriles de la vía a su propio riesgo. Tampoco existen cruces peatonales marcados para que al menos puedan cruzar dentro de áreas delimitadas para tal fin. Silencio total por parte de las instituciones involucradas. Proyecto inconcluso.
Paso a desnivel en Rubenia: tampoco se tomaron en cuenta las necesidades de los peatones. El presupuesto para construir el puente peatonal tuvo que ser “extra”. El diseño del mismo tampoco fue consistente con la realidad del entorno y así, al momento de su instalación, las rampas tuvieron que ser eliminadas y en su lugar se instalarán un par de ascensores. Pero eso será ¡hasta dentro de seis meses! Curiosamente coincidiendo con las efemérides de julio, en plena campaña electoral. En todo caso, a mi modo de ver, el proyecto, excusas aparte, sigue inconcluso.
Arbolata: se han instalado masivamente por diferentes puntos de la capital, en todos los colores y con extraordinaria rapidez. El problema es que, por un lado, han obstaculizado el paso en las aceras obligando a los peatones a bajarse a la calle para poder continuar su camino. Los trabajos de zanjeo y rotura de aceras han quedado sin terminar, algunas zanjas han quedado abiertas y el cascote acumulado en las inmediaciones, añadiendo aún más obstáculos a los ya existentes. Resultado: proyecto inconcluso con total desprecio por los peatones que tienen que pasar por allí.
Nuevas paradas de buses: construidas a toda prisa siguiendo un programa de prioridades que escapa a nuestra comprensión. Muchas de ellas presentan los mismos problemas mencionados antes: cascote acumulado en las inmediaciones, zanjas o huecos abiertos sine die, lo que refleja una vez más nuestra enorme capacidad para crear caos y suciedad por dondequiera que intervenimos. Y esto sin mencionar que muchas de estas paradas se están convirtiendo en pequeños mercados, con la consecuente creación de basureros, todo ello en detrimento del usuario que espera pacientemente el bus. Ya llevamos casi un año desde que se comenzó su construcción y a mi modo de ver, son también proyectos inconclusos.
Nuevos mercados: construidos con enormes inversiones pero inacabados en muchos casos y con infraestructuras complementarias incompletas. Los alcaldes, sin voluntad política real de ponerlos a funcionar, impiden el ordenamiento urbano de sus propias municipalidades.
Instalación de nuevos semáforos: zanjas sin cerrar, recubrimientos viales aún pendientes, zonas de cruce peatonal sin definir, además de semáforos mal coordinados y “poco inteligentes”, entre otros muchos etcéteras, ponen en evidencia otro proyecto mal planificado e inconcluso.
Intervenciones de ENACAL y Disnorte/Dissur: zanjas abiertas en el pavimento o las aceras para realizar nuevas conexiones o reparaciones. Lo habitual es que permanezcan abiertas por tiempo indeterminado y cuando se rellenan, simplemente con tierra, permanecen sin recubrimiento, sea adoquín, cemento o asfalto y son los vecinos los que en muchos casos realizan el trabajo que corresponde a las instituciones. Los accidentes e inconvenientes varios, tanto para peatones como para motoristas, abundan ante la incuria de las autoridades responsables.
Cierre de manjoles y tragantes: el abuso de muchos managuas amigos de lo ajeno y la desidia de las autoridades municipales han convertido en una trampa mortal las aceras y particularmente las esquinas de nuestras calles. Los ciegos son las principales víctimas de esta plaga que urge erradicar.
Podríamos llenar muchas cuartillas con ejemplos de estas situaciones que evidencian falta de planificación institucional, poco interés en completar debidamente los proyectos iniciados, falta de coordinación interinstitucional, ausencia de consideraciones hacia el usuario o supuesto beneficiario y una evidente falta de voluntad política. “Mucho ruido y pocas nueces”, dice el refrán.
La población de toda ciudad es heterogénea en edad y condición física. En nuestro país, con miles de lisiados de guerra, personas de la tercera edad con dificultades de movilización, madres con niños pequeños y en general miles de peatones, brindar las condiciones mínimas de seguridad, facilidad de movilidad y efectiva limpieza y ordenamiento urbano deberían ser asignaturas de obligado cumplimiento, en pro de brindar condiciones mínimas de habitabilidad y seguridad a toda la población. No basta con lemas, es necesario demostrar con hechos lo que se dice y propagandiza. Y los ciudadanos debemos reclamar nuestros derechos, no conformarnos con las migajas con que nos engañan.